Baja de las nubes y pisa la piedra{Sophie}

Sábado por la mañana, soleada y libre de calor, era una combinación muy extraña, pero se agradecía, una ligera brisa veraniega surcaba las calles de Hogsmeade, pero la gente parecía disfrutar más en sus casas, no lo entendía.
Como si lo hubiese hecho siempre, recorrí las calles del pueblo con las manos en los bolsillos, al estar en vacaciones y fuera del colegio, tenía el derecho a vestir con ropa muggle, era bastante cómoda, sin embargo, aquellos que no estaban en casa, en su mayoría ancianos que se sentaban en bancos de la plaza y charlaban alegremente, seguían vistiendo con la habitual ropa de, túnica y capa. Seguramente tendrían algún hechizo refrigerador, o sino estarían asfixiándose.

Me acerqué a la fuente central, el agua emanaba de ella y producía ondas en la base, en el reflejo celeste vi a un joven rubio-castaño, con ojos claros, vestía una camiseta de manga corta de color azul, con una minúscula águila bordada, y unos vaqueros negros que cubrían sus piernas. Era yo, sin duda, me quedé mirando el reflejo en el agua, era hipnotizante... El reflejo, no yo.

Estaba empezando a perderme en la infinidad del cielo reflejado, pero por suerte una voz me sacó de allí. Respiré cerrando los ojos, no distinguí muy bien la voz, pero ese olor... Me era muy familiar, finalmente decidí dejar el trabajo a mi vista, y la fijé en la chica, era voz femenina, de eso estaba seguro. ¡Oh! ¡Era ella! La había visto muchas veces en clase, intenté recordar su nombre, vamos... Lo oíste hace menos de dos meses en clase de herbología... ¡Sophie! ¡Eso es!

- Sophie... Quinn, ¿Verdad?- Dije añadiendo una sonrisa muy poco común en mi, ya que normalmente sonreía por manía, esta vez lo hice de verdad.- Soy Dave Wishe, de Ravenclaw, si no recuerdo mal hemos compartido varias clases durante el curso.

La chica parecía un poco cansada, descubrí el por qué nada más mirarla detenidamente, llevaba consigo cinco bolsas cargadas de ropa, seguramente era una de esas chicas que sacaba toda su fuerza para poder elegir llevar bolsas cargadas. Me divertía la escena, siempre me parecieron interesantes las chicas que sabían valerse por si mismas, y no aquellas que dependían de la ayuda de su típico hombre que llevase todas sus compras en un descapotable rojo por una carretera que llevase a... ¡Dave, baja de las nubes! Debía dejar de ver ese aparato muggle... Era muy extraño ¿Cómo demonios pasaba todo aquello? Quiero decir... De repente el tipo le dice: "¿Te llevo?" Y a los diez minutos se estaban besando como si lo hicieran desde años... ¿Quién se iba a tragar todo eso? A parte del loco de mi bisabuelo... ¡¿Cómo demonios seguía vivo?!

- Veo que has aprovechado la mañana.- Dije con una corta risa silenciosa.-¿Qué has comprado?

No quería ser entrometido, solo que tenía curiosidad... Ah... La curiosidad, seguramente me llevó a Ravenclaw esa faceta mía.

Noté como volvió de su ensimismamiento a los pocos segundos de que lo saludara y volvía su mirada hacia mi persona.
- Así es - le dije algo sorprendida por el hecho de que supiera mi nombre. Eramos compañeros de curso pero nunca habíamos hablado entre nosotros, es decir sólo lo conocía de vista. Que casualidad encontrármelo aqui, al parecer él tampoco había vuelto a su casa por las vacaciones - Bueno, al fin nos conocemos personalmente - agregué con una ligera sonrisa.

Me senté en el borde de la fuente con un suspiro, no sin antes fijarme que no estuviera mojado. De pronto hacía calor, definitivamente salir de compras era un buen ejercicio para mi cuerpo.
- ¿Estás seguro de que quieres ver? - inquirí curiosamente. Creia que los chicos se aburrían al ver ropa, sobretodo ropa que nisiquiera usarían. No tenía problema en mostrarle, al contrario su interés fue más bien divertido. - De acuerdo ¿preparado? - le sonreí sin esperar su respuesta.

Agarré una de mis bolsas al azar, y saqué la ropa de ella con cuidado. Me encantaba el olor a ropa nueva. En ese local había comprado tres prendas: dos remeras, una blanca musculosa con una estampa de flores y otra lila simple y un vestido negro con lentejuelas corto, pegado al cuerpo y con la espalda escotada.
- Bien, ¿que te parece? - pregunté sonriendo e intentando descifrar su expresión.

A pesar del perfecto temporal que hacía, estaba empeorando, el calor comenzaba a tener poder, y el sol pegaba cada vez más fuerte, odiaba el calor, pero adoraba el verano, por suerte había una fuente con agua fresca que... Aggg.... También habían demasiadas personas cerca como para cometer alguna de mis locuras.
Sonreí ampliamente cuando me mostró su ropa, al contrario que la mayoría de la gente, me gustaba escuchar, que me confesaran secretos y manías por muy estúpidas que pareciesen, me gustaba mucho que la gente confiase en mi, y sobre todo, tenía un trato especial para hablar de todo esto con chicas, siempre me pareció más interesante lo que me podía contar una de ellas, a lo que diría un chico. Lo admito, los chicos podemos llegar a ser muyyy simples.
Puse atención a los colores y las formas que aparecían en la ropa, seguramente estaba acostumbrada a salir de compras, para sí era simple, sinceramente. A mi me valía con unos jeans y una camiseta de manga corta de cualquier color oscuro, muy simple para algunos, pero no me gustaba destacar entre la multitud.

- Debes de estar acostumbrada a salir de compras, yo jamás habría podido comprar tanto en una sola mañana.- Dije algo sorprendido dado que por lo menos llevaría diez prendas en total, pero seguramente más.- Aun me pregunto como puedes cargar con todas las bolsas.

Reí silenciosamente con mi comentario y me senté a su lado, la fuente no estaba mojada, pero se notaba levemente la humedad en la espalda, era una sensación agradable. La verdad me sentía como en casa , un clima húmedo, pero cálido, y a la vez reconfortante, me gustaba más la Escocia invernal, pero no me quejaba de como se veía en verano.

- ¿Cómo es que aun sigues aquí? ¿Estás pasando las vacaciones en Hogsmeade¿ ¿O te ocurre como a mi? Que tus padres aun no te han confirmado la fecha de vacaciones...-Pregunté alzando la mirada hacia el cielo.

Observé lo que me mostraba con admiración, zapatos... Parecían algo incómodos al ser tan altos, pero eran preciosos, tenía toda la razón, combinaban con el vestido a la perfección, además su cabello rubio hacía contraste, lo que la hacía la perfecta portadora de estos.

- Debes haberte gastado un pastón en todo esto... Seguro que uno se siente genial cuando gasta dinero en lo que le gusta...- Dije intentando recordar si a mi me gustaría comprar algo en particular, realmente no solía gastar dinero, pero si lo necesitaba, lo más seguro era que mis padres me lo diesen para comprar lo que quisiera, lo que yo quería no podía comprarse.- ¿Lo has comprado para alguna ocasión en especial?- Pregunté refiriéndome al conjunto de vestido y zapatos.

Se me hizo un tanto familiar esa respuesta, normalmente yo me quedaba en Hogwarts para que mis padres no sufriesen psicológicamente con sus paranoias de que me podía pasar algo si en una de mis transformaciones me topaba con alguien. Pero este verano quería ir a Escocia, se lo había pedido como cien veces por correo, pero no me habían dicho aun si podría ir o no.

- Bueno, no quiero meterme demasiado en esos temas... Pero la familia es complicada, y estará ahí por siempre, aun que no quieras...-Dije recordando al loco de mi bisabuelo... ¿Cómo podía seguir vivo ese carcamal?.- Yo... No, realmente aun no me han dicho si puedo ir, seguramente sea por que tengo cosas que hacer, o alguna tontería familiar...

Crucé las piernas quedándome sentado junto a Sophie, siempre me gustó que la gente me mostrase lo que le gustaba de verdad, así se me hacía más fácil hacer regalos, y realmente ella tenía razón, la camisa era genial, seguro que le quedaba perfecta, sinceramente, adoraba las camisas, ya fueran lisas, a cuadros, o con algún dibujo(estas últimas no tanto), combinadas con unos vaqueros siempre eran lo mejor, seguramente algunos me verían como un bicho raro a la hora de conjuntar ropa, pero adoraba las camisas junto a los jeans.

- Es perfecta, seguro que te ves genial con ella puesta.- Dije sonriendo.- Algún día deberías llevarme contigo de compras, sé que es raro que un chico se ofrezca a estas cosas, pero si voy contigo, estoy seguro que podrás ayudarme a elegir ropa que me siente mejor que la túnica de Hogwarts.

No es que fuera un inútil a la hora comprarla, pero quería probar la experiencia de ir a comprar ropa con alguien como ella, se podría decir que me hacía ilusión. El simple hecho de ver su ropa ya me tentaba a pedirle a mis padres que cambiaran una gran cantidad de dinero para ir a los grandes almacenes muggle, se decía que allí habían miles y millones de tiendas con muchas cosas, estaba seguro que no habría nada como escobas voladoras, o juegos de mesa mágicos, pero seguro que lo pasaba muy bien.

- ¿Qué te parece si algún día vamos a un...? Esto... Como se dice... A un... ¡Cetro Comercial!- No estaba seguro de si era así, pero más o menos era como lo recordaba.

Saber que estaba dispuesta a acompañarme a un centro comercial muggle me hizo curvar los labios hasta formar una gran sonrisa, estaba sorprendido, me esperaba un "Lo siento, pero apenas nos conocemos" o quizás un claro "Verás... Es que... Tengo que ir a visitar a mi abuela ese día" a pesar de no haber concordado la fecha. Pero al parecer, a ella también le hacía ilusión, no podía verse otra cosa en su cara. Solo imaginar la de tiendas que habrían allí... ¡Y seguro que habían librerías! Había leído muchas obras muggles, seguro que encontraba muchísimas, y no me saldrían caras.

- ¿Crees que en Londres habrá algún centro comercial?... Sé que hay muchos en Francia, mi madre ha ido miles de veces por el trabajo, pero apenas conozco Londres muggle...- Dije pensándolo detenidamente, aun que ne Francia no habrían libros en inglés, solo en francés, igual, tampoco necesitaba comprarlos.- Supongo que te dejaré a ti lo de guiarme por la ciudad, no se me da bien orientarme si me sacas de un bosque o de Hogwarts...

Reí levemente, miré al rededor, había reído por lo mismo que ella vio, éramos los únicos menores de cincuenta en toda la plaza, aun me preguntaba donde estaría toda la gente... ¿Por qué éramos los únicos jóvenes en todo el lugar? Además... Me sentía algo observado con tanto adulto a mi alrededor, como si me vigilaran. No soportaba que me vigilasen.

- ¿Quieres que demos un paseo?... Hace bastante calor como para quedarnos aquí, o si lo prefieres, podemos quedarnos, tampoco es que me vaya a morir por quedarme al sol.- Dije acompañándolo de una ligera sonrisa.

Genial, si me guiaba ella no acabaría preguntando a los muggles como salir de ese laberinto, seguramente ella dominaba ya esos lugares, sin duda alguna, nos divertiríamos como nunca, entrando de tienda en tienda cada vez con más y más bolsas, y luego si teníamos tiempo podríamos ir a alguna zona de ocio muggle, según decían había un juego llamado: Bolos, que parecía estar muy bien, consistía en derribar varios postes blancos con una bola redonda y pesada... Parecía un juego interesante.

- Sophie parece que no se han dado cuenta de nuestra desaparición...-Dije con sarcasmo volviéndome cuando tiró de mi mano, pues todas las miradas estaban fijas en nosotros.- Si quieres puedo ayudarte a llevar las bolsas, no sería ninguna molestia.

El camino que había tomado no tenía rumbo fijo, girábamos en una calle, y volvíamos a girar en la siguiente, simplemente nos perdíamos entre las casas de Hogsmeade, pero no me importaba mucho tenía alguien con quién tener una conversación interesante en cualquier momento.

Acepté su decisión, no eral alguien que insistía hasta conseguir lo que quería, sino se podía de ninguna manera... Lo dejaba, además, al parecer a ella le gustaba, seguro que como a mi me gustaría ponerme una armadura medieval y subirme a un caballo, en algún festejo de Escocia, se hacían muy a menudo, era esa una de las razones por las que quería volver, adoraba la Escocia mágica.

- Realmente por que me aburría en mi habitación, cuando uno es como yo... -No hables demasiado, Dave.- Quiero decir, cuando uno es... Tan activo, y que se acostumbra a moverse siempre, me aburre estar en mi cuarto sin hacer nada, los pocos deberes que nos pusieron para vacaciones los acabé hace tiempo, por lo que no tengo nada que hacer. No debería preguntarte a ti, ya que me acabas de decir que vienes de comprar ropa, pero... ¿Has venido a algo más?

Lo cierto era que cada vez que me hacían una pregunta, solía responder con lo mismo, era muy extraño en mi, dado que todo lo que hacía era por enseñanzas de mi padre o de mi abuelo, y esto era algo poco normal en ellos.

Reí divertido cuando mencionó lo de sus deberes... ¡Qué cabeza la suya!... Seguimos perdiéndonos, sabía que la hora de comer estaba muy próxima, pero no tenía ni pizca de hambre. Es más... ¿Qué...? Había oído una voz o... Sí, se oían voces.
- ¿Lo oyes?.- Susurré siguiendo el sonido.
Comencé a acelerar el paso, hasta que lo oía con claridad... Decía algo como: "¿Cuanto has conseguido tú?" o "Yo lo pille en la calle..." No llegaba a entender los nombres, pero creía saber a que se referían. Habían estado robando, eran carteristas, estaba seguro... Como detestaba a esa gente, si pudiera hacer algo... Lo que fuera...
Desde el muro de una casa donde estaba apoyado era imposible que nos vieran, pero... Temía que se fueran como si nada, no quería hacerme el héroe pero tampoco quería que se saliesen con la suya.
- Ladrones... ¿Qué hacemos?- Pregunté a Soph. Me esperaría un vayámonos, prudente, como lo haría todo el mundo, pero al estar con una Gryffindor... Todo era posible, aun que no sabía ni cuantos eran, ni siquiera si iban armados.

Volví la mirada a Sophie, parecía muy convencida de asaltar a los ladrones, pero olvidaba algo, ellos eran tres, nosotros dos. Ellos eran adultos, y podían hacer magia tranquilamente, nosotros aun no teníamos ni diecisiete años, y estábamos fuera de la escuela. Habían logrado robar a gente, por lo que tendrían experiencia en hechizos para confundir y desmayar a la gente, y nosotros tan solo sabíamos un poco de todo, hasta séptimo no nos enseñarían a defendernos como era debido.

- Soph, la llevo encima, pero no nos permitirán hacer magia fuera de la escuela, aun para detener a unos ladronzuelos como estos...- Dije tranquilamente.- Sal cuando se pongan las cosas feas, estoy seguro de que podrás hacer algo al respecto, aun desarmada...

Salí tranquilamente de nuestro escondite, sonriendo sin poder evitarlo hacia ellos, no iba sigilosamente, tampoco saltando, simplemente caminaba, habría ido silbando pero eso sería llamar la atención demasiado. Los tres malhechores sacaron sus varitas y me apuntaron, murmurando entre ellos, yo simplemente levanté las manos y los miré con mezcla de sorpresa fingida y diversión.

- ¡Vaya! Una bonita mañana para robar eh?- Dije sin abandonar mi sonrisa.- Bueno bueno... Tres contra uno y desarmado, pero... Si me lo permitís, utilizaré yo también un arma apropiada para un duelo mágico... Vuela

El viento silbó durante un momento, y un objeto alargado y azul llegó hasta donde me encontraba. En la losa más cercana a mi se había clavado una espada azul, brillaba como si fuera una varita que acababa de encontrar a su dueño, como si la propia espada supiera que iba a enzarzarse en una pelea. La saqué del suelo sin problemas, justo antes de que uno de los ladrones me lanzara un Confundus, que partí, literalmente, con la espada, de una estocada.

- Como veis tengo en mi posesión un arma mágica... Sí, es poco común, a no ser que seáis procedentes de Escocia, donde abundan en las familias conocidas... Pero lo dudo... Bien, que comience el duelo.

Los hechizos llegaban a mi uno tras otro, los desviaba o rompía, pero no podía acercarme a ellos, tenía que inmovilizarlos, pero si me acercaba, los hechizos serían más difíciles de parar.

Por un momento pensé que Soph se había vuelto loca, pero su ataque por la espada me salvó de una maldición que se desvió y logró hacer una pequeña hendidura en el suelo, frente a mi, ambos se dirigieron entonces a ella, no podía quedarme quieto, pero estaba demasiado lejos como para parar la maldición. Sujete con ambas manos la espada y apunté a Sophie.

- ¡Protege...!

Al momento el lobo fantasmal de la espada se lanzó hacia ella, interponiéndose entre el hechizo y ella, haciendo que el primero rebotase; aproveché para entrar en acción, no podía atacar con la espada, pues eso me debilitaría mucho. Alcé una pierna hasta la mandíbula del segundo, haciendo que cayese a un par de metros insconciente. El ser fantasmal volvió a la espada, tomé las varitas de los otros dos, y me las guardé en el bolsillo, sería mejor si no tenían varitas, pero romper una era un asesinato. Bien... Ahora teníamos a tres hombres insconcientes en el suelo y una bolsa con varios objetos como relojes de oro o anillos... No sabía como habría podido quitar un anillo a alguien, debían ser buenos en los encantamientos. Lo peor no era eso, sino que la gente había empezado a echar ojeadas desde las ventanas...

- ¿Y... Ahora qué? Si corremos creerán que hemos sido nosotros los asaltantes, pero me veo un poco estúpido al querer llamar a...- Por un momento lo olvidé, aun llevaba la espada en mano, la metí bajo mi camiseta y susurré algo como Desaparece. Al momento dejó de estar allí.-... ¿Deberíamos avisar al ministerio?

Justo en ese momento me odiaba por llevar vaqueros, la gente nos miraba aún peor por llevar ropa muggle o poco común. en fin... No habría nada malo si alguien llamaba cuando antes al ministerio. No hizo falta, al momento dos hombres vestidos con túnicas oscuras se aparecieron allí, esto no me gustaba nada.
Sentí como una presencia en mi mente, pero me resistí, el que tenía más cerca frunció el ceño y nos señaló a ambos.
- Ustedes dos vendrás conmigo, mi compañero se encargaré de los otros.- Dijo con voz grave. Se acercó a nosotros, nos tomó del brazo a cada uno y se desapareció de nuevo, llegando hasta una habitación enorme, habían muchas chimeneas por todos y el suelo era brillante.
Nos dirigió hacia algo como un ascensor, o por lo menos lo creía, pero los movimientos eran realmente raros... Un momento, estábamos en el ministerio de magia. Dirigí una nerviosa mirada a Sophie. El hombre nos llevó hasta un despacho y nos invitó a sentarnos.
- ¿Cómo pasó?- Preguntó tomando una taza de café.

Tras la confesión de Sophie, el hombre dio un trago de su taza mirándonos alternativamente. Dejó la taza de nuevo en el escritorio, y apoyó los codos en la mesa dirigiéndome una mirada fija y amenazante.
- Estás algo callado, chico... ¿No hiciste nada? Vas a dejar que tu amiga cuente todo, verdad?- Dijo mirándome fijamente, sus negrizcos ojos estaban fijados en mi.- ¿Acaso queréis que os crea? Ustedes aun no son mayores de edad, y sin embargo, habéis derrotado a tres magos adultos. Y yo me pregunto... ¿Cómo dos alumnos acabaron con ellos? Vuestras varitas... Por favor- dijo arrastrando las sílabas.
Apreté los labios, pero cedí, cogí la varita negra de mi bolsillo y se la di, no era mi varita, aun no tenía la mía propia, tras seis años, Olivanders aun no había conseguido encontrar mi varita.
Con un hechizo hizo ver el último, apareció una cama y unos zapatos saliendo de debajo a toda velocidad.
- El hechizo Accio- Expliqué.- Y los derrotamos sin varitas... Verá...

Le conté al hombre del minsiterio toda la historia, con todos los detalles, sin saltarme nada, o por lo menos nada importante.El hombre tomó un fichero de su cajón con otro hechizo de su varita y lo abrió mirándome extrañado.
- ¿Dave Wishe?- Preguntó mirándome con los ojos desorbitados. Asentí.- Así que... Tú eres el hijo del aquel mago que compró una montaña... Siento decirte que tu padre no sabe en que gastar el dinero... - Carraspeó y me devolvió la varita, mirando su taza- Bien, podéis... Podéis iros.
No parecía querer dejarnos marchar, pero salimos tranquilamente