Vaya... Pues no da tanto miedo... {Sophie-Chan}

Recuerdo del primer mensaje :

Una tarde bastante aburrida, me había acabado las tareas en la hora de comer, y por la tarde solo me habían mandado leer... Acabaría eso por la noche, ya que me gustaba leer por la noche, o después de comer, en las horas con más silencio. Las calles de Hogsmeade estaban prácticamente vacías, la mañana era calurosa y podía oirse a la gente dentro de sus casas, la mayoría se quejaban del calor, pero yo no lo tenía, claramente por una razón... Cabellos blancos, según tenía entendido, el color blanco, al contrario que el negro, "repelía el calor", y con mi condición de metamorfomago, era mucho más sencillo que con un asqueroso baño de pelo... Vi a lo lejos una casa de madera prácticamente en ruinas y abandonada...

- La casa de los gritos...- Sonreí divertido, esto me iba a gustar, nunca había entrado, pero quizás ese afán de aventurero, ráramente visto en los Ravenclaw, me traería probelmas, an así iría, pasé por la vaya de madera que tenía frente a mi y seguí caminando a pase lento pero firme hacia allí. Noté como mis cabellos sevolvían anaranjados... Me pasaba siempre que me ponía nervioso.

Observe como se subía a la mesa para ponerse en cuclillas y hecharle un vistazo al animal. Mire al gatito con una sonrisa. Era pequeño, seguro que sólo tendría un par de meses. Su pelaje rojizo me volvía loca, le hice algunos cariños y él se dejaba ronroneando tranquilamente.
- ¡Es tan lindo! - comenté con ojos soñadores y lanzando un suspiro - Si nadie lo quiere me lo quedaré - le dije con decisión y volvi mi mirada hacia el felino.
Me puse a meditar unos segundos... mi varita. Era todo un problema ya que la verdad no recordaba si la había sacado del castillo o no.
- Sinceramene no puedo acordarme - negué con la cabeza - Si la llevé conmigo hacia los jardines supongo que debe estar por la zona del sauce boxeador, y si no seguro se encuentra en mi habitación.

Salté de la mesa y empecé a caminar de un lugar a otro de la mesa, esto era muy raro, ninguno de los dos llevábamos la varita, nos encontramos en esta casa, y aparece un gato... Era como si estuviera todo pensado, sabía que en esa casa no habían fantasmas, no se oía nada desde hacía como veinte años.

- Es muy curioso... Es como si esto estuviese pensado, pero... ¿Quién iba a hacer esto para nosotros? Quiero decir... Dudo que El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado, si es que los rumores son ciertos, y de verdad ha vuelto, tenga algo que ver con esto, no gastaría tiempo en nosotros, somos solo un par de alumnos, y tampoco es nada de Dumbledore... No va por ahí regalando gatos. De todas formas, creo que deberías quedártelo... Pero con una condición. Debes darle un nombre.

Sonreí mirándola tras echar un vistazo al pequeño gato que se acomodaba en sus manos, los felinos eran muy extraños, siempre me emocionaba cuando pasaba algo raro con ellos.

- Es bastante extraño, sí. Lo estaba pensando hacía unos instantes, hay algo que no me termina de convencer. Pero, por otro lado, pienso que quizás sólo sean imaginaciones mías - respondí pensativamente. La posibilidad de que alguien hubiera puesto a aquel pequeño allí para nosotros era escasa. Es decir ¿quiénes eramos nosotros en todo esto? Nadie, no tenía sentido en absoluto.
Le sonreí al ver que él también pensaba que debería quedármelo. Vamos, era sólo un inofensivo gatito. Ahora venía la parte en la que tenía que dejar volar mi - poca - imaginación. ¿Nombre para mi nueva mascota? Estuve meditándolo por unos instantes, bajé mi mirada aún con una sonrisa al felino al ver que éste jugaba con mis cabellos.
Y entonces lo descubrí. Recordé mi viaje a África, hacía ya bastantes años, y me acordé de los leones. Mi gato tenía un gran parecido con ellos, era tan hermoso.
- Simba - dije sin nada de rodeos y volviendo mi vista a Kisu agregué - Mi pequeño se va a llamar Simba - sonreí

Me quedé sentado en la mesa observándola mientras su mirada estaba fija en el gato, no me extrañaba nada que le pusiera ese nombre, básicamente era León. No mal nombre, aun que a mi lo de bautizar se me daba fatal, peor que adivinación, y eso que se me daba fatal, solo lo tuve un curso y lo aprobé a base de muchísima imaginación y mentiras a mansalva.

- Es un buen nombre, seguro que hará honor a él cuando crezca.- Dije sonriéndole, pero aun había algo que me extrañaba, cuanto más lo pensaba, peor lo veía, era un gato en una caja, en un lugar que estaba completamente destrozado... Era ilógico, alguien tuvo que dejarlo allí por una razón en especial, quizás estuviera maldito... En cualquier caso, debía tener mucho cuidado con él, si de verdad era peligroso lo vigilaría de cerca cuando estuviera conmigo, era demasiado desconfiado, aun que lo contrario cuando conocía bien a alguien.

El felino, Simba, continuaba jugando con mis cabellos felizmente. Era tan divertido observarlo, era tan lindo e inocente. Mis dudas sobre su procedencia aún seguían allí, pero ¿qué se suponía que debía de hacer? Dejarlo aquí solo y encerrado no podría ni en sueños, la sola idea de pensarlo me entristecía. Amaba a los animales y no me importaba el motivo por el que mi gato hubiera estado en una caja, me lo llevaría conmigo. Si era una trampa luego lo descubriríamos. Fin de la discusión conmigo misma.
Observé de nuevo a Kisuke y asentí con una sonrisa. El nombre quizás no era de lo más original, pero sí me agradaba para ponerle a la criatura.
- Bueno ¿vamos a ver el resto? - inquirí aún con Simba entre mis brazos.
Todavía nos quedaban dos puertas que estaban cerradas en esta parte de la casa. Si hasta ahora habíamos pasado por esto, no sabía con que me podría encontrar en el resto.

¡¿Ah cómo se me olvido?! Si íbamos a ver el resto sería mejor tener algo de precaución.

- No le digas esto a ningún profesor o me matarán.- Le dije sonriendo mientras apoyaba una bota en la mesa y me levantaba el pantalón un poco bajo la túnica.

Saqué de allí un kunai, un arma parecida a un cuchillo de lanzamiento que usaban los antiguos ninjas, siempre la llevaba, desde cuarto curso cuando perdí mi varita en el bosque y me sentía desprotegido, era bastante bueno lanzándolo, y por si acaso siempre llevaba otro en la bota izquierda. Lo hice rodar en mi dedo y lo sostuve mirando su brillo metálico oscuro, sonreí y la miré.

- Ahora podemos continuar tranquilos, sé que una de las habitaciones es una sala de estar, todas las casas tienen una, esta también debería tenerla, y lo más seguro es que también tenga su chimenea.- Dije saliendo de la cocina en la que había infinidad de extraños ingredientes y tarros vacíos.

Al volver a salir al pasillo estuve algo indeciso entre entrar en una u otra puerta, ¿A dónde llevaría la otra puerta? ¿Un cuarto de baño? ¿O era tan antigua que no tenía aun...? ¿Y si daban a otra habitación con más puertas aún?

- Yo iré primero - Dije sujetando con fuerza el kunai y adentrándome en la habitación, estaba casi completamente oscura, salvo por una pequeña línea de luz que se colaba por la cegada ventana.