El sabor de un cigarrillo (Alex)

Un local abandonado en pleno Hosmeage....era tan sumamente irónico que siempre me hacía reír. Un pueblecito mágico, siempre tan preocupado por las apariencias...la simple existencia de un lugar inhabitado, a la espera de que se llenase de polvo y se desvencijase más con el paso del tiempo era ridícula. Realmente sabía de aquél lugar desde hacía tiempo, y no era el único, pues cada vez teníamos alumnos más osados en Hogwarts. Suspiré mientras me acomodaba entre unos cuantos tablones de madera. Que tiempos aquellos en los que para los críos de tercero lo más peligroso que se atrevían a hacer era acercarse a dos metros del sauce boxeador. Ahora cada vez estaban más lanzados; me había parecido ver a unos cuantos en la casa de los gritos. No es que ese comportamiento me molestase especialmente, pero creía que había sitios que solamente deberían conocer personas de cierta edad, o como mínimo, conocimiento. Volví a suspirar, sacando de mi pantalón un paquete de cigarrillos muggles. Los niños de ahora cada vez eran más precoces. ¿A que edad había empezado a necesitar yo momentos de soledad? encarné una ceja; eso desde siempre, pero...no, no era eso lo que buscaban los nuevos pupilos de las casas. Sonreí llevándome el cigarro a los labios y encendiéndole con un chasquido, ¿Cuando había empezado a necesitar yo momentos de intimidad con otra persona?. Intenté hacer memoria mientras el sabor acre y conocido del tabaco me llenaba la boca. Realmente no conseguía recordarlo totalmente; quizá yo también había sido uno de esos niños precoces de los que ahora me quejaba.

Estaba dando una nueva calada cuando escuché unos pasos en el local. Eché la cabeza hacia atrás. Perfecto, más intromisiones. No me apetecía tener que ahuyentar a una pareja de imberbes quinceañeros, pero tampoco tenía la más mínima intención de moverme de mi sitio. Ahí se estaba demasiado bien. En su lugar estiré las piernas, cruzando una sobre la otra y exhalando un gran cantidad de humo, a la espera de ver quién aparecía de entre las sombras.

Escuché la voz que hablaba y me llamó la atención comprobar que no se trataba de ningún preadolescente. Di una nueva calada antes de responder, ¿Que querría exactamente de aquél sitio? bien, cada uno tenemos nuestros propios secretos... Me incorporé levemente para poder tener una mejor visibilidad, ya que la iluminación de ese sitio no era precisamente la idónea-Este es uno de los pocos sitios tranquilos que quedan en este maldito pueblo-respondí a mi vez cuando empecé a vislumbrar la masculina figura de mi acompañante. ¿Podía sonarme de la fiesta de disfraces? ni idea, que más daba-la casa de los gritos está llena de críos jugando a ser mayores-agregué con algo de sorna, por si se le había ocurrido esa opción. Tenía pinta de que una conversacíon entre dos desconocidos que se encuentran en un local abandonado no tenía mucho de si que darse, por lo que alcancé a llevar a cabo una muestra elemental de cortesía que bien podía significar que no me desagradaba la compañía del chico-¿Quieres un cigarrillo?-ofrecí alargando la cajetilla hacia donde estaba su figura.

-hmm...-medité su pregunta mientras daba una nueva calada y me sentaba en un viejo mueble de madera que parecía llevar allí siglos-Depende de lo que busques-contesté finalmente, pues de las no muy amplias cosas de las que Hosmeage podía sentirse orgulloso era de tener un lugar para cada necesidad-Si buscas soledad, tienes esto-señale a nuestro alrededor-no suele aparecer mucha gente, pero no podría prometer una exclusividad, a no ser que lo protegieses con algún hechizo-dije ladeando la cabeza mientras pensaba-la casa de los gritos...-siempre era una opción, aunque niños cada vez más osados acostumbraban a visitarla cuando tenían el valor y suficiente, y los galeones adecuados para pagar una botella de whisky de fuego que les infundiese esa sensación. De pronto un lugar se me vino a la cabeza, y observé al chico con el rabillo del ojo-O la cueva de la colina-comenté exhalando el humo-ahí si que no va nadie-dije riendo, nadie excepto yo, que era un aventurero en potencia-está bastante apartada, y por dentro es lo bastante grande, con un montón de huecos para descansar-le miré, arqueando las cejas con el cigarrillo en la boca-o esconder algo, claro-agregué sonriendo-Yo soy Caín.

Asentí a sus primeras palabras mientras notaba perfectamente como su conciencia intentaba penetrar en mi mente, posiblemente para obtener información más fiable. Esgrimí una amplia sonrisa algo maliciosa, mientras apagaba el cigarrillo ya prácticamente consumido. Sabía que no sería capaz de ver nada en mi cabeza. Era algo innato en mi, y con el paso de los años me iba dando cuenta del verdadero potencial que tenía esta capacidad, al parecer innata-Todos tenemos nuestros pequeños secretos-respondí al fin riendo levemente-Se trata de una cueva bastante apartada del pueblo-expliqué mirándome las uñas con desinterés-bastante escondida, por eso no la conoce prácticamente nadie; y quien sabe de su existencia no la considera de gran interés-agregué-un par de hechizos y tendrás ese lugar totalmente ajeno de miradas indiscretas.