NO es una visita de vecinos

Había caminado durante horas. A cada paso que avanzaba, podía notar como los árboles bailaban y zumbaban melodías que un muggle podría haber escuchado jamás. Melodías que hablan de viejos tiempos, de amores trágicos o no correspondidos, con tallados en los troncos de los árboles e incluso rostros observando desde lo alto, que desaparecen en un segundo cuando volteas a ver. Reconozco Robles, Olmos y un Fresno y pienso que si éstos árboles se utilizasen para la fabricación de varitas, tendrían más personalidad y vida que los de cualquier otro lugar. Mi madre se ha visto tentada de presumir ante Ollivander y hasta ofrecer su extenso territorio, pero sé que no lo hará porque, al igual que yo, ella ama este lugar.

Nunca me había adentrado ni llegado hasta el lugar en el que dejan de sentirse las protecciones de la mansión. Aunque no me preocupa, a pesar de no conocer a los vecinos. Si no me equivocaba, y no creía estarlo, este "dondeseaqueseencuentrelamansiónButchard" se encontraba solamente poblado por algunas mansiones ubicadas a unos cuantos cientos de kilómetros una de la otra y una que otra casa solitaria. "Nada de muggles" era lo que había escupido Brandon en día que nos mudamos con él.

Estaba pensando en retroceder hasta el lago que se encontraba unos kilómetros atrás, pero me senté sobre una manta que había traído en mi cesta, contra un árbol, de cara a la colina y el sol a mi izquierda. Una manta no era lo único que había traído para mi "picnic" solitario, sino que estaba debiéndole cartas a mi hermano desde algunas semanas. No era mi intención preocuparlo, así que era necesario aislarme de todo ambiente hostil para busca las palabras que enviaría. Ese era uno de los motivos por los que, hoy mediodía, me encontraba aquí.