Una clase muy particular [Sophie]

Recuerdo del primer mensaje :

Hace apenas una hora que recibí la respuesta de Sophie, me pude de pie de un salto, y, tras arreglarme un poco, sali de la sala, y a pasos rapidos, llegue hasta a sala en que la había citado.
Cuando llegue, aun no había llegado, tome asiento sobre la mesa que deberia corresponder al profesor,y di un vistazo a la sala. Era un lugar algo lugubre, estaba un poco sucio, y puder ver una telaraña en el techo, frunce el ceño, no tenia contras las arañas, pero, en la montaña, me preacio ver bastante nerviosa a Sophie cuando invoque la acromantula ignea para luchar contra el gigante. Saque mi varita del bolsillo, y la apunte a la telaraña.
- Evanesco - la tela de ataña desaparecio, continue recorriendo el salon, y limpiando todas las telas de araña que encontrara

- Intentare evitarlo en adelante - dije, pero de inmediato se hizo evidente que era una mentira, pues yo era un pesimo mentiroso, la falta de practica, supongo.
Finalmente nuestros pasos no llevaron a las puertas del colegio, las que abri con un suave empujon.
Los pasillos estaban, como era de esperarse, desiertos, caminamos por ellos algunos pasos, sientiendo retumbar nuestras pisadas por el eco de los corredores vacios, cuando paso una sombra frente a nosotros, pequeña y peluda, la señora norris solo se tomo un segundo para mirarnos antes de perderse en las sombras.

Lanzó un comentario con un tono de voz que parecía no ir muy en serio. Entramos al colegio, siempre se me hizo curioso el notar la diferencia de Hogwarts a la noche con el día. No había un alma por los pasillos.
Escuché un maullido. Oh no, detestaba aquel gato. La última vez que pasó por al lado mío hizo que me metiera en problemas. Como sea, su presencia significaba que pronto Filch estaría por estos lugares.
Escuché pasos, estaban a cierta distancia, pero en aquel silencio cualquiera los escucharía. Miré a mi alrededor, había justo un armario a unos dos pasos desde donde estábamos. No podíamos escapar y menos con Alex así, además seguro después de inspeccionar el área el celador se iría.
- Vamos - le dije a Alexander. Nos metimos en el lugar y apenas cerramos la puerta, saqué mi varita. Los pasos sonaban más fuertes, estaba cerca. Apunté a Alex pronunciando en voz baja las palabras del encantamiento desilusionador y luego hice lo mismo conmigo.

No podía verla, pero podía sentir su respiración cerca mio, Sophie nos había escondido a ambos en la primera puerta que encontro, y resulto ser un armario tan pequeño, que apenas si cabiamos los dos de pie dentro de el, el poco espacio nos había dejado realmente cerca el uno del otro.
Los pasos del celador se escuchaban acercándose por el pasillo, eran inconfundibles, pues podía oirse como arrastraba un poco uno de los pies, en aquel ligero cojeo que le caracterizaba.
Puse mi mano en la cintura de Soph, haciendo que se acercara aun más, mire en donde deverian estar sus ojos, algo desilucionado porque no podia verlos, un maullido llego a nosotros desde el pasillo, la gata estaba con el.

Para la próxima vez, me propondría encontrar un lugar más grande. Este armario era tan pequeño. Noté que Alexander pasaba su mano por mi cintura, lo fulminé con la mirada. Hasta que recordé que no me podía ver, asi como yo tampoco a él. Sólo podía sentirlo. Le hubiera dicho que eso era hacer trampa, pero tampoco iba a hablar. Filch estaba cerca y no pensaba correr el riesgo. Ya que más daba, lo mismo estábamos apretados me acercara a él o no.
Escuché con atención lo que pasaba a mi alrededor. Sentía sus pasos, aunque no podía decir exactamente a donde estaba. El celador continuó caminando, ahora sí podía decir que estaba pasando por al lado nuestro. Me mordí el labio inferior con fuerza. Y.. al parecer había seguido de largo.
Entonces noté a aquella tonta gata maullar, podía adivinar que se encontraba justo al lado del armario. Del otro lado de la puerta.

Pude sentir el corazon de Sophie acelerarse, gracias a la cercania de nuestros cuerpos, podia sentir como golpeaba su pecho, seguramente efecto del miedo de que fuesemos descubiertos.
Alce mi mano, y deslice la llema de mis dedos suavemente por su mejilla, no era dificil saber donde debia estar su rostro, no era primera vez que la tenia asi de cerca. Afuera, Filch estaba justo al otro lado de la puerta, y la señora norris maullo, como si quisiera delatarnos, los pasos de Flich se detuvieron, el entraria en cualquier momento.
"Que situacion tan exitante, ¿no crees?"
Mis palabras sonaron directo en su cabeza, una ilucion auditiva, solo ella podria escucharlas

Sentí a Alexander pasar sus dedos por mi mejilla, al instante los aparté con mi mano. Ya estábamos teniendo suficiente contacto físico. Parpadeé un poco al sentir su voz, hasta que entendí que lo había escuchado en mi cabeza. Sonreí de lado, sabía que no podía verme pero aún así no podía evitar hacer gestos.
Ajá; recuérdame que cuando encuentre a ese gato sólo, va a morir ahogado. pensé. No sabía si podía escucharme o no. Tampoco era que estuviera intentando que no entrara en mis pensamientos.
Sentí al celador volver en sus pasos y dirigirse hacia nosotros. La puerta era lo único que nos separaba. Lo escuché decir algo sobre los inmaduros estudiantes que estaban fuera a horarios que no debían y entonces la puerta se abrió. Contuve la respiración, mi corazón palpitaba rápidamente.

Tantie su mente de forma superficial, buscando una respuesta a mis palabras, supuse que la pensaria en vez de decirla. Sonrei, aunque ella jamas lo sabria, aparto mi mano de su cara, supuese lo que me querria decir en este momento, me acusaria de que estaba haciendo trampa, y puede que tuviese razon, no podia hacer ruido, ni evitar estar asi de cerca, si, definitivamente era verdad, estaba haciendo trampa, pero en el amor y en la guerra todo se vale, ¿no?
La puerta se abrio, y yo aproveche aquel momento para sellar sus labios con los mios, sabia que pagaria por mi osadia luego. Me mantuve asi un par de segundos, mientras cada rincon del armario era escrutado por los ojos de Flich, en busca de los intrusos, finalmente cerro la puerta, frustrado.

Solté sin hacer ruido el aire que había estado conteniendo, atenta al celador, que inspeccionaba el lugar con ojos alertas. Y, de repente, sentí los labios de Alexander sobre los míos. Un pequeño escalofrío me invadió, haciéndome sentir un poco extraña. Filch todavía estaba mirando, tenía ganas de gritarle y darle un buen golpe a Alex. ¿Cómo se le ocurría hacer esto? ¿Qué parte de ''no'' le era difícil entender? ¿Se daba cuenta de que si nos descubrían, y encima besándonos en un armario en la noche, las consecuencias serían serias?
Me separé de él antes de darle tiempo a profundizar el beso, con cuidado de no hacer nada que nos delatara. En ese momento Filch se dio por vencido y cerró la puerta, pude escuchar sus pasos de nuevo, lentos. No creía que fuera una buena idea salir todavía. Deberíamos esperar unos minutos. Me acerqué a lo que supuse sería el oído de Alex.
- Eres un estúpido - le susurré cortantemente y al mismo tiempo aliviada de que el celador se hubiera ido.

Mantuve mi labios junto a los de ella mientras pude, no los precione con fuerza, sino que deje que rosaran los suyos con cierta suavidad, finalmente, Flich se dio por vencido, y cerro la puerta, de inmediato fui alejado de Sophie.
- Eres tu quien me tiene idiota - dije, en un susurro, y sonriendo divertido, aun podia sentir su sabor en mis labios, y aquello me encantaba.
Los pasos de Flich terminaron por perderse en la distancia, ya estabamos fuera de peligro.

Rodé los ojos al escuchar su respuesta, aún así solté una sonrisa.
- En ese caso, debería alejarme de ti por tu propio bien. Ya hay demasiada gente idiota en este mundo - le dije todavía en voz baja, las comisuras de mis labios todavía alzadas.
Los pasos de Filch dejaron de oírse, decidí que ya era tiempo de salir del armario. Estábamos demasiado apretados una contra el otro para mi gusto. El encantamiento desilusionador seguía protegiéndonos, por lo que seguía sin ver a Alex. Abrí la puerta con cuidado y asomé mi cabeza, no se veia a nadie. Menos mal que no nos habían descubierto.
No sin ciertas dificultades, tuve que apoyarme todavía un poco más en Alexander, logré salir del armario. Esperé a que él hiciera lo mismo.

Escuche su respueta, no podia verla, pero su tono la delataba, estaba sonriendo.
Senti que su cuerpo se presiono un poco más contra el mio, y luego salio, le imite, y ambos estabamos ahora, invisibles, en el pasillo.
- Pero no lo haras, porque te gusta tenerme cerca - le dije, mientras le guiñe un ojo, luego del gesto recorde que ella no podia verlo.

Iba a contestarle que él no podía saber como la pasaba yo con su persona. Hasta que recordé una de nuestras conversaciones de más temprano y me di cuenta de que sí podía saberlo. De todos modos, él no sabía lo que era capaz de hacer, pero daba igual. Me arrepentí de habérselo dicho. Asique ahora en vez de refutarle, simplemente me quedé callada.
- ¿Cómo andan tus costillas? No entiendo como puedes estar como si nada hubiera sucedido - le hice saber, cambiando el tema. Había permanecido bastante incómodo - claro que estábamos pegados y eso hasta donde entendía le agradaba, pero aún así era incómodo - en el armario y había salido de él sin mostrar dolor alguno.

¿Mis costillas?, rei para mis adentros, el dolor no era algo a lo que le temia, jamas había sido, por el contrario, tenia cierto poder adictivo sobre mi, como si me recordara que estaba vivo.
- Creeme lencita, comparado con un par de cruciatus, dos costillas rotas no son la gran cosa- Seguimos con el camino por los pasillos, yo segui sus pasos, pues jamas antes había ido a la torre donde estaba la sala comun de grifindor.
- ¿Y cual es la direccion a seguir?

Asentí, recordando luego que no podía verme. Lo que decía tenía sentido, aunque de todos modos...
Comenzamos a caminar por los pasillos, doblando por algunos y siguiendo derecho por otros. El encantamiento desilusionador se desvaneció al fin y pude observar a Alexander de nuevo. Ya era hora, se sentía extraño no verlo, era como si estuviera caminando y hablando sola. Claro que yo tampoco me veia.
- Vamos a la enfermería, no te vas a quedar así - le dije cuando lo escuché preguntar. Por más que estuviéramos fuera de horario, entendía que madam Pomfrey estaba en su despacho en la enfermería hasta después de la noche. Por lo que no perdíamos nada con ir a verla, seguro que era sencillo arreglar lo que le había pasado. Además ella no hacía muchas preguntas y no creía que fuera a decirnos nada por andar solos a esta hora.

¿A la enfermeria?, prepare una replica a eso, algo que se burlara de su mal disimulado interes por mi salud, pero preferi guardarmela, la verdad es que me gustaba darme cuenta de que si le importanaba lo que me ocurriera, aunque no lo admitiera en voz alta.
- Bien, como digas, vamos a la enfermeria - le resigne, mientras, deje que mi mente recordara el beso que le había robado hace pocos minutos, de todas las chicas, en toda mi vida, a las que había besado, jamas me había sentido como con aquel beso, y eso que nisiquiera fue un beso de verdad, no pude evitar preguntarme com se había sentido si le hubiese respondido, la otra noche, en el bosque.
Ademas, había otra cosa que me daba vueltas, crei sentir, por un instante, un escalofrio de su parte, como si sus labios hubisen querido responder al beso, pero ella no se los hubiese permitido.
Tan concentrado estaba en mis pensamiento, que no me di cuenta cuando estabamos ya frente a la puerta de la enfermeria.

Escuché su respuesta como resignado, como si no quisiera ir a la enfermería. No le presté atención, caminamos en silencio lo que nos quedaba para llegar al lugar. Tocamos la puerta hasta que escuchamos una voz desde el interior diciendo que pasáramos. Entramos y nos miró con algo de curiosidad en sus ojos, como si se preguntara que hacíamos ahi, pero aún así no dijo nada.
- Buenas noches Madam Pomfrey, estamos aqui porque al parecer algo anda mal con sus costillas. Creemos que se quebraron o algo así - le dije, refiriéndome a Alexander.
Ella miró al muchacho, preguntándole qué le había pasado, mientras parecía buscar algo en una de las estanterías. Supuse que se lo preguntó para darse una idea del daño que podía tener.

La enfermera me pregunto por el origen de mis lesiones.
- Me patearon unos alumnos, buscando revancha porque porque acabe con uno de sus amigos - dije con normalidad, la enferma parecio fulminarme con la mirada, y tras ordenarme que me tendiera en una camilla, se fue, murmurando entre dientes algo de la irresponsabilidad de los alumnos, las peleas y algunas otras cosas.
- ¿Piensas quedarte y hacerme guardia? - le dije a Sophie, con una sonrisa divertida, tras la cortina podia escucharse el golpe de botellas de vidrio entre si, seguramente buscando la pocion necesaria.

Solté una sonrisa ante la respuesta que le dio a la enfermera, lo había dicho como si fuera algo habitual. Aunque, pensándolo bien, quizás para él lo era. Ella se fue a buscar seguramente algo para sanarlo mientras nosotros nos quedamos esperando.
- No, si solamente vine para ver a Madame Pomfrey, hacía mucho no me pasaba - comenté con sarcasmo su pregunta. Observé su expresión, seguía sin entender que le resultaba gracioso.
Luego de un par de minutos, la enfermera apareció de nuevo con un frasco en su mano. El líquido que contenía era de un azul extraño, por suerte no largaba ningún olor.

Rei, divertido, la verdad es que me encantaba la idea de saber que ella se preocupaba por mi, aunque se esforzara en negarlo. Madam Pomfrey regreso al cabo de unos segundos, con una botella que deposito en mi mano.
- Bebela toda - dijo, aun en tono molesto - Y tendras que quedarte aqui hasta mañana, te revisare al amanecer.
Sin esperar una replica, salio de la cortina, alejandose.
- Y que la chica se vaya - agrego con un grito, desde la distancia, para luego perderse tras una puerta.
Mire a Sophie, esperando su reaccion.

Parecía estar algo molesta, pero como supuse, no hizo más preguntas de las necesarias. Salió de la habitación y se fue quien sabe a donde. Me pregunté hasta que hora se quedaba en su despacho, en algún momento tenía que ir a descansar ¿o no?
- Bueno, podemos ignorar lo último que dijo - comenté. Si dijo que recién iba a volver a venir por la mañana, no tenía por qué saber que me había quedado aqui. - Vamos, toma esa poción - le dije luego, al ver que la observaba pero no hacía nada para beberla. No podía ser tan malo.

Me mantuve sonriendo, ¿Ignorar lo ultimo?, aquello sonaba como desobedecer una orden, le mire con ternura alguno instante, luego abri la botella, y la bebi de un trago.
- ahg!.... esta heladisimo, es como beber escarcha - dije, haciendo una mueca, deje la botella vacia en el velador, y me recoste en la cama, esto de estar en reposo se me hacía raro, toda la situacion se me hacia rara en realidad.
- ¿Te gustó? - le pregunte de la nada, de forma totalmente expontanea, como si la idea hubiese encontrado su propio camino hasta mi boca para escapar de mis pensamientos.

Solté una pequeña carcajada al escucharlo y verlo hacer una mueca. Lo divertido, y extraño, de las pociones era eso, nunca ibas a saber como se sentían hasta que las probaras. Todas eran diferentes.
Su pregunta me tomó por sorpresa, no pensé que fuera a formularla. Me lo quedé mirando mientras parpadeaba un poco más rápido de lo normal.
- ¿Qué si tú... me gustas... a mí? - inquirí, pronunciando las palabras lentamene, algo abochornada. La pregunta había sido muy directa y a mí me costaba hablar de estas cosas. No ¿verdad? Oh, nisiquiera sabía por que lo estaba pensando, porque esa posibilidad no existía. Sacudí la cabeza - No, no eres del estilo de chico que me gusta - dije finalmente. - Ya te lo he dicho.

Rei ante su respuesta, aunque ahoge la carcajada para no molestar a la enfermera. Las costillas me molestaron un poco, y entonces note que sentia un ligero cosquilleo en esa zona, parece que la pocion ya estaba terminando de hacer efecto.
- Pregunte si te gustó, no si te gusto - dije, en tono divertido aun, su respuesta no me había descolocado, aunque estaba casi seguro de haber visto duda en sus ojos unos instantes atras. El problema es que, como siempre con ella, estaba solo CASI seguro, jamas seguro del todo.
- Cambiare mi pregunta, ¿Sentistes algo?

Lo observé reir, mi expresión no cambió. Hasta que escuché lo que me dijo; oh, bueno, habría jurado entenderle que si él me gustaba. Daba igual. Lo miré ahora sí sin entender.
- ¿Qué sentí cuando? - inquirí, sin saber a qué pretendía llegar con todo este interrogatorio. - No entiendo de qué estamos hablando - le dije.
Desvié mi mirada hacia el resto de la enfermería, me aburría que fuera todo blanco, no había nada con lo que entretenerse. Aunque en realidad supuse que ese era el punto, así los magos heridos podían descansar mejor. Finalmente volví mi atención a Alexander, esperando por su aclaración.

Senti que la sensación de frio se concentraba en mis costillas, casi parecia que saldria escarcha sobre mi ropa, pero me propuse ignorar aquella sensacion para concentrarme en sophie.
- Que si sentiste algo con ultimo beso que te robe - le dije con naturalidad, estaba casi seguro de haber sentido que se estrecio por un instante, queria saber cuanto de eso había imaginado.
El frio aumento de intensidad, y supuse que faltaba poco para que terminara.