Demasiado tarde para considerarse un paseo inocente aunque sí lo fuera [Caín]

Era la primera semana de clases y me estaba costando terriblemente adaptarme las clases, los horarios y el escaso tiempo para descansar. Así que cuando había llegado el fin de semana me había propuesto no salir de la cama en, al menos, unas 27 horas. Pero mi plan se vio frustrado cuando la tarea pendiente para la siguiente semana se duplicó porque no había estado prestando la atención correspondiente y casi pierdo el brazo izquierdo en una mala transformación accidental. Y así pasó el fin de semana: sin poder hacer algo más que estudiar, completar tareas, hacer apuntes y practicar hechizos. Prácticamente ya ni recordaba lo que era el aire libre.

A mitad de semana había decidido que, aunque siguiera ajustado con los malditos horarios, saldría a dar una vuelta sí o sí, preferentemente en un horario en el que no hubiese gente caminando por ahí.

Y ahora me encontraba sentado en el suelo, escondiéndome de una Prefecta Slytherin de séptimo en una de las aulas en desuso, muriendo por un cigarrillo y algo con lo que despejar la mente.

Había tenido que ausentarme del colegio por asuntos familiares, era cierto, pero no ello tenía que ser una excusa para que ahora todos los profesores me acribillasen con hacer todas las tareas pendientes. "Señor Lancaster, debe pensar en sus ÉXTASIS" jdoer...había oído demasiadas veces esa frase durante los últimos días. Y aunque se me ocurrían respuestas que bien podrían haberme costado la expulsión directa, preferí callarme, pues en parte sabía que tenían razón. Pero eso no dejaba de fastidiarme, yo no era ninguna rata de biblioteca que se pasa el día con la nariz metida en los textos de historia. Levanté la cabeza de los apuntes de encantamientos que seguía sin entender y miré a ambos lados de la sala común. Estaba casi vacía, y no había demasiada gente que se fijase en mi, por lo que con las mismas, me levanté atusándome un poco el pantalón, guardé mi varita y mi paquete de tabaco y salí de allí con la cabeza alta. Buscaría algún sitio tranquilo para fumar y relajarme.

Mi aspecto dejaba mucho que desear, pues tenía la corbata medio desecha y las mangas de la camisa levantadas, pero me daba igual, yo podía permitirme aquellos excesos. No había caminado más de un piso hacia arriba cuando me encontré con una prefecta de mi casa y curso a la que conocía un poco y que parecía llevar bastante prisa, con cara de mosqueo. La entretuve unos segundos para cotillear. "Ando detrás de un imbécil de 6º de Ravenclaw...Will, William Walree, o WaldFee o algó así...como le pille...". No me quedé a oír más, salí corriendo hacia los pisos de arriba subiendo las escaleras de tres en tres, guiado en parte por la intuición, dándome igual que todo el maldito castillo se me quedase mirando. Abrí la puerta de aquél aula de un sonoro golpe, haciendo una entrada casi majestuosa con el pelo revuelto y semi jadeante-Maldito gatito, no te escondas de mi, que se que estás aquí-casi grité con una amplia sonrisa. ¿Cuanto había pasado desde la última vez?.

Algo mosqueado porque no había podido llegar a la torre de astronomía sin que nadie lo notase, comencé a revolver los objetos del salón viejo en el que me encontraba. No habían ventanas y una capa de polvo cubría casi todo, lo que hacía dificultoso respirar algunas veces cuando daba un paso en falso y saltaba una nube de tierra. Las sillas y mesas se encontraban en buen estado, al igual que la pizarra, aunque en ella habían escritas unas cuantas cosas irrelevantes. Tomé el borrador y comencé a crear mis propios garabatos indescifrables, escribí el abecedario en caligromancia junto con mi nombre completo y algunas fechas, retazos de letras de canciones y algunas frases de libros que me habían gustado, pero lo dejé cuando comenzó a dolerme la cabeza.

Dí un involuntario brinco dejando caer el borrador al suelo cuando la puerta se abrió de par en par con un sonoro golpe, dejando paso a quien no había visto en bastante bastante tiempo. Una sonrisa se extendió por mi rostro correspondiendo la suya y no dudé en acercarme unos cuantos pasos para observarlo detenidamente.

-- Hasta que nos volvemos a ver... --Me quedé a unos pasos de distancia, haciendo cuenta de los cambios más que notables y a la vez agradables a la vista.

Me detuve a la vez que él, observándole de arriba abajo. Tenía los rasgos algo más afilados, y el pelo un poco más corto, pero no había ninguna duda de que seguía siendo aquél maldito Ravenclaw que me había traído de cabeza desde el año anterior. Me aparté en pelo de la cara en un ademán inconsciente, me lo había dejado mucho más largo desde la última vez que nos vimos. Casi no sabía como comportarme. Casi.

Di dos pasos hacia delante y rodee ese cuerpo delgado entre mis brazos, levantándole un poco del suelo para girar con él en el aire sin reprimir una carcajada antes de dejarle de nuevo en el suelo con un suave beso en el cuello y un guiño de ojo-¿donde demonios nos hemos metido este tiempo como para no vernos?-pregunté sacudiendo la cabeza y mordiéndome un poco el labio mientras tanteaba mi pantalón en busca de la cajetilla. Estaba claro de que en ese momento necesitaba matar un poco más mis pulmones a base de nicotina. Tenía que tranquilizarme o al final me acabaría dando algo. Saqué un cigarrillo y me lo llevé a la boca mientras le lanzaba la caja para que él también cogiese-teníamos tantos malditos planes el año pasado...-comenté, aunque sin reproche, más bien con una mezcla de felicidad y nostalgia mientras me acercaba a él y me inclinaba hacia sus labios, en donde descansaba el cigarro que había tomado. Junte la llama del mío, encendida con un hechizo no verbal, al suyo, que pronto empezó a echar humo en señal de que ya estaba encendido, aunque no por ello quise apartarme.

Estaba sorprendido y, para qué negarlo, también feliz por el repentino rencuentro. Aquel que tenía parado en frente de mí era indudablemente Caín, aunque se veía diferente en todo sentido. Había oído algunos rumores sobre que había tenido que marcharse por asuntos familiares y me preguntaba si eso tendría algo que ver con el cambio. O tal vez era sólo que hacia demasiado tiempo que no nos veíamos, ya que también yo me encontraba diferente en muchas formas.
Le acompañé con una risa cuando me vi a centímetros del suelo dando una vuelta, algo mareado por el movimiento abrupto, pero notando un beso en el cuello antes de ser depositado en el suelo nuevamente. Respondí a su pregunta con un suspiro de frustración y atrapé la cajetilla al vuelo, sacando uno apresuradamente.

--Oh, mi salvador--me reí llevandome el cigarrilo a la boca, sintiendo como este simple hecho me daba la confianza que necesitaba para hablar --. Bueno, quisiera suponer que siguen en pie y sólo se han retrasado un poco, ¿ah?

En cuanto hubo encendido los cigarrillos me permití dejar escapar un suspiro placentero. Hasta encontes no me había dado cuenta de lo mucho que lo estaba necesitando, estresado con las malditas clases, y todo por culpa de uno de mis compañeros de dormitorio que me había delatado con un prefecto.
Di un paso hacia atrás, tirando del brazo de Caín para que se sentara conmigo en la mesa que se encontraba detrás. Me acomodé con uno de los pies sobre la silla y el otro en el borde de la mesa, rodeando la pierna con un brazo para apoyar el rostro en la rodilla, siempre sin quitarle los ojos de encima. Alargué la mano que tenía libre hasta su cabello sin poder resistirme.

-- ¿Por qué lo has dejado largo? --pregunté con curiosidad.

Me senté a su lado con una pierna colgando y la otra sobre la mesa, con un brazo hacia atrás para apoyarme mientras con la mano libre quitaba por unos segundos el cigarro de mis labios, exhalando el humo lentamente mientras sentía como se relajaba cada centímetro de mi cuerpo. Sonreí un poco mientras inclinaba la cabeza hacia un lado-todos los planes siguen pendientes, por supuesto-asentí dando una nueva calada sin dejar de observarle-estas más mayor-afirmé con una media sonrisa dando un lento repaso a cada una de sus facciones.

Sentí el contacto de su mano y cerré los ojos un segundo antes de contestar-realmente no lo se-dije encogiéndome de hombros-creo que necesitaba un pequeño cambio en mi mismo-agregué pensándolo detenidamente-en mi casa no les gusta nada, pero tampoco pueden decirme demasiado mientras siga cumpliendo con el papel de perfecto heredero-sonreí volviendo el rostro de nuevo hacia él mientras apagaba la colilla aplastándola contra la suela de mis zapatos. Nada más acabar este gesto, atrapé la mano que él tenía perdida entre mi pelo para posar un beso sobre ella-te he echado de menos-admití con seriedad, por mucho que no me hiciese gracia admitir ese tipo de cosas-¿que demonios te ha pasado con esa prefecta de Slytherin?-pregunté por hablar de algo mientras observaba sus dedos, pálidos y alargados-al parecer ahora usas tu segundo nombre...-sonreí sin proponérmelo-Celes William WaldFee-dije lentamente antes de levantar la mirada de nuevo hacia él-alias, gatito-agregué con un leve suspiro divertido a la vez que me mordía el labio.

Sonreí, ladeando la cabeza en un intento de encontrar comodidad en la posición en que estaba.
--Genial... Y ya era hora, supongo--bromeé dandole otra calada al cigarrillo. Lo cierto es que no me había fijado, no tenía mucha prisa por crecer así que no le había dado importancia a los supuestos cambios.
Dejé mi mano en su cabello, recorriendo de tanto en tanto los mechones ahora rubios. Escuchaba atentamente su respuesta, analizandola de mil maneras posibles sin despegar la mirada de su rostro. Mi mente rumio el término "perfecto heredero" con una sonrisa irónica, preguntandose si sería cierto que Caín dejaría de andar contracorriente y a la vez riendose de la idea.

--También yo --admití sin dejar de sonreír. Le di una últia calada al cigarrillo antes de sacar la varita que estaba en la manga de la túnica y hacerlo desaparecer. Me reí fuerte ante el comentario de la prefecta--. No lo sé, realmente. Una vez te dije que no suelo agradarle a la gente... Me refería a cosas como esta... Supongo que es porque algunas veces, de acuerdo, la mayoría de las veces actúo como un completo estúpido con la gente que no conozco.

»Y sobre el nombre... --suspiré--. Creo que yo también necesitaba algún cambio autoimpuesto. Celes William WaldFee --repetí--. Alias Gatito, ¿cómo podría olvidarme?--me reí-- Me gustan los dos nombres, pero tu puedes llamarme como quieras. Te concedo el privilegio del mote.
Con un giño, me reí fuerte, arrodillandome sobre la mesa para acercarme más y a la vez manteniendo mi mano entre las suyas.

Me reí-actúas como un estúpido ante la gente que no te interesa conocer-precisé mientras le guiñaba un ojo con diversión-a mi no me pareciste, ni mucho menos, un estúpido-agregué mientras a mi mente venía por unos segundos la imagen de aquél chico Ravenclaw con aspecto de estar perdido en los pasillos que llevaban diréctamente a los jardines. Sonreí encantado con esta imagen, parecía que había pasado una eternidad desde aquél entonces en el que solo éramos dos chicos que no tenían muy claro el qué demonios hacían allí. Volví a mirar su rostro y su cabello, algo oscurecido. A mi me había pasado al contrario, se me había aclarado al dejarlo largo. Ese rostro que tenía delante ya no mostraba la misma ingenuidad que hacía un año, pero si una nueva madurez. Suspiré, pensando en cuanto habría cambiado yo mismo en aquél tiempo.

-De vez en cuando creo que todos necesitamos un cambio-afirmé mientras en mi cabeza repetía su nombre completo, para acostumbrarme levemente, aunque sabía que no lo iba a conseguir, y tampoco estaba muy por la labor de hacerlo-gatito-me reí pensando en el mote, impuesto por Helena-¿sabes que el año pasado eramos unos jóvenes muy descontrolados?-bromeé mientras todas aquellas imágenes regresaban a mi cabeza, haciéndome reír-pensar que casi tuve que pelear por ti...-comenté acariciando su pelo mientras el nombre de otro chico resonaba también en mi cabeza-aunque al final, eso dio buenos resultados...-una sonrisa pícara se extendió por mi rostro al acordarme de cuando dejamos de ser dos para pasar a tres-realmente nos portamos muy mal el año pasado-dije mordiéndome el labio con una sonora risa.

Le miré de nuevo, a pocos centímetros, con su mano en la mía y asentí levemente-pero créeme que a quien realmente he extrañado es a ti...Celes-dije antes de tomar su cuello con la mano libre y atraerle hacia mi. Conociéndome como me conocía, él ya debía saber que yo no iba a aguantar mucho más sin hacer aquello. Le besé profundamente, cerrando los ojos mientras mis dedos recorrían su pelo y mis labios se movían casi inconscientemente sobre los suyos. Me faltaba el aire, pero daba igual, en ese momento solo podía dejarme caer de nuevo en las sensaciones que tenía al sentir el sabor de la boca de Celen en la mía, lo cual creía casi perdido.

--Tal vez... --murmuré--. Aunque creo que lo que me impidió comportarme como un autentico pendejo contigo fue que, además de no tener ni idea de donde me encontraba, tú me gustabas... un poco.
»Ahora bien podría decir que me gustas mucho más que un poco.

Sonreí al recordar la plática que habíamos tenido aquel día, el vocabulario Slytherin y las razones por la cual éstos nunca se rendían ante una causa que mereciera la pena. Era extraño porque en Hogwarts nunca había cruzado palabras con muchos Ravenclaw más que con mis compañeros de cuarto, pero sin embargo, eran bastantes Slytherins a los cuales conocía y con quienes solía hablar. Tal vez era el lado de mi sangre de serpiente lo que reclamaba un poco de atención de sus similares.
Hice una mueca cuando se rio al llamarme por mi apodo, volviendo al momento en el que se me había otorgado. Había tenido suerte de que Helena no se quedase con la primera opción que se le había ocurrido; Gatito no estaba tan mal cuando me acostumbré, pero Ald seguía sin agradarme.

-- ¿Descontrolados? --me reí--. Y yo que pensaba que nos estábamos controlando bastante... Y no sé de qué hablas. Yo siempre me he portado muuuuuy bien. --La risa se apagó y me relamí los labios ante la cercanía. Sabía que la escasa distancia no iba a durar, por lo que no me sorprendió cuando me tomó del cuello con su mano libre y me besó. Ansioso, solté mi mano de la suya deslizandola hasta sujetar con fuerza su corbata, atrayendolo tan cerca que mi brazo quedó comprimido entre nuestros cuerpos. Entreabrí los labios, respirando su aire y cerrando mis dientes con suavidad sobre su labio inferior para luego repasarlo con la lengua.

Le agarré del pelo con fuerza mientras sentía los nervios de mi rostro ser recorridos por corrientes eléctricas a causa de su lengua rozando mis labios. La atrapé entre mis dientes apretando un poco antes de volver a besarle mientras abrazaba su cuerpo cálido, juntándole más a mi. Tiré a mi ves de su corbata, deshaciendo el nudo a la vez y quitándosela de un fuerte tirón y lanzándola lejos de nuestro alcance. Mis labios recorrían su rostro, besando cada milímetro, acercándome a su oído y mordiendo suavemente el lóbulo de su oreja antes de descender por su cuello, besando y mordiendo. Pude notar el escalofrío de mi compañero al notar mi aliento cálido sobre él. Mis pupilas estaban muy dilatadas, y mi cuerpo se movía casi por inercia mientras me inclinaba hacia él. Quería empujarle y tumbarle sobre la mesa, sentarme a horcajadas sobre él mientras mis manos se perdiesen entre su pelo, pecho y piernas, quería que nos besásemos y tener su cuerpo hasta caer agotados.

Pero mi mente racional aún manejaba un poco de mi consciencia, por lo que mi mano solo se movió hasta su camisa, desatando los tres o cuatro primeros botones, recorriendo la piel blanca que se dejaba ver a través de la tela. Me mordí el labio con fuerza mientras le miraba con una mezcla de diversión y culpabilidad, posando mi frente sobre la suya, a pocos milímetros nuestras bocas-me voy a volver loco-dije arañando un poco su piel-hacer todo lo que se me pasa por la cabeza aquí sería un poco temerario-sonreí, pensando que era posible que hubiésemos hecho cosas peores. Una mano juntaba su cabeza a la mía, revolviéndo su pelo con ella, la otra se dividía entre su cuello y el pecho descubierto, rozando los botones aún atados, tocando durante unos breves segundos, aunque más de una vez, la hebilla de su cinturón-no se que haces conmigomis labios le besaban de vez en cuando-ahora mismo debería estar interesándome por lo que has hecho este tiempo, informarme sobre ti-mi voz sonaba suave, aunque un poco entrecortada-pero me descontrolas tanto que solo pienso en...-recorrí su pierna desde la rodilla hasta la cara interna de su muslo de forma elocuente-bueno, creo que es obvio-terminé la frase riéndome un poco de mi mismo.