Colmillos blancos en la noche (Dave)

Según lo hablado con Walden, debía estar en los lindes del bosque... Ya, en segundos empezaría la transformación... No tenía tiempo para escaleras.Tomé mi varita y salté por la venta abierta, iba a car precipitadamente.

- ¡Defodio!- Pronto un agujero enorme se hizo en la tierra, lo que la volvió más blanda, y caí hudiéndome hasta la cintura, no me hice ningún daño.

Busqué la luna en el cielo, oh... Qué brillante estaba... Sentí el impulso de ir hacia ella, había tomado la poción matalobos, pero durante unos segundos era salvaje. Oía mis latidos, comencé a escarbar en la tierra para salir, y correr hacia un lugar alto en dirección a la Luna Llena. Caí al suelo en un estremecimiento de dolor, ya venía, ya venía.

Solté un grito de agonía mientras mis huesos y músculos mutaban, estaba empezando la diversión...

Oh, sí... Nos divertiremos mucho esta noche¿Verdad?

El cabello blanco empezó a nacer de mi piel y mi cara se convirtió en un alargado hocico blanco. Mi columna se estiró hasta dejar paso a la cola, y mis manos se convirtieron en mortíferas garras. Mis ojos eran ahora amarillos con una tonalidad verde salvaje. Aullé irguiéndome, podía controlarme perfectamente, me dirigí hacia donde estaría Walden, no era difícil encontrarlo con este olfato tan afinado.

Era Walden, no había duda, había sido mi compañero de aventuras muchas otras veces, si no podía distinguirlo estaba ebrio. Ante su pregunta, me alcé hasta llegar a la parte limpia de un tronco de árbol, donde no habían ramas, y con mis mortíferas garras grabé un "NO" lo suficiente grande para verse a la tenue luz de la luna.

Volví a posarme en mis cuatro extremidades, no era muy cómodo forzar mi cuerpo lobuno, sobre todo por que si lo hacía demasiado podía perder el control. Dirigí una clara mirada a Walden de que estaba preparado para comenzar esa aventura lunar. Por lo que me sumergí en el mar de ramas y hojas, era como si el bosque estuviera hecho a mi medida, no había ningún obstáculo para mi, y me sentía lo suficiente fuerte como para derrotar a un centauro.

Oí un chasquido mientras corríamos por el bosque... ¿Qué demonios...? No podían ser las acromántulas, seguro que no, al fin y al cabo estábamos fuera de su terreno, aquí más habían... Clavé las garras en el suelo y ericé todos y cada uno de mis cabellos, este era el camino del lobo, lo había pasado miles de veces con una condición, si me encontraba con otro licántropo habría que quitarlo de en medio, pero nunca me había topado con uno, no podría ser verdad... Sabía que habían muchos hombres lobo en este bosque, que se reunían aquí, e incluso había llegado a formar manadas, pero parecía ser uno solo, debía tener cuidado.
De entre las sombras se irguió una forma negra, tan grande como yo, musculoso y de hocico largo, era adulto, de eso no había duda, pero tampoco la había de que no tomó la poción mata lobos, en sus ojos solo se veía ira.
Mostré mis colmillos blancos junto a la ferocidad de mis amarillentos ojos, por desgracia él me contestó por igual, solo podía significar una cosa... Duelo. Me estaba retando, era más grande que yo, y en un duelo de licántropos no había honor de por medio, solo victoria y derrota, habían llegado a haber duelos de 5 contra 1, esta vez éramos dos contra él, se metió solo en este lío buscándonos.

Luchar contra un licántropo no era cosa fácil, sobre todo si me acompañaba un animago que ahora era lobo, pero no sabía si los mordiscos le afectarían en esta forma.
Fuera como fuese, debíamos abatir al oponente, si intentábamos huir, nos atacaría por la espalda, lo mejor sería hacerle retroceder hasta que nos dejase tranquilos. Me agazapé y me lancé contra él, empujándolo contra un árbol y apartándome al momento, pero se recuperó muy pronto del golpe y blandió sus afiladas garras negras contra mi, utilicé las mías para bloquear el golpe, ambos estábamos igualados, y ninguno llegaba a morder al otro, teníamos prácticamente la misma fuerza, aun que él cedía mínimamente, seguramente era un hombre de unos cuarenta o cincuenta años. Gruñí mirándolo con rabia, si me descontrolaba mucho, podía perder el efecto de la poción matalobos, debía mantenerme a raya y no hacerle mucho daño a mi adversario.

Como un fugaz rayo blanco, pude ver a Walden atacando al licántropo negro en el hombro, eso me dio la ocasión de atacar, pues retiró su brazo y tres cortes nacieron en su pecho, al mismo tiempo que mis garras se bañaban de sangre, entre alaridos de dolor y gruñidos, el extraño se fue por un camino distinto. Teníamos vía libre, aun que sería mejor tener más cuidado antes de seguir esa senda de nuevo, quizás a la vuelta tendríamos que ir por el bosque espeso, sería mucho más seguro, aun que a la vez peligroso.
Me apoyé de nuevo sobre todos mis miembros y respiré con tranquilidad, habíamos conseguido vencer a un enemigo digno, eso se merecía por lo menos un paseo por Hogsmeade, comencé a caminar hacia allí junto a Walden, por suerte ninguno de los dos había resultado herido, era una suerte.

El camino era tranquilo, nadie nos molestó en el trayecto, seguramente, en Hogsmeade podríamos divertirnos un rato si veíamos una pareja de jóvenes paseando a la luz de la luna, los asustaríamos por imprudentes, o a algún chaval que se quería hacer el valiente buscando peligros... Ese sería mucho más fácil de asustar, y más divertido.
Tras varios minutos de silencioso viaje, ya se veían las tenues luces de las ventanas, en las casas de Hogsmeade, se podía oler el miedo, seguro que más de uno se había encontrado con un hombre lobo en una noche como esta, pero el temor no era el mejor arma contra un licántropo... No, la plata, no podíamos llevar nada de plata más de treinta segundos sin sufrir una quemadura. Ojalá que ningún habitante de Hogmeade llevase armas de plata.

Arrugué la nariz, tanta luz de golpe me molestó un poco, pero me apetecía ponerle las "manos" encima a algún chaval que se atreviera a molestarnos, sería divertido perseguirlo o aullar cuando estuviera cerca.
Comencé a oír murmullos y gritos en las casas cuando pasamos por la calle mayor, eso me hizo erizar el pelo de la espalda, sería genial, caminé sobre los cuatro miembros, junto a Walden, la sombra de dos seres lobunos de diferentes tamaños a la tenue luz de alguna farola o la luna, era terrorífica. Cualquiera que nos viera temblaría de miedo... Y con razón.
Me alcé sobre mis miembros traseros, y olfateé el aire... Olía tanto a humano que llegaba a ser algo difícil controlarse, pero podía hacerlo, si me había convertido en el salón de casa, y no pasó nada, podría hacerlo allí, me controlaría, además la diversión acababa de comenzar, había olido algo, un varón... Joven, unos... Treinta años... Estaba a dos calles de allí. Salí raudo hacia su encuentro, sería genial que viera primero a Walden, y se alejara, pero al darse la vuelta se topase conmigo.

El hombre parecía mirar algo detenidamente, algo como un anillo, murmuraba algunas palabras y reía silenciosamente, yo me quedé pegado a una pared, en la esquina de una saca, observando, parecía tener un anillo entre los dedos, y por sus ropas no parecía haberlo comprado, iba vestido con una túnica desgastada y raída, con varios parches, seguramente sería un ladrón. Esperé a que saliera Walden antes que yo, sería genial la impresión que se daría al ver a un lobo y luego a licántropo tras este. La emoción me embargaba, nunca había hecho esto, y deseaba asustar a ese landronzuelo.

Pronto olí al hombre cerca, Walden lo estaba atrayendo hacia mi posición, perfecto, me iba a divertir mucho.
Me acurruqué en mi mismo formando un ovillo. Parecía más bien un cachorro de lobo, para cuando se acercara me iba a divertir como nunca, pensaba darle el susto de su vida, aún teniendo la poción matalobos, si mordía podía ser transformado.
Al momento llegó Walden, y el hombre que lo seguía, que al verme, se quedó mirando impasible... Claro está, hasta que comencé a levantarme. y superar su altura. Lo miré fijamente y rugí abriendo mis fauces para mostrar mis mortíferos colmillos blancos. El hombre comenzó a correr, pero yo quería seguir jugando, por lo que me eché sobre mis cuartos y lo perseguí entre las calles sin demasiada velocidad, para que no se cayese, quería que corriera, ni siquiera había hecho uso de su varita aún.

El hombre acabó por refugiarse en una casa ajena, si hubiera podido gesticular, se habría formado una sonrisa en mi cara. La verdad, me divertía muchísimo todo aquello, volví con Walden, la noche no había acabado, no pasaría nada por molestar un poco más a los habitantes de Hogsmeade, no?
Fuera como fuese, tenía ganas de divertirme, y ningún humano iba a impedírmelo. Al encontrar de nuevo a mi compañero en forma humana, pensé por un segundo que había peligro cerca, pero no estaba seguro, podía oler cosas físicas, no el peligro ni felicidad ni nada por el estilo. Miré a Walden extrañado, la verdad, que un licántropo se te quedase mirando no sería la mejor escena del mundo.