Volando cuando los rayos del sol no molestan y el viento acaricia el pelo (Libre)

Me levanté con la sensación de haber dormido años. Miré por la ventana que estaba al lado de mi cama y observé un hermoso día nublado, aun con luz para poder volar a gusto, con lo cual me dispuse a entrenar un rato. Me dí una rapida ducha y luego comencé a vestirme. Me puse unos pantalones negros de cuero, algo gastados porque siempre los usaba para jugar, una camiseta manga corta de color negra algo ceñida y una sudadera gris con el logotipo de mi antigua escuela. Me puse las botas protectoras que usaba y guardé dentro la varita. Allí nunca se rompería o al menos durante estos años no había pasado. Miré debajo de mi cama y allí estaba mi querida amiga. Abrí su estuche, en el interior una preciosa Nimbus 2000 que me había regalado mi padre cuatro años atras, cuando rompí mi anterior escoba por no tener cuidado durante unos entrenamientos. La observé, mimandola con la mirada y luego abri un compartimento al lado donde estaba la snicht que habia cogido en mi segundo partido. La conservaba con un grato recuerdo ya que gracias a ella me había echo un hueco en el equipo de ese año y el echo de que Victor K. te felicitara era todo un elogio. Dejé de estar en mis pensamientos mientras cerraba el estuche. Salí de la habitación y pasé por la sala común llegando al pasillo dirigiendo mis pasos al campo de quidditch. Me crucé con algun conocido al cual salude con una inclinacion de cabeza y una sonrisa. No quería perder tiempo, ya que algunos aprovechaban para ir en días como aquellos a volar, y no me apetecia que estubieran los pequeños molestando. Seguí andando y me adentré en el camino hasta llegar al campo. No había nadie, era tarde para que dejasen volar sin permiso, algo bueno tenía ser Prefecto. Deje mis cosas en el suelo y saqué mi escoba. Seguidamente saqué la snicht y la deje volar, al tiempo que me subía a mi escoba. La perdí rapidamente de vista, pero no me importó. Si no la encontraba yo a ella, ella vendria a buscarme pues ya había sido poseida. Comencé a pillar altura, mientras sentía como mi pelo jugueteaba con el viento y buscaba divisar un pequeño destello dorado entre las nubes.

Cuando salí de Honeydukes en mi estómago todavía ardía la absenta. Di un toque al suelo con mi bastón y mi piel se empezó a tornar negra y sedosa, mis ojos carmesí, mi nariz a fundirse con mis labios y a unirse en un pico largo y afilado. Cuando noté que mis extremidades se tornaban en alas y garras, emprendió el vuelo el cuervo camino a la escuela. El viento acariciaba mi plumaje y me sentía natural, salvaje, iba a toda velocidad, hice una filigrana y ni me di cuenta de que entré al castillo, topé con su escoba y no se qué pasó. Caí dando vueltas hacía el suelo y cuando me estampé contra el césped sin recortar lo veía todo nublado. Tenía una astilla del tamaño de un pulgar clavada donde antes estaba mi ala derecha y ahora se encontraba mi brazo. No notaba el dolor, estaba aturdido y veía una sombra acercarse ami.

Aquella mañana estaba resultando especialmente aburrida, mi regreso a la escuela estaba resultando fastidioso, el ministerio tenia un ojo sobre mi, y ya no podia actuar con toda la libertad que quisiera, aquello era detestable.
De todas formas, mi encierro libre no me detendría para buscar algo de diversión, solo tenia que recordar lo basico, no podria excederme...
Mis pasos distraidos me llevaron al campo de Quiddich, no era un de mis lugares favoritos e el colegio, aquel deporte nunca se me dio bien, y la ultima vez que subi a una escoba, termino con una estrepitosa caida de ojos de fuego, sacudi mi cabeza olvidando ese asunto, y me gire sobre mis talones, me disponia a salir del lugar, cuando mis ojos captaron un destello dorado, afine más la vista, y vi que una Snish revoloteaba junto a los aros derechos, si había una snich en el campo, seguramente hacia alguien entrenando con ella, volvi mi mirada a los cielos, y la encontre, por su cuerpo, parecia ser una chica, volaba rauda por el campo, buscando la escurridiza pelota dorada.
Me apoye en uno de los pilares del campo, y espere a que encontrara lo que buscaba, despues tendria que decender y yo podria juzgar si podria sacar algo de diversion de ella o no.

Alli estaba yo, surcando los vientos, sintiendome libre entre las nubes. Lloveria dentro de poco, lo sentia por la humedad qeu se respiraba. Sonreí, adoraba volar bajo la lluvia, pero antes tendría que conseguir mi pequeño tesoro. La vi revoloteando y la cazé agilmente, justo cuando observé mas cerca del campo un cuerpo callendo a gran velocidahacía el suelo. Antes de que impactara solté un hechizo para que no se matar en el impacto.

Giré la escóba y sali disparada a donde yacia el cuerpo. Mas de cerca pude ver quien era. Memnock, sacudi la cabéza y sali corriendo hacía mi macuto y cogi un botecito que contenia una fragancia que hácia volver en si a todo el mundo. Volví corriendo a su lado y pude ver a otro chico acercarse.

Me acomodé el pelo tras la oreja mientras le hacía oler aquella fragancia.
-Vamos, Mem... Arriba.-

No habia notado al otro sugeto hasta que vi a la chica de la escoba onjurar, ¿de donde habia salido?.
Vi como era salvado de una caida que, si no lo mataba, le hubiese roto un par de huesos, y luego observe como la chica iba en su ayuda, camine hacia la curiosa pareja a paso tranquilo, dejando que la lluvia mojara mi rostro, y al sujeto sujetando el cabello de ella, y ¿oliendolo?, interesante, sonrei para mi adentros, quizas si habia dado con una fuente de diversión despues de todo.
Aun asi, lo primero que cruzo mi mente fue la duda más obvia, ¿como habia caido el sujeto desde el cielo si no venia en ninguna escoba?, alc la vista al cielo, y, efectivamente, no vi ninguna escoba descocada en el campo.
- ¿Murio? - pregunte a la chica, mirando con curiosidad al sujeto.

Ver que volvia en si, me reconforto. No me hubiera gustado que muriera despues de haberme molestado en los entrenamientos. Me separe de el rapidamente viendo que estaba biastante bien despues de la caida. Observé al chico mas de cerca, bastante atractivo, la verdad. Reí al escuchar su pregunta.

- Ojala.- Dije mientras cogia mi escoba para guardarla, haciendo caso omiso a Memnock. Demasiado daño me habia echo como para que a la primera fuese corriendo a sus brazos.

Senti como las gotitas me iban mojando poco a poco mientras guardaba la escoba, despues me levante y me acerque de nuevo a ellos.

- Soy Anna.- dije presentandome al chico desconocido.

En cuanto me asegure que el sujeto que cayo estaba bien, perdi todo interes en el, la chica acababa de levantarse, y era ralmente atractiva, me supuse que seria más interesante que el sujeto.
- Alexander preciosa - le dije con media sonrisa, mientras mis ojos carmesi se posaban en los suyos, era mi costumbre sondear las mentes ajenas cuando conocia a alguien, me daba una ventaja estrategica, pero cuando me dispuse a internarte, me encontre con un solido muro en su mirada, la chica sabia Oclumancia, y era hábil, sonrei aun más - Puedes llamarme Alex - con un movimiento rapido, deposite un beso en su mejilla, en forma de saludo.
Estaba tan concentrado intentado entrar en la mente de la chica, que no vi las sombras que subian por su cuerpo hasta que termaron de solidificarse en la mano de ella. Mi extrañado el efecto algunos instante, y luego desvie mi mirada hacia el sujeto, recordando que aun estaba alli.
- Un truco interesante, profesor - dije, poniendo en enfasis macabro en la ultima palabra - ¿Sabe otras cosas interesantes, o solo trucos de circo?

Observé a Memnock levantarse y le mire a los ojos, la verdad esque tenia unas ganas enormes de abrazarlo y hacer como si nada hubiera pasado. Pero no podia ser, me lo había prometido, no iba a ser tan facil. Miré al otro chico, Alexander. Le senti meterse en mi cabeza, pero no me preocupe, mi muero estaba perfectamente colocado.

Sonreí mientras sentía como de daba un beso. Bastante atrevido, pensé, pero no lé di importancia. Senti como una presencia oscura llegaba a mi mano y´senti como se transformaba en una rosa. Senti su suavidad entre mis dedos. Recordé su olor, pero no la movi. Simplemente la gire en mi mano.

Míre a Memnock y le dije gracias con una pequeña sonrisa. Escuchando el debate que se estaba iniciando.

- ¿Hacer con mi cara? - repeti, mientras la sonrisa crecio en mi rostro, di un paso hacia el, ignorando por ahora a la chica, y me plante frente a el, intente leer sus pensamientos, pero no fui capaz de sumergirme en sus pensamientos, era como si su mente no estuviera alli, mire sus colmillos con aire divertido.
- ¿Esos los usas solo para amenazar o tienen algun uso? - dije en tono divertido, muy cerca del sujeto, mi mano intento ir a mi varita, pero sabia que si cometia un error a estas alturas, el ministerio caeria sobre mi, asi que me controle un poco.
- No me digas que eres de los que le gusta morder cuellos y esas chorradas....

Observe como tornaba el color de sus ojos, recordandolo en aquellas veces que etubimos ambos solos.
- Como quieras.- dije responcdiendolo, le daria la oportunidad de explicarse.

Me senté en el suelo dejandolos a sus anchas a ambos. Comencé a juguetear con la rosa y con una ardillitaa que paso justo por alli. Me gustaban lo animalejos aquellos. Le di una chuche de gato que tenia en el bolsillo para mi gordo, al ver que le gustaba sonreí escuchando de fondo a Alex y a Mem.

-Prefiero desmenuzar, destripar, y devorar- Le miré, iracundo, Anna practicamente ya no estaba allí a mis ojos.

Analicé con atención su mirada, orgullosa y soberbia mirándome como a un ser repugnante e inferior. Me estaba cabreando. Mis ojos se tornaron tan carmesí que relucían de rojo ante la visión de semejante vacile.

Di un paso hacia él y me quedé a medio palmo de su cara. No movió ni un músculo. Y su mirada irónica tampoco cambió.

-Esto solo puede solucionarse de una manera- Dije, con un vozarrón casi gutural mientras noté que su mano apuntaba a coger su varita. Me recordaba tanto ami... Lo agarré con fuerza de la mano derecha, de la pechera.

Y con la mano izquierda, imponente, soberbia e implacable, saqué una botella de absenta. -Vicio- dije, con un tono casi sensual. Reí. A carcajadas. Le solté, le di un largo trago y noté como ardía en mi estómago. le ofrecí la botella con la mano derecha, y con la izquierda saqué mi pipa, me la coloqué en la boca, y esta, se encendió.

Senti que sus manos sujetaron mi ropa, a la altura dle cuello, y le dedique una amplia sonrisa, invitandolo a terminar el acto, su mano se metio entre sus ropas, y yo esperaba que sacara su varita, pero en su lugar saco una botella, aquello si fue una sorpresa. Despues de un largo trago, me la ofrecio, no pude sino sonreirle de nuevo, y sujetar la botella.
- Duende verde, ¿no? - dije, tras un largo sorbo, era un licos que habia probado antes, en rusia, cuando era más joven, tenia efectos interesantes sobre tu percepcion. Di otro trago, aun más largo que el primero, acabando con una buena parte de la botella.
- ¿De donde conoces a la chica? - le pregunta, restandole total importancia al hecho de que un profesor estuviese ofreciendome trago en el colegio, como si aquello fuese de lo más natural. Mis ojos volvieron a la chica, que se habia alejado un poco, y camine hacia ella.
- ¿Tu bebes preciosa? - dije, ofreciondole una botella que por demas, no era mia.

Cualquiera que hubieraa visto aquello de lejos se habría acercado a separalos, o al menos lo habría intentado mediante la magia. Yo sabia como acabaria en una breve formula: botella+borrachera=amigos para siempre.

Hasta que llegaran a ello me andube decorando el pelo con pequeñas florecillas que me iba trayendo mi nuevo amigito roedor. Era tan adorable. Saque un trozo de regaliz y me lo comí mientras le daba gominolas gatunas a Chip, si, se llamaria Chip. Pensé en lo raro que se beria a una chica enfundada en pantalones de cuero, con una sudadera algo vieja con el pelo lleno de flores y hablando con una ardilla. Sonreí imaginandomelo.

Sentí pasos y vi a Alex con una botella de absenta. Negué con la cabeza mientras veia a Memnock acercarse.
- Ya te gustaria a ti emborracharme.- dije sonriendole.

Saqué mi propia petaca, con el escudo de los Crowly grabado a fuego candente, un cuervo con una rosa negra en el pico sobre un escudo de armas que, inapreciable, me sabía de memoria, lila y negro con la inscripción: "La muerte es vida".

Dí un toque con mi bastón al suelo y un cubo lleno de regalices y otro con una pajita lleno de zumo de calabaza delante de Anna. -Eso, es para ti. Y Alex, quédate esa botella, tengo más- Reí.

Me senté al lado de Anna, la sonreí y después miré a Alex que miraba la botella hasta con cariño. Notaba que mi peso había disminuido un pelín. El absenta empezaba a hacer efecto.

Pero no se me notaba, no señor. Había dado tantas clases borracho como una maldita cuba que había aprendido a hacer que mis pedales fueran, realmente mi estado habitual. -Dime Alex ¿Quién eres?- dije, dedicándole una mirada que iba entre lo interesante y lo divertido.

Sonrei ante el comentario de la chica, Anna, me dijo que era su nombre, la estudie algunos instante más, sacando en limpio lo que habia podido averiguar de ella, la chica era de mente fuerte, no parecia haberse inmutado con la casi pelea que tuve con el chico hace unos instantes, ademas, su nivel de Oclumancia me decia que tenia cosas que no queria que averiguaran, nadie pone un muro cuando no hay nada que esconder detras, era una buena maga, nadie alcanza el nivel de oclumancia necesario para determe siendo mediocre, ademas, su ultimo comentario me decia que tenia un caracter algo complicado, aquello parecia muy divertido.
- Me subestimas preciosa, no necesito embriagar a nadie para conseguir lo que quiero - dije con media sonrisa, luego mis ojos se fueron hacia el sujeto, de el, habia podido sacar en limpio menos cosas, era un payaso, tenia serias dudas de que su caida hubiese sido real, acababa de demostrar, con creces, que era bueno en la magia, la unica razón por la que no se salvo a si mismo, era porque queria que la chica lo salvara, astuto de su parte, ademas, no era u sujeto comun, no pude leer su mente, y esto no fue efecto de la oclumancia, algo más, algo más oscuro, suponia.
- ¿Quien soy? - repeti su pregunta, aun sonriendo - Creo que la respuesta que tu puedes darme a esa pregunta es más interesante que la que podria darte yo, ¿Me equivoco?

Sonrei como una niña pequeña al ver lo que me ofrecia Memnock, cogí un regaliz y lo mordi mientras le observaba sentarse. Habia pasado tiempo sin saber nada dé el, muchisimo, y aun recordaba mis gustos. Eso hizo que me alegrase bastante. Rei ante el comentario de Alex y le guiñe un ojo sonriente mientras mordi el regaliz.

- Sientate si quieres a mi lado, no muerdo.- dije riendo.

Observé a ambos sujetos beber. No me gustaba cuando la gente bebia mucho, perdia toda conciencia y era horrible cuidar de ellos. Esperé que ninguno de los dos llegara al mal esttado, porque lo lamentaba pero, yo no estaria alli.

Estire mis piernas alisando el cuero con una mano mientras con la otra tras. Terminar el regaliz acomodaba mi pelo con cuidado de no tirar ninguna flor.

Era de admitir que los pantalones de Anna no hacían si no más que, ponerme cachondo. Realmente, lejos de la ternura natural que profesaba Kocran, Tenía para mí un altísimo grado sensual inevitable.

-Solo un profesor de encantamientos con estilo propio- Reí. No iba a contarle nada a este chico de primeras, resultaba, incluso, peligroso. -Y con algo de complejo de chupasangre, nada del otro mundo- Dije, quitándole realmente la importancia

Tuve que guardar la absenta. Me hizo esa pregunta y un nudo se presentó en mi estómago y mis ojos se tornaron de celeste. Seguía sonriendo, por supuesto, de hecho, besé la mejilla de Anna y me recosté en el pasto. Pero mis ojos seguían celestes. La única parte física de mi cuerpo, que profesaba la verdad.

Me sente frente a ellos, vi al chico besar la mejilla e la chica, y dedicarle una mirada algo lividinosa, la verdad es que la chica era bastante sexy.
- No me molestaria si lo hicieras - respondo a su comentario sobre morder, apoyo mis manos en el piso tras de mi, y miro de nuevo al sujeto.
- Solo un profesor, ¿Eh? - dije, intrigado, vi sus ojos cambiar de color, y me di cuenta de que lo hacian conforme cambiaba su animo, el rojo parecia ser molestia, aquel celeste ¿podria ser deseo?, aquel curioso efecto lo volveria facil de leer más adelante, cuando aprendiera a asociar los colores con sus estamos animicos, la verdad es que no nesesitaba legeremancia para leer a las personas que me rodeaban.
- Suena algo aburrido cuando lo dices asi - dije, dando otro largo trago a mi botella, senti como el calor del licos bajaba por mi garganta - Poco mienten para parecer menos interesantes de lo que son - dije inquisitivamente, con media sonrisa en mis labios - Debe ser un secreto peligroso el que escondes entonces.

Sentí como me daba un beso Memnock y´sonrei apartandolo de manera cariñosa. Observe su cambio de color, aunque sinceramnete el que mas me gustaba era el morado. Rei con el comentario de Alexander.Sentí la mirada de Mem y me mordi un labio sin mirarle.

- Me lo apuntare.- dije sonriente.

Me quíte las botas junto con unos calcecines de colores y deje sentir la hierba a mis pies. Me encantaba ir descalzay aprovechaba siemrep la ocasion de descalzarme. Observe mis blancos pies. Decorados con las uñas azules oscuras. Sonreí y miré a Alex.

- Hay secretos que donde mejor estan es dentro de uno mismo.

Dejé que Anna le respondiese por mí. Pasé de su cara. Ese chaval no debería saber mucho más sobre mí. De hecho, pensaba enterarme de su glosario de este año de Defensa contra las Artes Oscuras.

Pensé en aquello. En el baño de Prefectos. En la cena, los jardines. Anna. Lo siento. Me acuerdo de mi huida a Noruega tras el aviso recibido, no quería ponerle el corazón y eché a volar. Más muerto por dentro. Muerto. Je. Reí para mis adentros. Tenía que hacerlo.

-Lo siento- Le susurré a Anna en el oído. Le giré la cara suavemente y la besé, con mis ojos tornándose en violeta. Y me dejé caer al suelo. Esperando una posible bofetada seguida de una apresurada ida hasta la torre Ravenclawe

Estaba un poco distraída sintiendo algunas pequeñas gotitas de agua en mi cara. Cerré los ojos mientras apoyaba mis manos en el suelo. Justo cuando abrí los ojos sentí un susurro en mi oído. ¿Lo siento? No pude pensar mas cuando le sentí besándome. En un primer momento estuve a punto de corresponderle pero me aparté. Recordé todo el dolor que me había echo y eso pudo romper fácilmente todo.

Tenía ganas de darle una buena cachetada, pero eso le dolería en el momento, el buen disfrute ya lo había obtenido. Me levanté, quitándome la sudadera, quedando en una camiseta interior blanca. La dejé junto con mis cosas viendo como las flores caían.

Me acerqué a Alexander y le quité la botella dándole un buen trago. No era la primera vez que probaba aquello, ya lo había bebido alguna vez en algún cumpleaños de amigos en Bulgaria, lo nuevo era el sabor a regaliz mezclado. Sabía bien. Sentí el calor subir por mi garganta y sonreí sentándome junto a Alexander. Dí un bocado a mi regaliz pero no dije na.a

Observe toda la escena en silencio, obviamente ellos dos tenian una historia detras, mi innata curiosidad me exigia averiguar más sobre el tema.
Antes de que pudiera abrir la boca, la chica me arranco la botella de las manos, y le dio un largo trago, la mire, divertido por el asunto.
- Vaya vaya - digo, alternando la mirada entre los dos presentes - ¿Es practica comun robarle besos a tus estudiantes?, ¿O solo cuando son lo suficientemente lindas? - digo, con media sonrisa burlona.