Es tu sueño quien lleva los hilos [Dylan]

-¡Reducto! ¡Aquas protego!

Mi voz resonó en el bosque, seguida por el estallido de la gran pared de vidrio que se erguía en el medio de la hierva. Los grandes pedazos de vidrio salieron disparados hacia mi dirección, directos a perforar mi cuerpo, pero una barrera de agua se formó frente a mí. El hechizo fue lo suficientemente poderoso como para dejar caer los vidrios, pero no los desintegró, y siguiendo la lógica del conjuro atrayente, volvieron a dispararse hacia mí.

Sin perder un segundo, ni desesperarme, convoqué el agua de la barrera para crear esferas que destruyeran los vidrios. Pero no fue lo suficientemente rápido y uno me hirió el brazo el derecho mientras otro se incrustó en mi pierna izquierda. solté un grito de dolor mientras caía al piso hacia atrás, para quedar sentado. Cerré los ojos con fuerza, conteniendo una lágrimas.

Ya hacía unas semanas que practicaba con dureza ese hechizo defensivo. Y no descuidaba mis otros trucos con el elemento más tranquilo de todos. El agua era mi mayor aliada, debía controlarla. Este ejercicio es simple, una pared de cristal encantada, sus pedazos me perseguirán. Me paro a diez metros y la destruyo. Levanto la pared de agua a cinco metros, y si no puedo desintegrar los cristales, los destruyo antes de que me alcancen.

Sencillo... pero difícil. Hay que ser rápido. Y el agua es rápida. Pero el problema parece que soy yo. O tal vez sólo es falta de práctica. De los quince trozos de vidrio me hirieron sólo dos. No está tan mal.

Pero aún así, debo sacar el cristal de mi pierna. Merlín, sí que arde. Encima soy malísimo en hechizos curativos. Tomé aire y saqué el cristal incrustado con mi mano, mientras aplicaba un poco del agua que aún quedaba en el lugar para limpiarme bien la herida. Del brazo de ocuparé después. Es una suerte estar alejado del castillo. Y más hoy, con el calor, no creo que alguien se aventure por esta parte del bosque.

OFF: De día :3 Nou problem, mejor para mí escribir poco e.e

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No escuché que un muchacho se me acercó hasta que lo tuve preguntándome si estaba bien y a poca distancia. Estaba muy concentrado examinando que no hayan quedado vidrios en la herida como para estar alerta de qué pasaba a mi alrededor. Pero cuando oí la voz de inmediato me voltee para observar a mi interlocutor, lo que hizo que me diera un tirón en mi herida del brazo. Maldición, debí atenderla antes. Miré al chico a los ojos, parecía preocupado... ya lo había visto antes, pero no había hablado con él nunca. Le iba a contestar, pero me llamó la atención el color de sus ojos y me distraje unos segundos, hasta que el dolor me hizo volver por las malas a la realidad.

-Sí... sí... sólo unos pocos vidrios. Pero no recuerdo el hechizo para cerrar la herida -comenté, con una sonrisa, aún sentado y apoyando el brazo izquierdo en el suelo. Observé sin poder evitarlo el lugar... fuck... vidrios y cantidades sospechosas de agua. Tomé mi varita y concentrándome para evitar pronunciar el hechizo, hice desaparecer lo que quedaba arraigado al suelo de la plancha de cristal. volví mi vista al muchacho junto a mí. No podía recordar su nombre... siempre lo mismo conmigo, eh.

Observé fascinado cada uno de los pasos, el muchacho parecía saber lo que hacía. No me puse nervioso en ningún momento. La seguridad con la que actuaba no me lo permitía. No pude evitar observarlo bien mientras él se ocupaba de mi herida. Me fije en sus labios, en su nariz... y sobretodo en sus ojos. Merlín, ¿qué diablos hubiera pasado si el muchacho no aparecía? De seguro hubiese podido llegar hasta los jardines, ahí es imposible que no me encuentren, y más con este día. Calor espléndido, el suficiente calor para crear un clima agradable sin que sea pesado e insoportable. Medio colegio debía estar fuera, o más.

Y justo el chico perfecto para curarme me viene a encontrar en uno de los extremos más alejados del bosque. Eres un muchacho con suerte Teo. Le sonreí cuando me sonrió. ¿Cómo no hacerlo? ¿Quién se podía resistir a esa sonrisa? Visualicé unas pecas en su rostro, invisibles a simple vista, le daban un aire más infantil. Cómo a ese otro muchacho de ayer...

-Verdad -le dije, dedicándole una sonrisa radiante que apenas menguó con el ardor del agua sobre la herida -. Gracias, pequeño -le agradecí, sin dejar de lado mi costumbre de llamar de ese modo a medio mundo. Mientras le sonreí y posaba mi vista en sus ojos, caí en la criatura que me observaba detrás de su hombro. La atracción que ejerce mi sangre veela sobre los animales debió haber hecho efecto en la mascota del muchacho. Le sonreí y el muy tímido se escondió tras su dueño -. Linda criatura -le dije, con otra sonrisa.

-Es bello -comenté, sin borrar la sonrisa de mi cara y prestando atención a todo lo que hacía sobre mis heridas. Ya no sangraban, no ardían, no dolían y se estaban cerrando. Este chico es un genio -. Que genial, a mí me encantaría poder aprender algo de mi madre que sea útil... o algo, directamente -dije, no con tono de reproche, o de resignación. Sino natural. Ya era natural para mí hablar de mi madre como si fuese una desconocida que me cuidó hasta los once años y listo. Hasta ahí llegó la relación. ¿Para qué seguir? A mí ella no me agrada. A ella no le agrada nada. Fácil.

-Eres un genio -le dije, sonriendo y admirando mi piel donde antes estaban las heridas. Ya no dolía nada, quedaba una pequeña molestia, un cosquilleo, pero era normal. La verdad, que teniendo en cuenta las veces que me lastimo de esta forma, necesitaría aprender estos hechizos, sería mucho más fácil. Sin borrar mi sonrisa y mirando sus ojos estreché su mano.

-Teo Grobersky, quinto de Ravenclaw, un gusto, y muchas gracias -me presenté, admirando con una sonrisa la alegría del muchacho -. ¿Dylan, Andy, Maxy o Max? -pregunté, asumiendo que sabría interpretar a dónde iba dirigida la pregunta. No pensaba llamarlo por ninguno de sus nombres completo. Excepto Dylan... no se me ocurría algún diminutivo. Tomé mi varita, pero no me paré, me quedé sentado en el suelo un poco más.

Le sonreí mientras hablaba, y observé a su mascota detenidamente. El animal me devolvía la mirada con sus extraños ojos, una mirada de curiosidad. Muchas veces era así. Causaba distinta impresión en los animales. Casi siempre buenas, aunque no faltaban los que me atacan y querían matar. Tiernos.

-Yo desearía poder haber heredado algún don decente -comenté, sin entrar en detalles. Todo lo que había heredado era la sangre veela y el interés por la magia oscura. ¿De dónde había salido mi afinidad con el agua? No lo sabía. No era de mi conocimiento que alguien en mi familia pudiera hacer algo así. Aunque con las cosas que me ocultaban, no se me haría muy extraño des cubrirlo un día cualquiera.

-Em... te llamaré Dee-Dee, es tierno, y tu pareces tierno -le dije, con una gran sonrisa. Sonrisa que no perdí cuando me preguntó por lo que hacía -. Supongo que ya no sirve decir que observaba hipogrifos -comenté, encogiéndome de hombros -. Practicaba un poco, todavía se me complica desintegrar cristales con agua, por lo que has podido ver.

Tras ver que no respondió por el ofrecemiento, lo tomé como una negativa y los guarde, dejando solo una para entregárselo a Smuckers.
Me sorprendí al escuchar "tu pareces tierno" nadie que no fuese mi familia me hubiese usado las palabras "tu" y "tierno" en la misma oración, siempre me habian llamado raro, extraño, pero nunca tierno. Un claro sonrojo se mostró en mi rostro, me limite a desviar la mirada para que no lo notase.
Una leve risita salió de mi boca al escuchar su hilarante frase de los hipogrifos, me resistí a soltar una carcajada. Tras escuchar la siguiente oración mi rostro cambio radicalmente. El rubor había desaparecido, me gire a ver a Teo al rostro.
-Mmm... entiendo... -en mi rostro claramente estaba dibujad un signo de interrogación, tal vez usaba la palabra entiendo pero no comprendía, como podrías desintegrar cristales con agua, tal vez podrías mojarlos, aún no me cabía en la cabeza.
Llegue a una conclusión, y sin mas rodeos le pregunte, para confirmar si mi teoría estaba en lo correcta.
-¿Tienes sangre veela?

Sonreí ante la reacción que tuvo por mi cumplido. Obvio que era tierno. Aproveché para echarle un vistazo más minucioso cuando desvió la mirada. Nunca me había parado a ver a ese chico. estaba observando su rostros y luego a su mascota cuando me preguntó por mi sangre. Me sorprendió, obviamente. Sí, le había contado a varias personas, no era algo que ocultara. Pero no pensé que sería de dominio popular. Le sonreí mientras llevaba mi mirada a sus ojos.

-Así es. Provengo de una familia que se dedicó a cazar veelas durante varios siglos. Y se casaban con la mayoría. Tengo demasiadas generaciones con sangre veela atrás mío. Aunque... ¿viste el clásico efecto que produce la sangre veela en un humano? Bueno, en mí se distorsionó un poco. Surge efecto en animales, no en personas. Por eso tu mascota no dejó de mirarme desde que llegaron -expliqué, con una sonrisa y me incliné para acariciar levemente la cabeza de Smuckers -. No tuve suerte con poder atraer humanos -bromee. Habían veces que me preguntaba como sería ser como mis primos, hijos de una veela... no sabía si me gustaría... además, tampoco es que me vaya tan mal en el aspecto amoroso.

Off: Teo~ ¿Alguna situación en particular?

Era fascinante, encontrar a alguien con sangre Veela, a parte de mis familiares, era ¿fascinante? Me distraje un poco en el comentario que había escuchado que el atrae a los animales, ¿Sería posible que los animales se enamoraran de el?
Reí. Era muy divertido el chico.
-Mi Bisabuela era una Veela, por lo tanto soy Octava Parte Veela -Sonreí. Nunca conocí a mi Bisabuela, pero me pregunto como serían, por lo que había escuchado, eran parecido a las Sirenas en la Mitología Griega. Gryndilows.
-Teo, ¿Te gustaría ir al Lago Negro? ¿A nadar? Es verano ay que disfrutarlo -dije expresandome con los brazos, como si en verdad estuviera nadando, le sonreí. Hace tiempo que no había ido a Lago Negro, siempre que iba me gustaba nadar en el y apreciar al calamar gigante.

Sonreí ante su risa, era fresca y alegra, perfecta para ese muchacho, era lo que me había demostrado hasta ahora. Ser fresco y alegre. Y me dice que tiene una bisabuela veela. Eso explica algunas cosas. Lo miré fijo, y ahora estaba más claro. Debí darme cuenta antes, después de haber visto descendientes de veelas, y hasta veelas, tendría que haber reconocido a uno cuando lo tuve frente a mí. Pero sí, podía notarlo un poco. En su rostro. En sus facciones. Tenían algo que llamaban la atención... algo que hacía que mi vista pidiera a gritos que no la aparte de su rostro... pero no podía determinar que era. Esa era la influencia de las veelas. No se podía determinar dónde se encontraba, ni qué era lo que te llmaba la atención. Pero ahí estaba. Y Dylan la tenía.

-Mi bisabuela también era veela. Y ahora que lo dices, sí, se me hacen claros su influencia en ti -le confesé, sonriendo.

-Sería genial -le contesté, luego de haber reído con su expresión. Obviamente, amaba nadar -. Pero... estamos bastante lejos del Lago... -una idea cruzó mi mente. Ya que lo había mencionado anteriormente, podríamos hacerlo ahora -, ¿alguna vez volaste en un hipogrifo? -le pregunté, entusiasmado por la idea y cruzando mis piernas, quedando cara a cara con él.

Yo no había heredado los poderes encantadores, de mi Bisabuela, pero había heredado todo los demás, la Curación, la Atmokinesis, el fuego... pero no era muy diferente a los demás, simplemente lo único diferente en mi, era que, yo soy único.
-Yo he heredado todos los dones de mi abuela, menos el "encantar a los hombres" o en este caso las mujeres. -dije Nunca había intentado volar, excepto cuando estuve en primero en la clase Vuelo. Pero nunca había volado en Hipogrifo, me parecía interesante la idea, no pasaría nada si voy con el volando.
-¡Claro! -acepte muy alegre, por fin podría ver un Hipogrifo. Recogí a Smuckers y lo coloque en mi capucha, y me levante, me sacudí el polvo impregnado en mis piernas y short y volví a mirar el chico.
-¿Nos vamos?

-Si me permites contradecirte... sí, tienes, aunque leve culpa de la lejanía del parentesco, una pizca del encanto de las veelas, al menos es lo que noto. Y créeme que sé identificar ese encanto, convivo con veelas y descendientes de veelas desde que nací. Es fácil de identificar, y tú, mi amigo, lo tienes -finalicé con una sonrisa divertida y observando con fascinación su cara al contestarme sobre la idea de volar al Lago -. Y supongo que atraerás a cualquiera, aunque seas heterosexual -comenté, por su aclaración sobre las mujeres.

-Llamaré a Moquito, es mi favorito -le dije, sonriente y me paré. Me paré como solía hacerlo, sin apoyar la manos en el suelo y levantando ambas piernas a la vez. Una vez de pie, estiré la pierna donde tenía la herida, estaba como nueva, había hecho un gran trabajo. Lo miré sonriente en forma de agradecimiento y me agaché para tomar mi varita, la cual guardé de inmediato.

Observé unos árboles un segundo y comencé a silbar sonoramente hacia una dirección, quedando de espaldas al Hufflepuff. El hipogrifo, enorme y de color plateado con detalles azules en su hermoso pelaje, no tardó en aparecer. Llegó volando y aterrizó a cinco metro de nosotros. Lo recibí con una sonrisa y me lamió la mano que extendí para acariciar su cabeza. Quería mucho a ese hipogrifo, era el que siempre me ayudaba. Y me había sido de gran utilidad en varias ocasiones. Le expliqué al oído que llevaría a un amigo y me voltee a extenderle una mano a Dylan para que se pusiera en pie y Moquito pudiera ver que era un amigo. De vez en cuando me preguntaba si me entenderían o por el tono de mi voz deducirían algo, porque si de algo estaba seguro, es que los animales o criaturas tienen una gran inteligencia.

-Vamos -le dije sonriendo mientras le extendía una mano, la derecha, porque la izquierda tenía saliva de hipogrifo -. ¿Sabes como subirte?

Nadie del colegio le había comentando acerca de mi orientación, pero tampoco lo negaba.
-No lo soy. -lo seguí a paso apresurado, al escuchar lo de "Moquito" me pareció extraño. Un silbido se escucho por los aires, cuando de repente un Hipogrifo se encontró frente a nosotros. Mire al Hipogrifo con fascinación, me acerque mas a ellos y me recordó, a Smuckers, a con una combinación con una lechuza, era curioso.
-Nunca, he montado en uno, se podría decir que no -me acerque mas al Hipogrifo y mire al chico, era muy alto como para poder levantar la pierna muy arriba, no era como un caballo que los caballos tienen silla de montar y te sujetas de ella, en un Hipogrifo no, como lo haría.

-Bienvenido al club -le dije, bromeando, y sonriéndole. Caminando junto a él los pasos que nos separaban del animal. Por fortuna, Moquito recibió bien a mi compañero. Todavía recuerdo la cara de terror del último chico que atacó. Había sido genial -. No es muy complicado -le dije, ya junto al hipogrifo, que esperaba paciente a que lo montáramos -. Pero para hacerlo más fácil...

Me paré frente a Moquito y le sonreí. Le acaricié la cabeza y le pedí que bajara, presionando con una mano levemente su lomo y bajando a su par, queriendo que me imitara. No era la primera vez que lo hacíamos. La imagen debía ser muy graciosa, y la sonrisa de diversión o desapareció de mi rostro. Ya con la criatura agachada y esperando que lo montemos, lo bordee y me coloqué junto a Dylan. Le extendí una mano para ayudarlo a subir primero.

-Yo iré atrás tuyo, una vez una acompañante se cayó. Fue algo divertido... pero no quiero que suceda hoy -le comenté, sonriendo.

Reí. Me tape la boca con la mano, intentando disimularlo. Me acerque mas a ambos, y le acaricie la cabeza a Moquito, le sonreí. Su acompañante había caído y lo decía tan tranquilo. Le tome la mano y le dedique una sonrisa, mi mejillas se habían tornado rojas, gire a mirar el hipogrifo. Crucé la pierna para el otro lado de Moquito y me apoye con las manos para colocarme bien, no había sido tan difícil montarlo, bueno tal vez por que ahora estaba mas abajo. Pero, había sido fácil.
-No creo que pase, conmigo -le guiñe un ojo.
Para cuando me dí cuenta, todavía seguía tomando su mano, me ruborice aún mas y la solté precipitadamente. Desvié la mirada y me talle un poco la cabeza, intentando disimular algo la cara de tomate, que tenía.

-¿Alguna vez te mencioné lo genial que es tu sonrisa? -le pregunté, sonriendo a su par. Era simplemente maravillosa, sumado al rubor de su mejilla... vaya, si no tenía influencia veela como él aseguraba, yo debía estar enamorado. Reí divertido al ver que rápido soltaba mi mano -. Esperemos, Dee-Dee -comenté simplemente y acaricié su mano con mi pulgar al subir tras él.

-Sostente fuerte de las plumas que están en su cuello, inclínate hacia adelante y abrázalas, pero sin tirar de ella. Así será más fácil para ambos -le expliqué, mientras Moquito se ponía de pie. Fue suave, estaba siendo delicado. Dylan se veía un poco delicado, como frágil y tierno. Era de esos chicos que aumentaban mi sentimiento de protección al máximo. De no dejar que nada lo dañase.

La criatura desplegó sus maravillosas alas y comenzó un lento trote, que siempre hacía previo al vuelo. Me incliné sobre él, pasando mis manos por su abdomen para sostenerme. Acerqué mi cabeza a la suya y le di las últimas indicaciones, hablando muy cerca de su oído.

-Cualquier problema que tengas, avísame.

Escuché sus susurros y sonreí. Era lo único que podía hacer. Aunque no lo admita, la influencia de ese chico me afectaba. Podía sentir esa sonrisa natural que no recordaba cuando se me había formado, y no quería separarme de él. Pero me obligué a mirar hacia adelanta cuando sentí el tirón hacia atrás que se produce cuando el hipogrifo levanta vuelo. Los primeros aleteos son un poco violentos, pero luego se estabiliza y es un espectáculo increíble. Ya no se sienten tirones hacia atrás, sólo se siente el viento contra nuestros rostros. Ya habíamos abandonado los bosques, al estar en un extremo del bosque, salimos rápido de él. Ahora andábamos entre algunos de los montes, con pocos árboles aislados.

Moquito se lanzó en picada hacia arriba y extendió sus alas, para quedar planeando a poca velocidad y estabilizarse. Ahora el viento sí permitía hablar. Miré hacia abajo. Me encantaban las alturas, nunca me mareaba, y eso que íbamos alto.

-¿Te gusta? Es hermoso... -le comenté a Dylan, también contra su oído, para que pueda escucharme mejor.

Admiré el paisaje, hermoso, majestuoso, imponente... y minúsculo. Se veía genial, a pesar de los metros de distancia, se podía advertir la belleza a simple vista. La sensación del viento en mi rostro era genial, me obligaba a entrecerrar los ojos, pero igual valía la pena. Mi pelo echado hacia atrás con fuerza. Mi camiseta pegándose a mi cuerpo. El día apoyaba este vuelo, estaba realmente apetecible para estar al aire libre. Y volar... nunca me había gustado volar. No me sentía libre en el aire sobre una escoba. Yo me sentía libre en el agua. Pero todo cambiaba cuando paseaba en el hipogrifo. Ahí no me sentía libre ni prisionero, me sentía simplemente paseando. Cómo en automóvil, tren o barco.

Estaba disfrutando el paisaje cuando escuché a Dylan gritar el nombre de su mascota y que la buscara en su capucha. Largué un suspiro cuando lo encontró, sintiendo una parte del alivio que él también sintió. Pero pronto sentí como nos deslizábamos hacia atrás. Fueron tres segundos donde nos deslizamos menos de cuatro centímetros, pero luego de eso caímos los dos en picada hacia abajo.

¡Concéntrate Teo! No puedes darte el lujo de perder la compostura en un momento como este. Ya lo has practicado antes. Sólo hazlo, y rápido.

Caímos en picada. Me aferré a él, tomándolo por la cintura con un brazo y con el otro sacando mi varita. Ya estábamos cerca del suelo. Apunté hacia abajo y grité con todas mis fuerzas.

-¡Aqua venictum! -un gran espiral de agua vino a nosotros desde el suelo, subiendo de forma impresionante. Le hablé a Dylan -. ¡Sostente fuerte! -nos chocó el espiral. El impactó fue fuerte, cerré los ojos y me empapé por completo, pero no solté a Dylan. El espiral se convirtió en una especie de tobogán, por el que bajamos como si el agua fuese sólida. La caída al suelo fue un poco dura, pero me coloqué de espaldas, cayendo primero y con Dylan encima mío, amortiguando su caída. Lancé un pequeño gruñido de dolor cuando mi cuerpo golpeó el piso.

Podía escuchar a Dylan disculparse varias veces, y sentía un punzante dolor en la espalda. Soy un idiota, ¿cómo voy a utilizar ese hechizo? Debía ser obvio que no funcionaría con los dos. Estaba diseñado para sostener a una persona. Si no hubiese sido por él... esto hubiese terminado mucho peor. Apreté fuerte un segundo los ojos y los abrí, para incorporarme y terminar sentado en el suelo, le sonreí a pesar de la onda de dolor que me atravesó cuando lo hice. Miré a Dylan a los ojos.

-Sh... -susurré un segundo, para que me escuche y no se preocupara -. Estoy bien, no te preocupes -dije, con voz algo ronca y pausadamente -. Si esto no terminó peor, es gracias a ti. No me di cuenta de que el hechizo no nos aguantaría a los dos. Al convertirlo en hielo nos salvaste, enserio -le sonreí, yo estaba sentado y él arrodillado frente a mí. No nos separaba mucho, podía ver bien su rostro. Sus facciones y su expresión. Era extraño ver ese sereno rostro con esa mueca de preocupación... -. ¿Estas bien? ¿Te hiciste daño? -le pregunté, tomando una sus manos entre las mías, y mirando sus ojos.