Las serpientes gustan de la lectura también [Dylan]

El cielo se iba tornando de diferentes colores al atardecer. Las hojas de los arboles que se veían por la ventana se movían febrilmente. Cómo deseaba estar ahí afuera... disfrutando del atardecer. En vez de estar aquí encerrada con el gran libro enfrente de mi. Lo admito, estaba cansada de leer. ¿Y quién no lo estaría después de estar casi todo el día encerrada en la Biblioteca? Pero no tenía ninguna excusa pues fui yo la que decidió venir a leer el extenso libro. Era interesante leer sobre las criaturas mágicas del cielo. Siempre me habían fascinado. En especial porque podían volar...

Aún así, los ojos me ardían y solo quería esconder mi cara en el libro y cerrar los ojos para así descansar. Y lo intentaba, pero al instante estos se abrían de golpe y me preguntaba si lo que estaba leyendo entraría en los TIMOs... Resignada me levantaba y comenzaba a leer desde donde me quede. Eran ya varias veces en las que había intentado en vano y ahora estaba intentándolo de nuevo. Como ya suponía, mis ojos se volvieron a abrir de golpe. No pude evitar gruñir y golpear un poco la frente de mi cabeza con el libro abierto hasta quedar otra vez con la cara enterrada en el. Suspiré y traté sacar los TIMOs de mi cabeza.

Para ser sincera, no sabía porque me preocupaba... Los temas eran en verdad muy fáciles. No obstante, había una sensación de ansiedad al saber que podrían poner algo sorpresa.

Seguí concentrándome en otras cosas menos los TIMOs y pronto me sumergí en el mundo de los sueños, donde el silencio de la Biblioteca me arrullaba y el olor a pergamino viejo me reconfortaba.

El cielo estaba de un color inusual a los demás. Las hojas caían a paso lento, podría jurar que estuviéramos en otoño a no ser que sabía que estábamos en Julio (?). Iba directo a la biblioteca a buscar algo que me ayudase a pasar los TIMOs de Historia de la Magia, esa materia siempre me había parecido aburrida, por encima de Herbología, Herbología era interesante. Iba a caminando por los pasillos del Castillo en dirección a la Biblioteca, dando brinquitos por pasos, algo así pasaba siempre cuando estaba de buen humor.
Abrí la puerta de la gran sala y me dirigí a la sección de Historia de la Magia, cuando pase por un pasillo escuche unos ronquidos que provenían de por entre varios libros. Saque mi varita de mi calceta, en forma amenazante la coloque en mi mano. Me acerque a paso lento hasta donde estaban los libros y...
Era Yveline Rosier. La hermana de Lizz. -Que decepción dije para mi mismo, pensaba que sería algo mas interesante que una chica mojando los libros con su propia saliva. Empece a picar a la chica rubia con mi varita, como si fuera algo extraño y moribundo.
-Hey, Line. ¿Estas viva? -susurre.

Pronto fui despertada por una voz de niño y unos cuantos piquetes en mi mejilla. Me levanté con pesar y fulmine con la mirada a Dylan Doolittle.

- ¿Que rayos quieres? -espeté con mi voz algo ronca y rodé mis ojos. Un bostezo se escapó de mis labios y suspiré cansada.

El único día en que me dormía en la Biblioteca tenía ser el día en que un Hufflepuff amigo de Elizabeth me encontrará. Normalmente la Biblioteca se encontraba sola, ¿porqué tenía que tener este tipo de suerte a veces?

- Por supuesto que estoy viva, ¿que no viste durmiendo? -suspiré exhausta y cerré el libro de golpe, haciendo suficiente ruido como para que la Bibliotecaria me mirara con reproche.

Suspiré de nuevo y alargué mi mano para agarrar un segundo libro al lado del que tenía en frente. Lo abrí y comencé a hojearlo con flojera.

- Lo siento, no me gusta que me despierten de esa manera y menos que piensen que parezco moribunda y extraña -expliqué sin mirarlo.