Reliquia y testigo Wishe- Parte 2 La serpiente

El viento rugió tras un rayo verde, el mar estaba colérico, jamás se había visto semejante tempestad. La vela mayor estaba comenzando a ceder, no había nada que hacer, iba a romperse, toda la tripulación estaba ahora esperando la siguiente orden del capitán, la madera crujió, una, dos, tres, y cuatro veces. La puerta se abrió con un suave movimiento, y dejó mostrar un hombre de oscuros cabellos y barba recortada, vestía una casaca larga negra y verde, con detalles plateados.
El capitán acaba de entrar a escena, y no perdió tiempo en explicaciones, con un simple gesto de mano, ordenó a todos sus hombres que le dejaran paso. Avanzó hasta proa y buscó algo bajo su capa. Un siseo parecido que parecía provenir de los labios del hombre, atrajo a una pequeña niña, de cabellos oscuros y ondulados, llevaba un felino consigo, un pequeño gato blanco, ninguno de los dos parecía temer a la tormenta. Tras otro siseo del capitán, la joven se volvió humo verde y se coló entre la ropa del capitán, que volvió a buscar algo. Un sonido metálico hizo que la noche se volviera mucho más intranquila. El hombre había desenvainado una espada verde oscuro, con un brillo muy peculiar, ninguna espada normal sería capaz de brillar de esa manera.
Uno de los tripulantes se acercó a un compañero y murmuró algo a su oído, el cual, difundió de la misma manera la noticia, al cabo de unos segundos, todos sabían lo que pretendía el capitán… Iba a parar la tormenta.
El hombre de vestimentas negras alzó la espada y susurró algo de nuevo con ese siseo… Era pársel, la lengua de serpientes. Traducido a nuestra lengua, pareció pronunciar un conjuro, que rezaba así:
- Jörmunganrd , reina de las serpientes y del mar, obedece mis órdenes, y calma la furia de los cielos.

Un chillido anunció la llegada de una gigantesca serpiente marina, que parecía salir de la espada, se sumergió en el agua, la cual comenzó a moverse aun más que antes. La bestia gigante salió de allí con un chillido, voló hacia las oscuras nubes, y las disipó con un soplido gélido, para volver de nuevo a la espada, que fue envainada.
Al momento, todo quedó tranquilo… Inmóvil… Sereno, como si nunca hubiera pasado tormenta alguna por allí. El capitán del barco, sin embargo, afiló la vista, hasta vislumbrar un rayo azulado donde estaría aproximadamente Escocia. Sonrió satisfecho y se dirigió a sus hombres.

- ¡Mis hermanos!.- Gritó tomando una botella de algún licor.- Hemos vuelto a salvar las vidas gracias a la bendita Serpiente Nórdica, celebremos que solo aquellos que merecen hablar pársel sean quienes puedan empuñarla.

Las palabras del capitán fueron acompañadas de ovaciones y el sonido de madera rota… Seguramente de algún barril que perdió la tapadera.

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