Un paseo por la plaza. (Aleks)

Él parecía carecer de cualquier emoción, sus ojos azules fríos miraban a la gente pasar con tanta indiferencia que al mirarlo se preguntaban si es que acaso lo conocían y por ello los miraba con tanto desprecio. Su larga túnica de viaje se mueve con la brisa fresca, la tarde resulto una muy buena para salir.
En sus viajes aprendió a ver sin mirar, ensimismarse en sus pensamientos con tanta concentración que seria incorrecto decir que el se encontraba realmente allí, mirándolos. Extenuado de Hogwarts se fue a donde esperaba no encontrar nada que le recordase las rocas de ese colegio.
De repente, busco con la mirada a alguien a quien no conocía, a veces le sucedía que sus sentidos lo llamaban a encontrar a personas y si dejaba fluir la conversación siempre resultaba satisfactorio, por lo que se había acostumbrado a fomentar esa rara habilidad.
La encontró observando los aparadores de una tienda, por un momento la miro fijamente evaluando su embelesadora figura y al acercarse a ella, sus pasos eran firmes, no dudo que su ventura lo hacia acercarse a ella.
Vislumbre el aparador que miraba, siempre era efectivo saber los gustos de alguien antes de empezar una conversación. En esta ocasión, la señorita observaba piezas de plata que después de ser selectivo concluyo que un pequeño obsequio haría amena la conversación.
Raudamente, el entro a la platería y compro un pequeño cofre que solo podía servir de adorno, pues no conocía utilidad para un espacio tan pequeño. Al salir, ella observaba otro aparador por lo que se apresuro hacia ella. Sus pasos dudaron unos segundos, al darse cuenta que no sabia que decirle, pero poco acostumbrado a las dudas, al llegar a ella sus pasos eran firmes.
Sonriéndole, tomo su mano para detenerla aun sabiendo lo peligroso que era hacer aquello a una persona desconocida, dijo: “Excúsame, pero no he podido evitar acércame a ti” En sus palabras se noto su inexperiencia en este tipo de situaciones, pero ni su cuerpo ni su rostro lo traiciono demostrando lo nervioso que se encontraba. Saco la bolsa donde le entregaron la caja y se lo extendió. “Es… un regalo”

"Excúsame si mi comportamiento es incorrecto, usualmente me gusta la claridad de cada pensamiento o acción que realizo, pero ciertamente lo único que te puedo decir ahora es que tu silueta atrajo mi vista y tu candidez elimino toda sensatez al acercarme a ti" respondió sinceramente, no era un donjuán que tuviera respuestas prontas para cada palabra que dijese ella.
Resultaba grato el contacto con su piel y aunque fuese incorrecto no separo su mano de la suya, cualquier pretexto era valido para no alejarse de ella y ahora se excusaba pensando que de esa manera llamaría su atención, que no era nada significativo el que su mano se pudiera entrelazar fácilmente con la suya.
Pausadamente examino su rostro, su comportamiento, sus ojos... evaluándola como siempre hacia con cada persona que conocía. Sentía su feminidad y delicadeza y supo que ante cualquier actitud cruel o soberbia la haría huir como a un ciervo herido, pero también al ver su apacible rostro y sus líneas de expresión pude saber que también era una mujer luchadora que se defendería bravamente cuando no pudiera huir.
Aleje mi mano de la suya y decorosamente pregunte:"No quiero ser impertinente, soy solo un desconocido, pero ¿Te gustaría un café?" Logro captar en sus ojos antes un poco de miedo, pero aunque sus ojos vagaron por las personas de alrededor no pudo encontrar el objeto de su miedo.

En otro lugar, con otro tipo de personas, en situación mas cómodas que estas… una mujer hermosa hubiera ignorado su acercamiento y rechazado cualquier posibilidad de conversación. La llaneza con la que las inglesas se abrían a desconocidos era algo atemorizadora, pero muy interesante.
En las situaciones en las que otras personas se acercaron a él, se comporto correctamente aunque algo nervioso al responder sus preguntas como si fuesen un cuestionario. Esta vez, aunque el fue quien se acerco, ella era la que hacia las preguntas y daba la impresión de buscar su contacto, tal vez por su sutil timidez, esperaba que no se convirtiera en algo incomodo.
Mesuradamente, ignoro su intención de tomar su mano, sus ojos brillaron diabólicamente y sonrió insinuantemente, al decir: “No suelo revelar mi nombre expeditamente, la mayoría de las personas desconocen el poder que concede un nombre” Caminaba a su lado con paso fluido y tanto su sonrisa como su comportamiento reflejaba su lozanía. Agrego: “Si me dices tu nombre, tal vez te diga el mío”
Ciertamente, el no se sentía incomodo por la situación, pero le parecía necesario el saber el nombre de ella si lo que deseaba era pasar un tiempo entretenido.

Por unos momentos, solo se escucho entre ellos dos el ritmo placido de sus pasos al andar. Su mirada estaba fija con un aire despreocupado que contrastaba con lo feroz de su sonrisa. Esa seguridad firme que poseía se reflejaba siempre en su forma de andar, mirar, caminar, le hacia ver siempre como un cazador esperando a la presa perfecta.
Rompiendo el silencio, le respondió: “Proserpina o Persephone hija de Ceres y Júpiter, raptada por Plutón, su esposo…” se detuvo y volteo a mirarla, sus ojos se extraviaron en los suyos, al mirarla a los ojos parecía buscar algo que le hiciera sentir, pensar, querer… dio un paso hacia ella, extendió la mano y levanto su delicado rostro hacia el, observando la perfección de sus rasgos.
Sus ojos eran sutilmente caídos lo que le brindaban un aire pueril, sus mejillas tenidas de rosa, su nariz altiva y esos labios rojos que al ella lamerlos suavemente quedaron brillantes, provocativos. No pudo entender entonces la razón de su humildad por lo que le dijo: “Si conociese más que tu nombre, en este momento dominaría tus labios embriagándome con el sabor dulce de esa boca parecida a una cereza”
Dejo caer su mano y volvió a caminar con paso despreocupado, sumergió sus manos en sus bolsillos mientras decía: “Tu madre debió prever que serias tan dulce y bondadosa como la primera que tuvo tu nombre, pues como ocurre siempre con los nombres estos te brindan un poco de su significado. Nunca digas que tu nombre no es interesante o importante, en cambio, si lo dices, hazlo con orgullo. Tal vez así, algún dios de los infiernos decida raptarte.” Volteo su rostro hacia ella con una sonrisa diabólicamente divertida, al ver su rostro agrego: “¿No crees que eso seria interesante?”