Pasando del tema. [Alex]

Suspiré y comencé a rozar la madera de la mesa con las llemas de los dedos, sintiendo la textura de las vetas distraidamente rondando al rededor de la taza.
No miraba al resto de los alumnos. Era muy temprano y en vacaciones no estaba nada lleno, sólo algunos en las distintas mesas, desparramados según cómo caían. No solía tener hambre por las mañanas pero últimamente me estaba esforzando en acostumbrarme. Había intercambiado algunas palabras con la chica de mi casa que tenía al lado, pero no había pasado de un par de frases sin importancia.
Miré el té de la taza, tarareando al tirar un par de terrones de azúcar dentro y viendo cómo se desintegraban. Era curioso fijarse en ese tipo de cosas que a nadie le importaban, aunque yo era la rara que se fijaba en esas tonterías. Tonterías que me parecían dignas de ver. Tomé la cuchara y revolví la mezcla mientras curvaba los labios ante aquella paz. De verdad habia echado de menos ese silencio desde el dia de la fiesta, donde el bosque había generado un par de pesadillas poco agradables de recordar. Tanto que tendría que sacarlo de dentro.
Hice aparecer una pluma y un papel y comencé a dibujar, apoyando mi mentón en la mano con los ojos adormilados.

Había empezado de forma algo brusca mi anterior acercamiento, y aunque el resultado me había encantado, estaba decidido a buscar alguna otra emoción en aquellos ojos que me habían obsesionado desde aquel día, cualquiera, eso daba igual.
La vi sentada en la mesa, estaba absorta observando su taza.
La observaba mucho desde hacia unos días, pero ella jamás lo notaba, jamás parecía notar nada de su alrededor, era como si viviera en su propio mundo, aquello era divertido. Miré mis manos, no fui a la enfermería a sanar las quemaduras, mi mano derecha aun mostraba la forma perfecta del pomo de la puerta. Me permití recordar la sensación por un instante.
Caminé en su dirección y me senté junto a ella, no dije nada, sólo observé con mirada la taza, esperando que me notara.

Seguí dibujando sin prestar atención a nada más. Cuando hacía aquello, omitía todo ruido, acción, imagen, olor que hubiera en el ambiente que no me llevara al dibujo que hacía. Y era así como podían pasar horas y horas sin darme cuenta de lo que pasaba a mi al rededor. No era algo que me importara, el tiempo era un elemento que gastaba con gusto en lo que consideraba oportuno.
Crucé las piernas, acomodándome mejor y recordando que debía estar derecha al sentarme, sino volvería a dolerme la espalda.
Bien... esto era más oscuro, los árboles más tétricos, si, asi, algunas ramas perdiéndose en lo alto de la noche. Aun podía recordar mi aliento frío en ese aire cargado de calor, agobiante, sabiendo que algo me perseguía. Mis trazos comenzaron a apurarse mientras mis ojos se concentraban en las lineas de fuerza, apretando los labios por la tensión.
Comencé a mover algunas veces el pie que estaba en el aire pero dejé de hacerlo cuando noté la molestia por la caida en la fiesta.

Me mantuve asi varios minutos, no conte cuanto, pero de seguro fueron más de 10, yo me encontraba a muy poca distancia de ella, si movia un poco más su pie, chocaría con el mio, pero ella aun no me notaba.
Sonrei, mire con atención el dibujo, podia ver la pluma rasgar el papel, lanzando trazos que se unian para formar arboles, sus hojas, sus troncos, todo tenia detalles, parecia que puedese ver bosque justo frente a sus ojos al dibujarlo. Pero no parecia contenta, había algo en ella que no estaba conforme con el bosque, ¿porque lo dibujaba entonces?, me propuse averiguarlo.
Frente a sus ojos se desplegaron imagenes de un lugar lejano, el papel desapareció, la pluma aun colgaba de su mano, pero ella ya no estaba sentada en el gran comedor, estaba sentada ahora sobre una gruesa raiz, en la falda de un arbol, ya no habian mesas, ni emblemas de las casas, ni más alumnos, estabamos en medio de un bosque oscuro, igual al de su dibujo, y solo estaba ella y yo, la mire, divertido, esperando una reaccion.

Parpadeé, dejando la pluma con los ojos en vacío cuando una imagen de mi mente me absorbió.
Al poco, veía un bosque, tal y como en mi sueño se figuraba...pero con trazos de tinta.
Me hallaba sentada en una raíz y mis piernas colgaban en el aire, mostrando mis pies descalzos y rígidos por la circunstancia.
Ladeé la cabeza, encontrándome con una imagen que me desconcertó; Alexander. El chico que habia visto en la biblioteca? Qué hacía ahi?
- No creo haber pensado en tí ni un solo momento para que estés aquí - sabía que estaba perdida en mi mundo en ese mismo momento, con la mirada perdida en el comedor mientras hablaba en ese entorno ficticio, pero no podía evitar vigilar todo lo que me rodeaba por puro instinto. Aquel lugar me entumecía, me paralizaba como el miedo que corría por mis venas. Aun así, seguía manteniendo la cordura; aquello era mi mente, no algo real. Nada que no pudiera controlar.

Sonreí cuando finalmente me miro, la chica permanencia impreterita, al parecer, racionalizando la situación, pero sus ojos no mentían, jamas lo hacían, ella estaba asustada, aquel lugar le asustaba.
- Quizás tu inconsciente de esta jugando una mala pasada - dije en tono de burla, mientras mi yo del sueño se levantaba y comenzaba a caminar por aquel bosque, todo en el parecía real, el olor, la luz, incluso el sonido de mis pisadas sobre las ramas secas.
Mis manos comenzaron a rosas las hojas de los arboles, mientras estas se movían ante mi tacto.

- No lo creo. - respondí con seguridad, mirando con desconfianza a aquel extraño que parecía divertirse con la situación. - Estás en mi mente, de otra forma no aparecerías en mi imaginación, eso lo tengo muy claro.
No me moví, miré hacia el suelo, viendo cómo las plantas carnívoras comenzaban a brotar lentamente entre la tierra removida.
- Ya te dije que no te metieras en mi cabeza, Alexander. Me estoy cansando de ti. Vete, ahora. - ordené sin apartar los ojos de las plantas que ya medían cinco centímetros.
Sabía muy bien que si tomaba las riendas de mi mente podría controlar todo aquello, pero el miedo me estaba pasando malas jugadas y no podía concentrarme en echarlo.

La chica era astuta, su mente entendio rapidamente la situacion, cualquier otra ubiese saltado de miedo ante la situacion, lo habia comprobado en primero persona.
Note que del piso comenzaban a crecer plantas, pero no parecan cualquier planta, algo en ellas advertia peligro, la imaginacion de ella estaba jugandole una mala pasada.
Por un segundo me senti tentado a hacer crecer las plantas con mi conjuro, pero, haciendo uso de algo de cordura, cosa rara en mi, decidi no hacer nada, no aun, simplemente me sente sobre una raiz alta, evitando el suelo por el momento.

- ¿Porque le temes a los bosques? - pregunte, aun con mi habitual sonrisa burlona en mis labios, pero con genuina sinceridad, mientras balanceaba mis pies en el aire.

Alcé la vista hacia él, sin querer abrir la boca.
- Eso no te incumbe, no me gusta hablar del tema y menos con desconocidos - corté sin problemas. Que ese tipo estuviera ahí no me gustaba nada, no mejoraba la situación, quería que se fuera. Mi mente y mi mundo eran míos, mis miedos también, no tenía derecho a meterse en asuntos ajenos y menos en mi cabeza.
- No crees que es mejor quedarte en el suelo? - sugerí mientras las plantas comenzaban a trepar por la raíz a la que él había subido, aunque aun le faltaba un poco para llegar hasta él.
Para colmo no podía volver en mí, estaba ida en la mesa del comedor, sin mirar nada en realidad, tan solo pudiendo ver, sentir y oler dentro de esa imagen que representaba lo que menos tenía ganas de contemplar. Aquello era a posta, precisamente lo habia dibujado para sacarlo de mis pensamientos. Era culpa de Alexander, disfrutaba viendome de esa forma. Por qué no me dejaba en paz?
Fruncí el ceño, mirándolo más convencida.
- Vete, no tengo nada de que hablar contigo.

Sonrei ante su respuesta, era justo el tipo de aptitud que la hacian tan encantadora, mira las raices y sonre, divertido.
- Dominus Sommus - murmure, lo suficientemente bajo para que ella no alcanzara a escucharme, y de un salto baje de mi rama, las plantas carnívoras subieron por mis piernas, pero no llegaron a causarme ningún daño, al contrario, parecían estarme acariciando mientras me envolvian.
- ¿Tuviste alguna experiencia traumatica en un bosque o es solo un miedo irracional? - pregunto, continuando con el tema que yo mismo habia planteado, mi sonrisa de sufiencia aun estaba en mi rostro dibujada.

No me esforcé en endurecer mi mirada cuando vi que las plantas comenzaban a simpatizar con el chico. No me importaba, sólo que saliera de ahí.
- Dije que no quiero hablar del tema - repetí queriendo hacerle callar.- simplemente no puedes irte? No, tienes que estar fastidiando porque no tienes nada mejor que hacer con tu vida. - suspiré aferrando mis manos en la madera de la raíz.
Tenia ganas de borrar aquella fastidiosa sonrisa insoportable y no podía moverme. Tenía miedo de que fuera a pasar algo si dejaba la quietud aparte, y sabía que la reacción que había tenido en la biblioteca era justo la que él esperaba que aflorara en mí, la que debía controlar.
Aquello parecía un entrenamiento de paciencia y autocontrol. Una prueba nada agradable, sentía molestia con sólo cruzar los ojos con los de él.

Ella estaba haciendo un esfuerzo por controlar su temperamente, pero su mirada centellaba de ira en mi contra, aquello causo un pequeño estremecimiento.
La chica tenia aun todas sus defensas en pie, no dispuesta a tranzar palabras conmigo, quizas mi metodo de acercamiento no era el mejor, la idea me hizo sonreir, no recordaba haber intentado travar conversación con nadie en mi vida antes.
Decidi que seria un buen comienzo eliminar las plantas carnivoras, con un movimiento de mi mano, las plantas volvieron a su lugar bajo la tierra, eliminando esa amenaza.
- ¿Que ocurrio en un bosque? - vuelvo a preguntarle, algo me decia que no era solo un miedo irracional, pude haberme sumergido más pronfundo en su mente en busca de la respuesta, pero, por alguna razon, preferia no hacerlo.

Las plantas decrecieron hasta volver bajo tierra, pero no hice ningún movimiento.
Recordaba muy bien los consejos de mi padre ante los extraños y del comportamiento que generaban en mí. "Atacar al fuego no hace más que te quemes a tí mismo, deja que te acepte, no lo fuerces o serás tú el primero en sufrir el daño, el fuego reaccionará primero" Esas palabras eran las que siempre resonaban en mis recuerdos tanto cuando trataba mi poder como cuando trataba a los demás. Aquel chico me estaba atacando insistentemente, era obvio que generara esa actitud en mi. Pero debía dominarla si quería controlar el fuego que ya me había aceptado en parte. La otra generaba en mi el descontrol de aquél elemento.
- No te diré nada. Es que no lo entiendes? - fruncí el ceño y tomé más riendas sobre mi mente, cambiando el paisaje a un jardín cuando quité casi todos los árboles. Bajé de la rama y posé mis pies en la tierra. - No confío en los extraños, ni mucho menos te contaré nada si no haces más que molestarme incluso metiéndote en mi mente. No dudes que cuando salgas de aquí tendrás tu merecido. - aseguré.

El paraje cambio ante mis ojos, los frondosos arboles retrocedieron y estabamos ahora en un paraje mucho menos oscuro. Aquello era nuevo para mi, nunca nadie habia logrado tener control sobre las iluciones que generaba, aun cuando yo sabia que estas estaban proectadas sobre la mente del otro, su fuerza de voluntad no dejo de asombrarme.
- ¿Pretendes amenazarme? - solte una carcajada ante su comentario, a lo largo de mi vida habia recvido cientos e amenzas, miles de advertencias, y un poco más d castigos, pero nunca, jamas, ninguno de ellos habia tenido el efecto deseado sobre mi caracter, muy por el contrario, solo habian fomentado mis retorcidos metodos de saciar mis gustos poco habituales.
De un par de pasos, el lugar en que estabamos ahora era un jardin, y pude notar que ella se sentia mucho más confiaza en aquel lugar, dude unos instantes, ¿Aquello era bueno o malo para mi?, no estaba seguro de estar haciendo un buen trabajo con mi cometido, comenzar una conversacion con alguien era un proceso realmnte ajeno a mi.
Pase los proximos segundos en blanco, sin saber que hacer a constinuacion, mi mente se debatia sobre cual debia ser el actuar más conveniente.

- No pretendo nada, no dudaré en hacerlo. - contesté. Una vez recuperado el control sobre parte del lugar, mi mente fue restaurando el resto. En mi cabeza yo era la que mandaba, no le había convenido entrar y mucho menos mostrarse junto con mis miedos. Porque encontraría la prioridad en deshacerme de él antes que del bosque, una mera ilusión tras la presencia ajena a mis pensamientos; Alexander.
Miré con extrañeza cuando se quedó callado.
- Vas a irte de una vez?

De un momento a otro me vi enfrascado en un poderoso conflicto interno, por un lado senti el impulso de obedecerle, salir de su mente y retirarme, sabía que podia conjurar nuevamente la ilusión, pero era un acto que no nacía de mis impulsos, pero hacer aquello era algo tan lejano a mi, sucumbir a la voluntad de otro era negar lo que era, dejar de lado mis objetivos era ir contra mi naturaleza, aquella chica tenia un poder sobre mi que jamas había enfrentado. Sentía mis cienes palpitar, aquello estaba terminando por causarme un agudo dolor de cabeza, la confusion era algo con lo que no estaba acostumbrado a tratar. Retrocedi, sujetando mi cabeza entre mis manos, loco de dolor, un dolor que no me era agradable, y un arranque de ira recorrió mi ser, la chica era diferente, especial, y peligrosa, más peligrosa de lo que jamas habia sido nada en mi vida. Conjuré mi ilusión mientras soltaba un grito agónico, usando toda mi fuerza de voluntad, los jardines desaparecieron al instante, dejando solo un fondo blanco atrás, el lienzo de su mente empezó rápidamente a llenarse con trazos de tinta como si una gigantesca pluma dibujara a nuestro alrededor, volvimos a su dibujo, los trazos en blanco y negro comenzaron a tomar profundidad, llenándose de colores oscuros, estábamos de regreso en el bosque de sus pesadillas, pero los cambios no terminaron, cada árbol presente duplicó su tamaño, oscureciendo aun más la escena con sus gigantescas sombras, una neblina de ultratumba lleno el lugar, cada hoja y matorral del lugar comenzó a sacurise con fuerza, como si ordas de animales salvajes se escondieran detrás, por último, un mar de plantas carnivoras se alzó a nuestro alrededor, envolviéndolo todo, buscando carne con un hambre sobrenatural.

Observé de pie con tranquilidad cuando Alexander comenzó a gritar. Estaba acostumbrada a arranques de locura. Mucho más de lo que me gustaría creer.
Los intentos de retornar al bosque no me sorprendieron tampoco, era previsible que querría darme en mi punto débil para manejar la situación.
No me permití ver nada más cuando el fondo se tornó blanco; cerré los ojos.
- Me resulta gracioso lo simple que pueden llegar a ser tus soluciones. - dije sonriendo sin gracia, avanzando hacia él sin problemas.- Sabes? Creo en lo que puedo ver, nada de lo que tú fabriques aquí, podrá dañarme si yo no quiero. Tan simple como que tú estás fuera de lugar. - planté mi mano en su frente ni bien me detuve ante él, quemando su mente por dentro, haciendo que su dolor creciera.
- Sé lo que piensas. En mi mente soy yo la que manda.- Aumenté el dolor hasta medidas bastante insoportables, tal y como había hecho con mi padre algunas veces que había perdido la cordura. Noté que cedía ante la presión de mi mano, sin poder ver nada más que sentir que conseguía hacerle inclinarse hacia abajo de dolor- Como no te vayas, te aseguro que dolerá más.
No me gustaba hacer sufrir a los demás, para nada. Pero si debía defender mi cabeza, lo haría sin contemplaciones.

El dolor de sus quemaduras logro su objetivo, pero no de la forma que ella esperaba, aquel dolor, aunque no fuese una quemadura real, se sentia como una, logrando.distraerme del punzante dolor en el pecho que me había acorralado a la locura.
Mi mente, otra vez en sus cabales, trato desesperadamente de entender l situación, ¿que era ese dolor en el pecho que no me causaba el menor agrado?, ¿y aquel deseo delejarme de el?, no deseaba sentir nada similar nunca más, ¿era miedo aquello?, mis pensamientos se arremolinaron, un torrente de nuevas sensaciones, y todas causadas por ella, senti una punzada de odio p aquellos ojos que permanecian cerrados, todo era tan perfecto antes de verlos. La idea de que ella debia ser exterminada cruzo por mi mente con ella muerte, se cerraria al fin aquella puerta de pesadillas, pero algo en mi se resistió a aquella idea, matarla me parecia una aberracion, dañarla era imposible, alejarme, impensable. Retrocedi al tacto igneo de su mano, y senti algo tibio recorrer mi rostro, jamas antes habia ocurrido algo asi conmigo. Toqué mi rostro para encontrarlo humedo.
- ¿que es esto? - Murmure para mi, olvidando por un instante donde estaba y con quien.

Reí un poco, sin poder creer lo que escuchaba de algunos retazos de su mente.
- Escapar de esta pesadilla? Hablas como si fuera yo la que te persiguiera, siendo exactamente al revés - dije dando unos pasos sin que las plantas carnívoras me mordieran, puesto que yo no creía en ellas y con lo cual, no existían realmente.
Aparté mi mano de su frente y seguí con los ojos cerrados, de pie ante él. No le temía, más bien no sentía nada en ese momento, mi mente estaba en blanco y eso se me daba muy bien para calmar cualquier actitud.
- Nunca has pensado en que hay demasiadas preguntas sobre tí mismo que no quieres contestar? Miras hacia los demás como si fueras mejor, pero la verdad es que es sólo una distracción para no ver lo que eres - contesté sin ninguna emoción. Me alejé de él, sintiendo suavemente los hilos de mi mente a mi al rededor. No me fue dificil volver el espacio a mi agrado otra vez. - Creo que eres lo suficientemente inteligente para saber que conmigo estos trucos tuyos no te van a servir.
Abrí los ojos, viendo el profundo y caluroso entorno que ahora estaba de fondo. Mi mente era lo más poderoso que consideraba tener, o al menos lo que más conocía de mí, el resto de factores no importaban y menos con ese chico. Alcé la mano hacia él y giré cerrando; mismo gesto de cerrar el picaporte redondo de una puerta y pronto, tras una sensación de vértigo, pestañeé, enfocando mi vista en el dibujo que había hecho momentos antes.
Respiré agitada por la sensación de la velocidad del retroceso y dejé la pluma en la mesa con algo de ruido, inclinando la cabeza hacia adelante hasta estar a pocos centímetros del dibujo, ambos ojos cerrados. Tras unos segundos, conseguí regular mi respiración; nunca me acostumbraba a usar mi mente de forma ofensiva.

preguntas sobre mi mismo, aquella frace quedo danzando en mis pensamientos, jamas habia tenido dudas de quien era, siempre fiel a mis deseos, a mis impulsos, a mi mismo, jamas negando lo que soy, entonces, ¿que me ocurre ahora?, ¿es que no podia cumplir lo que queria?, no, no era eso, es que no sabia lo que queria en este momento...
Mire a mi alrededor, dandome cuenta por primera vez que estabamos de regreso en el gran comedor, me mantuve donde estaba, fijando mi mirada en la mesa, intentando ordenar mi ideas, ¿debia matarla?, no, no era eso lo que deseaba, ¿entonces que?.
Levante mi mirada buscando la de ella, una oleada de ira mesclada con algo que no pude identifica me recorrio, ¿que era aquello?, abri la boca para agregar algo, pero ninguna palabra salio, no actuaba, porque, por primera vez en mi vida, no sabia lo que queria hacer, sentia un impulso que no podia identificar.
- ¿Que es lo diferente en ti? - escupi esas palabras sin ningun tono de burla, ni sarcasmo, ni ninguna sonrisa en mis labios, sonaron como si la ubiese dicho cualquiera menos yo.

Enderecé mi rostro con lentitud, volviéndome hacia la voz que identifiqué de Alexander cuando vi su rostro a mi lado.
- Qué haces aqui? - dije automáticamente, haciendo una mueca de disgusto. - No sé a qué te refieres, no soy más que una alumna con pocas clases que atender, desgraciadamente - repliqué con resentimiento al tener que gastar mi tiempo en sus juegos.
Me hice a un lado, levantándome mientras recogía los papeles adjuntados en mi brazo.
- Tengo tareas que atender, un gusto Kenya - sonreí a la chica con la que había hablado anteriormente y lancé una mirada de advertencia al Slytherin que no dejaba de seguirme.
- Encantada, Alyss, nos veremos luego - sonrió la chica de cabello castaño y continuó con su lectura mientras yo renaudaba mi paso hacia la sala de menesteres. Tendría algunas cosas que practicar.
Ojeé las páginas desgastadas que tenía en mi mano, repasando algunas cosas.

Me quede estático donde estaba, senti el impulso de seguirla, pero cambie de opinion, la vi salir del gran salon y perderse de la vista, mientras aquella extraña sensacion de confucion se sumo a un extraño cosquilleo en mi estomago, totalmente impropio de mi.
Demore varios minutos en levantarme de mi lugar, pero cuando lo hice, lo hice con nueva determinacion, no podia perder lo que era, jamas dejaría de ser yo, mentirme a mi mismo era tan inaseptable como mentirle a otros, y no era propio de mi, pero podía hacer algunos cambios, aquello seria algo nuevo, y lo nuevo siempre me ah gustado.
Con aquella nueva idea en mente, decidí que lo mejor seria retomar alguna de mis viejas traciones, para no olvidarme, antes de empesar a pensar en mi siguiente estrategia con la chica de los ojos de fuego.
Decidí que seria una buena idea mandar una nota a la chica de Grinfindor que conocí la otra tarde en el picnic, parecía interesada, una excursión al bosque prohibido podría ser divertida después de todo.