Vaya... Pues no da tanto miedo... {Sophie-Chan}

Una tarde bastante aburrida, me había acabado las tareas en la hora de comer, y por la tarde solo me habían mandado leer... Acabaría eso por la noche, ya que me gustaba leer por la noche, o después de comer, en las horas con más silencio. Las calles de Hogsmeade estaban prácticamente vacías, la mañana era calurosa y podía oirse a la gente dentro de sus casas, la mayoría se quejaban del calor, pero yo no lo tenía, claramente por una razón... Cabellos blancos, según tenía entendido, el color blanco, al contrario que el negro, "repelía el calor", y con mi condición de metamorfomago, era mucho más sencillo que con un asqueroso baño de pelo... Vi a lo lejos una casa de madera prácticamente en ruinas y abandonada...

- La casa de los gritos...- Sonreí divertido, esto me iba a gustar, nunca había entrado, pero quizás ese afán de aventurero, ráramente visto en los Ravenclaw, me traería probelmas, an así iría, pasé por la vaya de madera que tenía frente a mi y seguí caminando a pase lento pero firme hacia allí. Noté como mis cabellos sevolvían anaranjados... Me pasaba siempre que me ponía nervioso.

No sabía que demonios estaba haciendo.
Decidí salir a dar una inocente caminata por los jardines de Hogwarts. Iba tan distraida que llegué hasta el sauce boxeador - que casi me mata con una de sus ramas. Es decir, de repente me pegó y me lanzó hacia su tronco. No sabía que hacer, me desesperé, si no reaccionaba rápido saldría gravemente herida. Observé un hueco que había entre sus raíces y no dudé en meterme.
Toqué mi rostro y noté que estaba sangrando, sin embargo no me dolía. Quizás fuera por la sorpresa. No sabía hacia donde me llevaba este pasadizo pero estaba dispuesta a seguirlo. Me habia dado curiosidad y, entre eso y volver hacia el Sauce, prefería descubrir que había al final del pasadizo. Estaba todo oscuro, casi no veia nada. Metí la mano en mi bolsillo para sacar la varita, así curaba mi rostro y de paso iluminaba un poco; pero no estaba.
- Demonios - susurré - esto me pasa sólo a mí.
Continué caminando hasta llegar a lo que parecía ser una casa. Estaba todo sucio y sin luz. El piso crujía a cada paso que daba.
- ¿Hola? ¿Hay alguien ahi? - pregunté, intentando sonar bien y mantener la calma.
Qué ridícula eres, Sophie. ¿Acaso piensas que alguien va a habitar este lugar? ¿Crees que si hay fantasmas van a venir y te van a decir ''Hola. Sí, nosotros estamos aqui''?
Sacudí mi cabeza, odiaba que mi subconsciente hablara. Continué recorriendo la casa despacio.

Oí ruido arriba... Vale, sí, lo mío no era la valentía... Ok? Pero la curiosidad sí... Debía subir? Pero y si era un boggart... O algo peor... Podría ser... Bueno prácticamente cualquier cosa... Ya no! Estaba seguro, allí arriba había una chica, o un bicho mutante con forma de chica. Fuera lo que fuese, cogí todo el valor que tenía y me decidí a subir las escaleras.

- Sí... Estoy yo...- Dije aun con los cabellos naranjas, estaba muy nervioso, acabarían por cambiar de color cada dos por tres.- ¿Donde estás?

Aqella casa era como n laberinto, pero me paré en una ventana, desde ese lugar se veía Hogwarts, aun era temprano, y la luz hacía que la casa de los gritos pareciese una casa de campo.

Sentí ruidos desde abajo y pegué un salto al escuchar una voz. ¡Oh, no! ¿Qué tal si después de todo los fantasmas si te respondían? Por favor, por favor, que no sea un fantasma.
Vamos ¿qué había pasado con mi valentía de Gryffindor? ¿Cómo podía desaparecer así? Lo medité durante unos segundos. En realidad, ser valiente no significaba no tener miedo. Ser valiente era que a pesar del miedo podías enfrentar las cosas. Suspiré y decidí buscar las escaleras - si es que habían, si no estaba perdida.
- Aqui - le dije a la voz con una sonrisa aflorando de mis labios. Si era un fantasma, me encontraría sin tener que jugar a las escondidas. - ¿En serio pretendes que te diga en que parte de la casa estoy si nisiquiera sé el lugar en el que me encuentro? Nisiquiera sé quien eres- inquirí.
Seguía caminando despacio, no quería que el piso hiciera ruido. ¿Quién sabía si la persona que se encontraba abajo era un mortífago o algún loco demente? Y encima yo sin varita.

La voz venía aun de arriba, sería mejro subir las escaleras... ¿Pero donde se suponía que estaban?Ojalá que no fuese un mortífago, o un hombrelobo o un vampiro. No llevaba encima la varita; sí, una acción muy inteligente por mi parte. Por fin creí encontrar lo que eran las escaleras, subí por la madera crujiendo en cada paso que daba... Esto no me gustaba, no quería hacer ruido, pero parecía una chica normal, o por lo menos por su voz. Cuando llegué al último escalón...¡Pum! ¡Golpe en la cabeza! El pelo se me volvió negro azabache y la piel blanca como la nieve, me pasaba cada vez que me enfadaba.

- Seiko...- Siginificaba J***r en japonés, usaba mucho ese idioma, puesto que mi familia aun lo hablaba para ocasiones especiales, pero yo no sabía demasiado.

Me acaricia la cabeza, justo donde me había golpeado, no tenía ninguna herida, menso mal.

- ¿Hola?... ¿Sigues ahí?- Pregunté. Mi tono de piel y cabellos empezaron a volver a la normalidad enseguida, ya tenía la piel de siemre y mis cabellos marrones.- Soy Urahara... De Ravenclaw... ¿Eres de Hogwarts?-Pregunté sin encontrarla aun.

Ok, piensa rápido, piensa rápido. No tenía idea de quién o que estaba allí abajo, podría ser cualquier cosa. Medité durante algunos segundos la amplia gama de posibilidades que se abrían ante mí. Decidí optar por la más segura.
Miré el piso un rato hasta que encontré lo que buscaba. No me sorprendió, ya que siempre en este tipo de lugares habían maderas sueltas del suelo. Me agaché y agarré una. El plan era que si necesitaba golpear a aquel extraño con ella, lo haría. Después de todo, mis fines eran pura y exclusivamente para defenderme. No lo hacía porque estuviera loca ni nada de eso.
De repente, sentí un golpe. No pude evitar que un pequeño grito saliera de mí. Luego, mi primer instinto fue preguntarle si estaba bien, pero me mordí la lengua. Vamos, controlate. Si seguía asi, iba a revelar mi posición; cosa que no iba a ser muy favorable. Apreté la madera que tenía entre mis manos con más fuerza.
El ruido había provenido de un lugar muy cerca, eso significaba que la otra persona estaba próxima a mí; aún así todavía no podía verlo. Lo escuché hablar. Dios, me parece que estabamos a una puerta de distancia. O la abría y le pegaba para que se quedara inconsciente, o esperaba a que él hiciera el próximo movimiento. Al final me decidí por la última opción, ya que no sabía si era alguien en una situación similar a la mia.
¿Ravenclaw? ¿Hogwarts? ¿Asique era también un alumno? Esperen, ¿qué tal si sólo decía eso para engañarme? ¿Para que confiara en él y luego atacarme? Me acerqué a la puerta.
- ¿Cómo puedo estar segura de que no eres algún loco psicópata? - le dije cerrando fuertemente los ojos y mordiéndome el labio inferior. No pensaba decirle que también iba a Hogwarts, a ver si luego usaba eso en mi contra. Abrí los ojos, todo seguía tal como estaba. La puerta aún no había sido abierta.

Su voz venía desde muy cerca, no podía estar equivocado, era desde allí. Me acerqué a una puerta pensando en una respesta, pero dejé la mano a centímetros del picaporte... ¿Y si era ella la psicópata?... No podía fiarme ni un pelo en ese lugar, pero tampoco quería hacerle creer que era n mortífago ni un asesino en serie.
- ¿Si lo fuera no crees que te habría matado ya?- Pregunté girando el pomo. Abrí la puerta despacio. My bien Kisuke... Desarmado, te metes en este sitio, y por si fuera poco,hay alguien que desconoces.
Allí había una chica, como daba a conocer la voz, cabellos tbios y ondulados, ojos claros y mediría poco menos que yo. Estaba tranquilo, o por lo menos hasta que vi que llevaba una estaca de madera ¿Pensaba aturdirme con un golpe?
- No pensarás golpearme con eso, ¿no?...- Dije retrocediendo unos pasos.
Si intentaba la violencia, no dudaría en usarla, al fin y al cabo no se me daban mal las artes marciales, realmente sí, pero yo creía que más o menos sabía.

Razoné sobre las palabras que me decía. El chico tenía un punto, si lo fuera ya habría hecho algo raro o me habría matado; pero es que el ambiente no ayudaba mucho a pensar bien de quién fuera que estuviera ahi. Aún así creo que era mejor a que no hubiera nadie, es decir por lo menos con él encontraría una forma de salir, cualquiera que fuese.
Contemplé como el pomo giraba y la puerta se abría despacio con un suave chirrido. Era el momento ¿Qué iba a hacer? Ya está, no tenía las fuerzas suficientes para golpearlo, mis manos temblaban ligeramente. En realidad sí las podía tener, pero seguro que él era mucho más potente que yo; diablos, este momento hubiera sido mucho más simple si hubiera tenido mi varita encima: un sencillo petrificus totalus y listo.
Divisé al chico que entró, su túnica era definitivamente de Ravenclaw. No presté atención a las palabras que me dijo. Me quedé parpadeando aturdida por unos instantes y luego emití un suspiro al tiempo que soltaba inmediatamente la madera, la cual cayó con un golpe sordo al suelo. Estábamos en el mismo equipo, o por lo menos eso supuse.
- Merlín, no te das una idea del susto que me has causado - le dije con una mirada desorbitada cuando al fin pude hablar, llevándome una mano a mi corazón que estaba latiendo muy rápido.

Reí, quizás por la forma de recibirme, ¿Tanto miedo le daba este lugar?
-Para ser una... Gryffindor... No has sido demasiado valiente quedándote ahí plantada, pero podrías haber usado un hechizo simple para atacarme, voy desarmado-Dije riendo- Por cierto, soy Kisuke, Kisuke Urahara, sé que ya he gritado mi nombre, pero no cuenta como presentación normal.
La chica parecía un poco asustada aún, no me extrañaba, era un lugar para locos, literalmente, esa casa parecía un manicomio encantado.
-¿Te parece si exploramos la casa?-Pregunté mirando las paredes ennegrecidas- Parece un lugar interesante.

Fruncí el seño a medida que lo escuchaba hablar ¿Asique no había sido lo suficientemente valiente? No era tan fácil salir, entre que no sabía a donde estaba, desarmada y enfrentarme a alguien que no sabía ni quien era ni como era. Eso habría sido más bien estúpido, no osado.
- Oh, osea que hubieras preferido que te pegara. Esta bien entonces, lo tendré en cuenta para la próxima vez - comenté con una sonrisa torcida al tiempo que me apartaba algunos mechones de pelo de mi cara. Seguro tenía un aspecto horrible, mi mejilla derecha - la que me había lastimado - ahora estaba cubierta de sangre seca. No podía explicar cuánto ansiaba tener mi varita en ese momento - Tampoco tengo la varita encima - le dije, sin dar más explicaciones.
No estaba de humor para contar mi historia. A todo esto, hablando de historias ¿cómo habría llegado mi compañero aqui? Me mordí el labio inferior mientras lo pensaba. Luego escuché que volvía a hablar y reí ante lo que dijo.
- Cierto, te he escuchado gritarlo por las escaleras - aseguré con una sonrisa - Yo soy Sophie, Sophie Quinn. Puedes llamarme Soph si quieres - agregué presentándome a mí misma - Sí que parece un lugar interesante pero espera un segundo ¿A dónde se supone que estamos?
Todavía no tenía la más mínima idea de a donde me encontraba. Sólo sabía que no era Hogwarts.

Reí y me apoyé en la pared crzando los brazos, a pesar de que este sitio era siniestro, la escena se me hacía divertida, incluso sabiendo que ese era un lugar tenebroso por la noche.
- Tampoco soy masoca al que leguusta que le peguen, pero, podrías haberlo intentado, o esconderte y hacer un ataque sorpresa.- Dije riendo.
Exploré la habitación en la que nos encontrábamos, no había nada en especial... Una cama, un piano viejo y medio roto, y un armario medio destrozado, y el suelo, las paredes y las patas del piano y cama etaban mordidas y arañadas, fruncí el ceño, eran como mordeduras de perro. Me acerqué y las toqué con las manos, eran de verdad muy profundas, podrían haber partido la madera, pero era como si se usase de mordedor, como lo que usan los bebés. Dirigí una mirada divertida a la chica.
- Creo que aquí habitó una bestia... Hace por lo menos... Veinte años, como mínimo.- Dije levantándome, iba a seguir explrando este sitio, salí de la habitación esperando que me siguiera, pero lo que encontré... Hizo que mi hipótesis fuera cierta, en esa habitación, solo habían sillas destrozadas, y una cama desplumada, el suelo y las paredes estaban llenos de arañazos profundos y la puerta estaba prácticamente destrozada. Eché una mirada divertida a Soph, ese lugar era espeluznante, pero a mi me gustaba.
- Siento no haber respondido antes a tu pregunta... Este lugar... Es La Casa de los Gritos, dicen que está maldita, pero yo no me he encontrado con nada anormal... Aun.

Reí ante su comentario. La próxima vez no dudaría en pegarle, tanto si era necesario... como si no. Ok ok, sólo si estaba en una situación como esta.
Observé como exploraba la habitación. La verdad no había nada de especial en ella, o por lo menos no a simple vista. Era todo un desastre, las cosas estaban rotas y llenas de polvo. Parecía todo ser muy antiguo. Me acerqué a él y miré mejor; ahora que veia en detalle, los muebles y objetos estaban llenas de mordeduras y arañazos. Abrí mucho los ojos y una exclamación salió de mis labios, ¿a qué se debería eso?
- ¿Qué te hace pensar que esa bestia ya se fue y ya no está aqui, acechándonos para en cualquier momento atacar? - inquirí mirándolo con una sonrisa. El lugar estaba obviamente abandonado, a excepción claro de nosotros dos.
Lo seguí y salimos de la habitación para entrar en otra. De nuevo, todo en aquel deplorable y mugriento estado; obviamente también lleno de arañazos y demás. No me sorprendía que toda la casa estuviera así, de hecho.
- Este lugar es genial para Halloween - comenté alzando las comisuras de mis labios ligeramente. - ¿Con que la Casa de los Gritos eh? Bonito nombre...
Llegamos hasta las escaleras y miré hacia abajo ¿que habría alli?

Sonreí de lado divertido por como era esto... Las marcas no eran de un animal común, parecían como de oso, pero más pequeñas y afiladas. La miré apartándome de la pared y llendo a las escaleras.

- Se puede apreciar que las marcas son de hace tiempo, además, hay mucho polvo, y seguramente, era una bestia que murió hace tiempo y sacaron su cuerpo, si te fijas, las endiduras solo se hacen un poco más grandes, y luego dejan de haberlas,seguramente tenían algun ser extraño de contrabando o algo así escondido.- Respondí mirando escaleras abajo.- Solo hay una forma de saberlo, lo averiguaremos.

Empecé a bajar las escaleras despacio, los escalones crujían con cada paso, no me gustaba esa intranquilidad que tenía el lugar, pero ella tenía razón, era un buen lugar para eso, o para una base secreta.

- Sin duda lo sería, pero habría que limpiarlo un poquito, por mucho miedo que quieras que de, no querrás ver tanto polvo, ¿Verdad?...

Abajo no había mucho en especial, seguramente la cocina, pero habían cuatro puertas, ¿Qué abría en las otras tres? ¿Baños y un comedor?... Y en la otra... ¿Qué podría haber?

Escuché con una mezcla de diversión y sorpresa las palabras que decía. Sí que era detallista, a mi nunca se me habría ocurrido deducir todo eso. O quizás sí, pero debería de prestar atención y estar realmente interesada en eso.
- Está bien, bajemos Sherlock - le dije guiñándole un ojo y soltando una risita.
A medida que bajabamos, los escalones hacían un chirrido que me daba escalofríos. Que fea sensación. A pesar de que era lo típico que pasaba en los cuentos de terror, nunca se me habría ocurrido que era así como se sentía en verdad. Decidí aumentar la velocidad y así llegué abajo en menos tiempo. Mientras más me demoraba, más lo pensaba y más insegura me sentía.
- Claro que no, pero el polvo le da un look más terrorífico - comenté riendo.
Estabamos en una sala que no tenía nada, salvo más de los arañazos a los que ya me había acostumbrado. Habían cuatro puertas, todas ellas estaban cerradas. Me entró la curiosidad.
- Veamos que hay aquí - susurré - ¿Cuál quieres primero? ¿Puerta número 1? ¿La intrigante puerta número 2? ¿Tal vez la puerta número 3? ¿O quizás la desconocida puerta número 4? - inquirí riendo mientras miraba a Kisuke.

(Perdón por la tardanza >.<)

La miré divertido mientras me dirigía a la puerta más arañada, parecía que la madera estaba podrida, y el pomo de la puerta había desaparecido, me lo pensé bien, ¿Sería buena idea entrar? Y si lo era... ¿Por qué iba a hacerlo? Ah... Ya, por mi curiosidad...

- Entremos en esta.-Dije empujando la madera, que dio paso a una escalera que iba hacia la oscuridad.- Mmmm... Esto está muy oscuro, y según me has dicho no tienes varita, y yo no la he traido...

Empecé a bajar los escalones esperando que Sophie me siguiera, cada paso sonaba más que el anterior, o quizás era que estaba agudizando el oído, no habían ni ratas, ni nada que pareciera tener vida, solo había oscuridad, aun que por suerte vi una rendija de luz. Me dirigí raudo a ella era una ventana tapiada, arranqué la madera con facilidad, la luz entró como un batallón en un castillo enemigo, ilumnandolo todo con prisa. El lugar parecía un trastero, en el habían cajas de madera con utensilios bastante raros, estanterías medio llenas de libros, y lo demás eran todo arapos y alguna escoba por ahí tirada.

- Vale, si algún día celebramos Halloween aquí, que sea en este sitio, pone los pelos de punta.- Dije mirando el lugar con la ténue luz de la mañana, aun serían las diez de la mañana. Vi que había algo, no me había fijado en ello.- ¿Qué es eso?

Me acerqué y aparté unas cajas, allí había una chimenea vieja y sucia, parecía que habían vivido murcielagosdentro un tiempo, peroya no había nada.

- Vaya, sin dda sería este el lugar perfecto, podríamos encenderla y no pasar una pizca de frío- Argumenté sonriendole.

Observé a Kisuke señalar la puerta en peor estado y la abrió, mejor dicho simplemente la empujó. Ésta, obviamente como todas las cosas de la casa, cedió con un chirrido que ponía los pelos de punta.
- No, perdí mi varita - le dije confirmándole sus palabras. El sólo recordar lo de mi varita me daba rabia y tristeza, no entendía como se me pudo haber extraviado así.
Kisuke empezó a bajar los escalones que se extendían luego de la puerta, comenzé a seguirlo. Noté como mis ojos se adaptaban a la cada vez más escasa luz, allí adentro estaba más oscuro que donde nos encontrábamos hacía unos momentos. Terminamos de bajar, o eso creia, y observé como mi compañero se dirigió a lo que parecía ser un pequeño agujero con luz. Sonreí al ver como todo se iluminaba de repente. Estábamos rodeados por muchas cosas extrañas.
- Este lugar es de locos - asentí riendo - Me intriga saber todas las cosas que deben de haber pasado aquí. ¿Te imaginas las historias que tiene para contar? - comenté con una pizca de emoción en mis ojos y observando a mi alrededor.
Me acerqué a las estanterías con libros - estaban todos llenos de polvo - y saqué uno al azar. Era tan antiguo que ya el título no se leia, lo hojeé por unos instantes y luego lo volví a dejar en su lugar.
- Me pregunto si alguien continuará viniendo aqui... - dije, sin darme cuenta de que había expresado mis pensamientos en voz alta. Era muy probable que no, ya que todo se veia muy dejado; aunque suponía que en sus épocas de uso tampoco fue el lugar más confortable.

Sonreí al verla curiosear por la habitación, a pesar de que apenas había luz, se podía apreciar en ella una belleza extrangera, sus ojos claros expresaban intriga por el lugar, y su dorada melena se bañaba con la ténue luz de la mañana. Me apoyé tranquilamente en uuna mesa viendo como ojeaba un libro, parecía atraída por el aspecto de la casa, yo estaba acostumbrado al trastero de la casa de Japón, no me era muy anormal ver objetos tapados con mantas blancas y otros tancos con cúmulos de polvo.

- No creo que siga viniendo gente, pero podríamos venir tú y yo más a menudo, parece un lugar perfecto para hablar con tranquilidad y sin que nos molesten, y en cuanto cumplamos la mayoría de edad, podríamos celebrar aquí la fiesta de cumpleaños, sería genial si lo decoramos un poco, al fin y al cabo... Dudo que alguien quisiera venir aquí.- Dije sonriendo.- Yo la cumpliré este verano, aun estoy pensando cual será mi primer hechizo fuera de la escuela, legalmente.-Añadí riendo.

- Me parece una buena idea, es el lugar perfecto para hablar tranquilos - le dije alzando las comisuras de mis labios ligeramente - Seguro que somos los únicos de Hogwarts que lo conocen, o por lo menos que han entrado en él. Nadie te molesta aquí porque nadie se atreve a pasar - comenté pensándolo unos instantes. Cuando necesitara apartarme ya sabría a donde podría ir. Aunque ciertamente era un poco aterrador al principio, en realidad, lo único que le hacía falta con urgencia era una buena sesión de limpieza y listo, magnífico. - A mí me falta un poco más que eso para cumplir la mayoría de edad... ¡Que emoción! Podrás usar la magia legalmente en donde quieras - le sonreí. No podía aguantar a que me tocara a mí cumplir los 17.
Exploré un poco más la habitación, me intrigaba muchísimo, era todo tan raro. Solté un estornudo al acercarme a una caja con curiosos objetos en su interior.
- Esto está tan lleno de polvo - comenté con una carcajada - Ya, ¿vamos a ver el resto de la casa? ¿O prefieres que nos quedemos aquí un rato más? - inquirí con un pie en la escalera para subir a ver lo que había detrás de las otras puertas.

Suspiré al pensar que pasaría mi último año en Hogwarts, el séptimo y me iba a trabajar, aun no tenía ni idea en que trabajaría, seguramente en Gringotts, pero no estaba seguro, o quizás podría irme a Rumanía, había una reserva de dragones o quizás lo mío era auror, como mi tío, que fue auror durante más de dos años. Sí, quizás esa era mi vocación.

- Creo en cuanto cumpla la edad, vendré a limpiar este sitio, y así lo podremos usar cuando queramos.- Dije siguiéndola hasta las escaleras.

Nada más poner un pie en un escalón, la madera crujió producioendo un sonido espeluznante.

- Vayamos a las otras habitaciones, volveremos a esta luego si las otras no son interesantes.- Dije subiendo tras de ella.

- Te tomo la palabra entonces, cuando seas mayor espero que este sitio sea un lugar mejor - le dije riendo y, al ver que me seguía, comenzé a subir los escalones. - De acuerdo - asentí y apresuré el paso, no sabía por que pero no soportaba subir las escaleras lentamente, tenía que ser rápido.
Llegamos al mismo lugar de antes y todavía nos quedaban tres puertas por abrir. Me adelanté y empujé con decisión la puerta de la derecha, no supe por que, fue más bien un impulso.
- Veamos con que nos encontramos aquí - dije entrando. La puerta, como casi todo lo que tocábamos en esta casa, se abrió con un chirrido - ¿Sabes? Además de limpiar tendríamos que arreglar este tema de los sonidos - comenté girándome para ver a Kisuke con una sonrisa.
Esta habitación no tenía escaleras y estaba mucho más iluminada que la anterior - aunque aun así no se veia todo con claridad. Poseía una mesita con una lámpara que colgaba del techo y una que otra estantería, todo lleno de polvo.
Me acerqué a la mesa y noté que había una caja sobre ella. No sé como, pero sea lo que sea que estuviera adentro debía de haber notado nuestra presencia ya que se movió.
- ¿Has visto eso? - le pregunté a mi compañero abriendo mucho los ojos.

Estaba algo distraido mirando las estanterías, en su mayoría habían objetos extraños, o ingredientes con nombres poco comunes, diría que era una cocina, pero los tarros con las etiquetas no contenían comida, bueno, aquello que aun contenían algo, solo tenía en su interior líquidos verdosos dos de los tantos que eran. Me giré rápido cuando habló Sophie.

- ¿Ver qué?- Pregunté mirando la caja.

No parecía nada raro, quizás se refería a que pasó algo por la ventana, la intenté abrir, pero estaba como pegaga, tiré con todas mis fuerzas hacia arriba, y se abrió con un sonoro chirrido, había que arreglar eso. Me asomé, pero no había nada, solo tierra marchita, y un brisa veraniega que sentaba mucho mejor que el ambiente de la casa. Miré de nuevo a Soph acercándome a ella.

- ¿A qué te refieres?- Interrogué ladeando la cabeza.- ¿Te ocurre algo?...

Sonreí un poco al ver su reacción, Kisuke no había visto ni entendido nada. O eso, o yo estaba bastante loca y veia cosas moverse, lo cual también era bastante gracioso. Negué un poco con la cabeza: seguro que él era el distraído, es decir no había ninguna razón por la que yo me estuviera imaginando cosas ¿verdad? Está bien que estuviera algo loca, pero tampoco para tanto.
- No, no. La caja - le dije mientras señalaba el objeto. Al ver que el chico seguía sin entender me acerqué un poco a ella - Es que me ha dado la impresión de que se ha movido - agregué con una sonrisita - Aunque quizás sean imaginaciones mías, no lo sé - y justo en ese mismo momento la caja volvió a moverse - ¡¿Lo viste?! - después de todo no debía de estar tan loca.
Caminé junto al objeto curiosamente ¿Qué podría ocultarse alli? Me intrigaba bastante saberlo; es decir, en esta casa no parecía haber signos de nada que estuviera vivo y sin embargo algo se movía dentro de la caja. Me inquietaba un poco el hecho de que no llevara varita, ya que si era algo malo no podría defenderme, pero que más daba. Seguro que ya nos habría atacado fuera lo que fuera.
La tomé entre mis manos ya que no era muy grande, tampoco pesada, e intenté abrirla, me tardé algunos instantes ya que estaba como pegada. Al final lo logré, miré adentro y me sorprendí al ver lo que se encontraba en ella.
- ¡Pero si es un gatito! - dije riendo al ver como el felino me miraba con sus grandes ojos verdes.

Observé atento lo que ocurría, tenía el corazón en la garganta, si era un bogart, no podríamos hacer nada, mi piel se ponía más pálida conforme pasaban los segundos, del miedo, mi aspecto asiático se dejó ver, era el aspecto que realmente tenía, pero no lo dejaba ver a los demás por miedo al rechazo; por suerte éramos dos y si permanecíamos juntos no pasaría nada, o eso se suponía, sentí los latidos en el cuello cuando la vi abrir la caja, sin duda era una opción muy osada, o muy valiente, seguramente muy normal en Gryffindor. Casi me da un vuelco cuando gritó que solo era un gato, me apoyé en la mesa mirando la caja mucho más tranquilo, pero la duda me perturbaba...¿Que hacía un gato en aquel lugar? Cómo había entrado? Las puertas y ventanas estaban cegadas, hasta hoy, que yo había conseguido abrir una puerta.

- ¿Un gato? Qué curioso... Debe haber algún agujero en la casa, por el que se ha colado... Sea como sea, deberías tener cuidado, quizás sea de alguien- Dije pensando en las posibilidades.

Luego se me vino a la cabeza que quizás alguien pudo haberlo encerrado allí, fuera como fuese, no me importó mucho, puesto que enseguida olvidé volví a la realidad, solo se trataba de un pequeño gato, podía significar ningún mal

Le dediqué la mejor de mis sonrisas al gato y lo saqué de la caja en la que se encontraba. No sabía si fiarme de él o no, la situación era demasiado extraña. Es decir ¿qué hacía un animal así encerrado en una caja? ¿Cómo había entrado? O en todos caso ¿quién lo había entrado? Mi mente se llenaba de todas estas preguntas y muchas más. Dirigí mi mirada de nuevo al pequeño, el cual lo cargaba en mis brazos, y todas mis dudas se fueron disolviendo de a poco. Era demasiado lindo como para ser algo malo. Sabía que no tenía que guiarme por las apariencias, pero aún así ¡era tan adorable!
Me di la vuelta hacia Kisuke y noté que su aspecto había cambiado considerablemente. ¿Era él? Casi tiro al pobre gato de la sorpresa que me llevé al verlo distinto.
- Si, me pregunto como habrá llegado hasta allí - comenté aún impactada - Oye ¿Acaso eres metamorfomago? - le pregunté curiosamente y abriendo mucho los ojos. ¡Que divertido, acababa de conocer a un metamorfomago!

Al ver que lo sacaba, subí un pie a una silla e hice fuerza para subirme en esta, que crujió considerablemente, pero enseguida subí en la mesa y me puse en cuclillas frente a ella, mirando al gato con curiosidad, era extraño, si fuera un animago tendría alguna marca en especial, y no me miraría en ese momento, con los ojos como platos, reí silenciosamente y subí la mirada hasta Soph.

- Creo que no tiene nada de malo, pero quizás deberíamos consultarlo en algún libro, o con alguien, pero no le veo nada de raro, quizás alguien se hartó de este gato y lo dejó aquí, pero tendría que haber llegado desde Hogwarts... O haber cegado de nuevo las ventanas y puertas.- Expliqué sin bajar de la mesa, que crujía con cada leve movimiento que hacía, sin embargo, no se rompería por eso.- ¿Donde perdiste la varita exactamente?