Aula de la clase de Pociones [solo Jake Allen]

La bufanda a rayas amarillas y negras ondeaba mientras mis pasos me conducían a gran velocidad al aula de clases de pociones. En mis manos descansaba un ejemplar de Guía rápida para lograr pociones efectivas del Señor Abetus Finnigan. Un libro bastante grueso cuyas pastas parecían haber salido de alguna guerra y cuyas páginas se sostenían débilmente por un pequeño filamento de pegamento adheridas a lo que quedaba del lobo del libro.


Se trataba de uno de esos viejos libros que tenía Hogwarts para facilidad de los alumnos. Entre en concreto se había mantenido olvidado en uno de los armarios del aula de pociones. Y después de haber sido catado por mis ojos, ahora me encargaba de que fuera devuelto. Ni siquiera me percaté de lo que había dentro de la clase. Me acerqué al armario e introduje el libro colocándoos con el resto. Pero un gorgoteo producido por uno de los calderos hizo que mi mente regresara a su lugar, provocando que todas aquellas ideas que había sacado de la Guía rápida para lograr pociones efectivas del Señor Abetus Finnigan, se esfumaran para poder apreciar lo que de verdad había pasado por alto.

Iba con prisas atravesando los oscuros pasillos de las mazmorras de Hogwarts. Había quedado hacía 5 minutos con Gared Tirs para practicar hechizos en un sitio alejado y que no supusiera riesgos, y habíamos elegido un aula vacía de las mazmorras del castillo.

Me encaminé andando a paso ligero por el pasillo del aula de pociones, cuando de repente olí algo extraño. Siguiendo el rastro me dirigí al aula de pociones e intrigado abrí la puerta. Allí vi a Peter observando junto a un armario lleno de libros como de un caldero de la sala empezaba a brotar un líquido viscoso del color del cemento, que alcanzaba el suelo del aula y se extendía en todas las direcciones.

-¿Qué ocurre?- pregunté acaloradamente a Peter.

Mientras decía estas palabras, la masa homogénea de color grisáceo avanzaba en todas las direcciones, descomponiendo la madera de las mesas y sillas que entraban en contacto con ella.

-¡Allen!-se abrieron mis ojos cuando apareció por la puerta. Se trataba de un alumno de sexto año, de la casa de Ravenclaw. Su clase coincidía con la mía en Adivinación y Trasformaciones. Pero era la primera vez que nos veíamos en el aula de pociones.

Intenté retroceder ante aquella masa viscosa que se iba extendiendo más y más. La mesa donde se había encontrado el caldero había desparecido y ahora todo el líquido parecía moverse con autonomía.

-Allen....-dije asustado mientras aquel líquido viscoso fijaba su objetivo en mí. Era lento pero era imposible que pudiera saltarlo para ponerme a resguardo. Me agarré a la estantería y me rescolgué de ella sintiendo como esta corría lentamente el mismo destino que el resto de objetos-Nunca he sido demasiado bueno en pociones.... ¡¿Se puede saber que es eso?!

Mil y un pociones pasaron a la velocidad de la luz por mi cabeza. Me fijé rápidamente en la textura, color y olor para intentar determinar la poción, pero no sacaba nada en claro. De repente se me ocurrió que pudiera ser una poción errada, un brebaje con finales catastróficos. El caldero no dejaba de babear esta peligrosa sustancia como si fuera un pozo sin fondo, y Peter estaba acorralado. Se me ocurrió una arriesgada idea para sacarle de allí..

-¡Peter!-exclamé- Tengo un plan... ¿confías en mí?

-¡No tengo muchas posibilidades!-dije aun rescolgado sintiendo como mis dedos comenzaban a resbalarse. Pero entonces conseguí moverme a la estantería de al lado, mientras la anterior era devorada por aquella extraña masa viscosa-¡Por favor sea lo que sea hazlo rápido!

Tenía que aguantar un poco más. Tenía que hacerlo aunque corriera el riesgo de no poder tocar la guitarra en varios días,... o semanas.... los dedos comenzaban a dolerme.

Sudoroso, saqué la varita del bolsillo de mi pantalón. Podía ver como de un momento a otro Peter caería a ese mar letal que seguía engulléndolo todo y no se atrevía a pensar que podría ocurrirle. Tras dar una profunda inspiración levanté la varita y apunté con ella directamente a Peter.

-¡Mobilicorpus!

Peter se separó del armario al que estaba aferrado, ahora sin control de su cuerpo. Se mantenía flotando en el aire, a poca distancia del techo del aula. Con cuidado, hice un amago con mi varita atrayendo a Peter lentamente hacia donde estaba yo, alejándolo del peligro. Poco a poco le hice descender en altitud y cuando ya estaba en un lugar sin peligro di una pequeña sacudida con la varita y Peter cayó al suelo, a salvo.

-¡Oh gracias!-grité efusivo aun con el cuerpo temblando mientras me lanzaba a los brazos de Allen dándole un fuerte abrazo de agradecimiento. Entonces me di cuenta... me aparté rapidamente de él y sacudí mi túnica mientras, acalorado quitaba aquella bufanda honorífica de Hufflepuff de mi cuello-Lo siento...

Me sonrojé. ¿Quizá había tomado demasiada confianza? Habían sido seis años compartiendo aulas. Aunque apenas habíamos intercambiado palabra alguna en estos seis años. Normalmente los alumnos de Hogwarts preferían pasar su tiempo libre con alumnos de su misma casa. Así se evitaba el tener que separarse a lo largo del día. Aun recordaba la primera vez que hablé con Allen... puedo recordarlo con nublosidad...

"Salíamos de clase de encantamientos... el señor Flitwick nos acababa de enseñar uno de sus encantamientos. No recuerdo bien si se trataba de wingardium leviosa o ¿quizá era algún hechizo convocador de primer nivel?

El caso es que al día siguiente teníamos que entregar una redacción acerca del encantamiento. Había pasado demasiadas noches en velas estudiando para otras asignaturas que lo pasé por alto... preocupado se lo comenté a un compañero de mi misma casa... pero fue él el que accedió a prestarme su redacción para poder copiarla sometiéndola a algunos cambios...."

Ya con el pulso normal recobrado guardé la varita. Nunca había conocido demasiado bien a Peter Aure, ni siquiera lo consideraba amigo, solo un compañero de clase con el que a veces había coincidido. "Qué casualidades nos llevan a conocer a gente", pensé.

De repente me acordé de mi cita con Gared, pero antes de irme decidí compartir mis inquietudes con mi acompañante:

-¿Cómo diablos ha ocurrido esto?- me parecía que esto debía haber sido obra de alguien, y no precisamente sin quererlo- ¿Viste a alguien cuando entraste?

-No,... bueno-rehusé-No lo sé. Quiero decir, tenía prisa en devolver el ejemplar de Guía rápida para lograr pociones efectivas del Señor Abetus Finnigan... cuando me quise dar cuenta de que fuera lo que fuera el contenido del caldero comenzó a alimentarse de las mesas del aula y... bueno, creo que ya sabes el resto.

Observé como en sus ojos había una pizca de sospecha. No lo conocía lo suficiente como para verificar el que estaba pensando en algo realmente retorcido cuando decidí preguntarle.

-¿Qué piensas Allen?-pregunté-¿Crees que....?

Me quedé pensando unos instantes, sin decir nada. Todo aquello era muy sospechoso. Las clases de pociones habían acabado hacía horas y esa poción todavía tenía el fuego encendido, por lo que era reciente... Además, el catastrófico resultado indicaba que había sido elaborada con prisa, como si el que la hubiera estado preparando quisiera acabar rápido sin ser visto.

Alcé la mirada y barrí con ella toda la sala... Al fondo, pude ver una puerta que no estaba cerrada del todo. Desgraciadamente, todo el camino hasta llegar a ella estaba todavía bañado por la poción...

-Vámonos, -dije al fin- avisemos a algún profesor.

Suspiré al escucharle. Era lo que más quería en aquellos momentos, salir de allí. No estaba seguro si los profesores fueran a serle de gran ayuda y más sabiendo que los exámenes estaban a punto de comenzar y estos estarían ideando la forma de suspendernos.


-¿Te gusta el quiddicht?-pregunté intentado calmar aquella tensa situación haciendo referencia a aquel deporte del mundo mágico. Esbocé una sonrisa mientras caminábamos por el pasillo.

Mientras Peter y yo caminábamos alejándonos del aula de pociones intenté apartar de mi mente las cada vez más enredadas teorías de lo que acababa de pasar. Peter empezó a conversar conmigo, lo que fue de gran ayuda para conseguir mi propósito de no pensar más en lo del maldito caldero.

-Me gusta bastante verlo, sí, pero no jugarlo.-respondí.- De hecho, soy bastante patoso encima de una escoba, soy una persona que prefiere los juegos de tierra.-En ese momento me vino a la cabeza la primera vez que monté en una escoba, la cual había acabado estampada en un tejado.- Mi padre, que es muggle, me ha aficionado a otros deportes no mágicos que son también muy curiosos.

Al llegar a la bifurcación siguiente, me acordé de que hacía ya rato que tenía que estar con Gared practicando encantamientos y me imaginé su cara de furia por mi tardanza.

-Bueno, -dije parándome en seco.- yo me quedó en las mazmorras, tengo un asunto pendiente. Un placer haberte conocido, aunque haya sido así -solté una carcajada y le tendí la mano a Peter.

-Yo soy aficionado a los deportes mágicos-apunté mientras conversábamos-Para mí fue bastante sorpresivo el descubrir todo este mundo, pues mis padres son muggles-sonreí.

El pasillo se extendió unos metros más adelante hasta una bifurcación. Entonces escuché lo que Allen dijo y sonriendo agité su mano.

-Yo debería de volver a la sala común de mi casa-dije- Espero no sonar como mi hermano de ocho años pero,... ¿Podríamos ser amigos?

A decir verdad conocía bastante gente en Hogwarts. Pero con Allen todo era diferente. En estos instantes que habíamos compartido había empatizado con él bastante rápido. Quizá me equivocara pero sabía que era una persona en la que podía confiar.