Cumpliendo órdenes {Hermione}

Llevaba un cubo entero de pus diluida de bubotubérculos, menuda tontería, el acné no era para tanto... Lo decía un chico que no lo había padecido, aun así, era algo natural, no tenía por qué curarse... Sí, ya sé, que no debía decirlo teniendo en cuenta que yo no... Oh, Merlín...
Vi como la sustancia se derramaba por el suelo... ¿A quién se le ocurrió la genial idea de hacerme llevar un cubo lleno de pus con olor a petróleo? Todo el mundo sabía que si algo malo podía pasar, yo estaría presente, SI o SI... No había más remedio... Saqué mi varita y apunté al suelo cubierto de pus.

- Frego... Fregotago.- Dije mal a posta para ver que ocurría.

Estúpida curiosidad mía.. Lo que había conseguido era que esa masa pegajosa desapareciera del suelo, y volviera al cubo... Pero ese no fue el único efecto, una de las camas parecía haber conseguido libertad de movimiento, no vida, que era muy distinto, ¡Pero estaba moviéndose sola! Me lancé rápido a pararla con mi propia fuerza... ¡Pero usa la varita, cabeza hueca!... Sonó en mi mente, ¿Cómo iba a usar la varita si estaba reteniendo una cama que se movía sola? Por suerte esa cama no estaba ocupada...

Caminaba por los pasillos de la escuela, era una de mis labores y tenía que hacerlo. Iba a doblar en la esquina, cuando mis pasos volvieron y miraron como un chico, que no había visto, o al menos no recordaba, estaba derramando un cubo repleto de una sustancia que a la distancia no reconocí, además su estado era totalmente desconocido.
Camine por el pasillo con tranquilidad. Al llegar a la enfermería me detuve en la puerta, dejando verme, y ver yo al interior, no sabía si reír, porque realmente como se encontraba el chico que hace segundos atrás había visto, era realmente gracioso o entrar en un estado de desesperación, en donde no sabía que hacer.

Él chico, parecía aún no verme, de echo, era imposible, yo estaba detrás de él y él estaba muy ocupado con la cama .- Immobilus-. dije con mi varita apuntando la cama.

De repente la cama estaba quita... ¿Cómo? Habría sido la voz que venía de atrás...Giré lentamente la cabeza, pues no reconocía el olor, para ver quién fue aquella que me ayudó, por la voz deduje que era una chica. Ojos marrones y cabello igual, no me sonaba mucho. Si no la conocía, ella tampoco me conocería.

- Muchas gracias, estaba un poco nervioso y no se me ocurrió ningún hechizo para remediarlo.- Dije pasando una mano por mi nuca mientras le ofrecía la otra, a modo de saludo.- Me llamo Dave Wishe, de sexto curso de Ravenclaw.

Vi que llevaba la insignia de prefecto en el pecho, sería mejor dar una buena explicación cuanto antes.

- Siento haberte molestado, tenía que traer... Bueno, este cubo, me dijeron que ya estaba preparado para que las enfermeras los metiesen en frascos y dárselos a los alumnos con acné, pero... En fin, no sé por qué me dijeron a mi que lo hiciera, sabiendo que no se me da muy bien tener que hacer cosas importantes.

Se giro lentamente y me miro. Paso una de sus manos por la nuca y la otra me la ofreció, aquello realmente era gracioso, pero no di señales de ello. .- Un gusto Dave -. dije haciendo un gesto, como una sonrisa Hermione Granger, quinto curso, Gryffindor -. dije dando los mismos datos que el me había proporcionado.

Comenzó a hablar nuevamente, no sabía si aquello era miedo o buscaba excusas las cuales decirme, pero aquello en verdad no me importaba Dave... -. murmure intentando llamar su atención .- No hay problema, tampoco me has molestado en lo mínimo -. dije mirando al chico y luego el cubo. A todos no suceden accidentes como los tuyos -. dije en un tono de complicidad extraño en mi.

¿Acaso, el temió por ser prefecta? Aquello no importaba mucho, a fin de cuentas, solo se trataba de una placa. Dave, realmente me había parecido curioso, era como el típico chico que esta en problemas y que no precisamente por accidente.
No pude evitar dejar escapar una risa, era una situación graciosa. Camine por la enfermería y me senté en una silla que había a un costado.

- ¿Quinto curso?- Pregunté sonriendo.- No te espera nada del otro mundo, sí que es cierto que los exámenes son algo más difíciles, pero no hagas caso de los rumores que se sueltan por los pasillos, lo único que hay que hacer en ese curso, es leer todos los días los apuntes, y no tendrás problemas.
Me senté en una cama que había cerca de su asiento. si era prefecta se suponía que estaría allí por las patrullas, yo jamás habría querido serlo, no me gustaba compartir la responsabilidad, solía trabajar mucho mejor solo.

- ¿Cómo es ser prefecto?- Pregunté con curiosidad en la mirada, que la dirigía a sus castaños ojos.- Quiero decir...¿Qué privilegios tiene serlo?
La verdad ya me lo suponía, el poder castigar a los alumnos, quitarles puntos por malas acciones, y tener algo más de poder sobre todos los demás, a excepción de los profesores, por supuesto.

La verdad, aun que me lo hubieran ofrecido, no hubiera aceptado jamás, era un título que no iba conmigo, al contrario que capitán de quidditch, me encantaba ese deporte y estaba deseando que abrieran las listas para presentarme como guardián.

Asentí con mi rostro ante su pregunta. Él era de un curso superior, y no dudo en aconsejarme, me dijo que no tuviese miedo y que no creyese en los rumores, pero yo no tenía miedo, yo quería seguir subiendo de curso, se suponían un nuevo desafío.
Se sentó en una de las camas continuas a mi asiento. Miro mis ojos y con algo de curiosidad en su forma de hablar me pregunto que se sentía ser prefecto.

En realidad, no es nada especial.. -. dije con sinceridad devolviendo una sonrisa. Algo como privilegios... -. dije en un suspiro mientras pensaba. Tal vez, poder pasearte por los pasillos hasta la hora que quieras, además de tener la confianza de los profesores, y por lo mismo nunca dudarían de ti... -. dije segura.

Pensé detenidamente en ello, prefecto, el lugar que jamás había querido ocupar, pero no de los que más respeto me infundía, después de profesor, seguramente sería genial un puesto como: sub-prefecto, ese puesto si me gustaría.

- Vaya... Pues tampoco está nada mal...- Dije moviendo las piernas que me colgaban de la cama, no era un chico bajo, pero las camas tampoco, las botas me rozaban con el suelo y me gustaba esa sensación.- Supongo que al ser prefecta, puedes castigar a los alumnos, no? O por lo menos imponer alguna sanción... Ese poder no está nada mal a la hora de controlar a los alumnos de primero o segundo. aun recuerdo cuando vine aquí por primera vez, menudo follón... Primero por que no quedaban habitaciones normales, y tuvieron que reabrir una pequeña, de tres camas, pero entonces me tocó dormir solo allí, aun no se está tan mal solo. Pero lo peor eran las clases, no paraba de preguntar el por qué de los hechizos a todos los profesores.- Recordándolo todo con una sonrisa divertida en mi rostro.

Movió un poco sus piernas, colgaba solo un poco de la camilla, no pude evitar sentir cierta ternura, no estaba segura si aquel chico me recordaba a los pequeños chicos tiernos o a mi infancia, fuese lo que fuese, me infundía cierta ternura.

.- Bueno si puedes reprender y poner algún tipo de castigo o sanción, pero créeme que no es una gran, gran sensación, o al menos para mi no lo es -. dije con sinceridad, tal vez, el tenía otro tipo de espíritu, de aquellos aventureros, aquellos que gustaban de sentir nuevas emociones, fuesen las que fuesen, siempre eran bien recibidas por aquel tipo de personas.

Deje escapar unas risas, aquel chico, seguramente tendría muchas historias distintas, y suponía que cada una era mejor que la otra, interesante forma de ser tenía, pensé. .- Todos teníamos bastante curiosidad en primer año, supongo que todos estábamos fascinados con la magia, además uno piensa que es casi imposible y luego llegar a un colegio especializado en magia, créeme que no te va a dejar sin cuidado. -. dije mientras observaba su sonrisa soñadora. Yo estaba en quinto año y aún a veces me costaba creer que todo ello era real.

Busqué en mis bolsillos algo, y al tocar un envoltorio de papel sonreí divertido, chocolate blanco, mi favorito. Lo saqué y partí un trozo para llevármelo a la boca y morderlo sin dejar de balancear las piernas, era algo que me divertía bastante, además, me sentía bien haciéndolo, siempre me gustó sentarme en sitios donde me colgasen las piernas, como un puente, una rama de un árbol, una azotea. Le ofrecí el chocolate, quizás también amaba este dulce como yo, me lo habían enviado mis padres desde Escocia, fue una gran idea, por que no sabía si en Honeyduks vendían chocolate blanco.

- ¿Quieres?.- Pregunté sonriendo.

Pensé en lo que me dijo, realmente a mi lo que me gustaba era impartir justicia y honor, no era el típico defensor del bien que solo ayudaba a los débiles, a mi me gustaba castigar a los que se metían con los débiles.

- Realmente, lo único que me gustaría de eso, sería poder castigar a quién de verdad lo merezca, pero por ejemplo, si un alumno de primer curso va por los pasillos en mitad de la noche, dirigiéndose a los baños por que los de su habitación están ocupados y lo veo, no querría castigarlo, ni mucho menos, lo acompañaría a los baños y luego a su sala común...-Dije pensando en la responsabilidad que conllevaba ser prefecto.

Busco algo en su bolsillo y luego sonrío. De pronto, saco un chocolate blanco y lo partió en trozos. Balanceo sus piernas y comió aquel dulce. Parecía un verdadero niño si se comportaba de tal manera. Me ofreció de aquel chocolate blanco, yo amaba ese caramelo, siempre recordaba cuando era niña, eran buenos y antiguos recuerdos de una infancia.

Asentí con el rostro y estire mi mano .- Gracias -. dije sonriendo dulcemente. Lleve el chocolate a mi boca y lo saboree, era delicioso, de echo, parecía aún mejor de los que había probado en algún momento pasado .- Es delicioso -. dije luego de unos segundos de silencio.

Me enternecí al escucharle .- Pareces un chico muy bueno -. dije con una media sonrisa De cierta forma acompañaba su pensamiento, pero fuera cual fuera la situación nadie, absolutamente nadie podía romper las reglas de Hogwarts, se suponía que por razones de seguridad se habían tomado tales medidas, y no dudaba en el sano juicio del personal. - Aunque, jamas se sabe de los peligros que pueden haber fuera de la cama y por la noche... - murmure -. No lo se, creo que de cierta forma es una situación extraña... - murmure confundida ante mis propias palabras.