Pesadillas {Aleks}

Abrí los ojos de repente, justo en el momento en el que me enderezaba en mi cama. Había pasado de nuevo, lo sabía, sabía que sucedería y sin embargo no podía hacer nada para evitarlo. Noté como todavía temblaba ligeramente y de repente, como al tomar conciencia, de mis ojos comenzaron a caer grandes lágrimas. Que debil, que despreciable. ¿Por qué me ocurría esto a mí? Las imágenes todavía continuaban frescas en mi cabeza, había sido tan real, se había sentido tan real. No me lo podía permitir, me limpié las gotas de agua sin lograr nada, ya que continuaba llorando.

Basta, no podía seguir en mi habitación o alguien se daría cuenta de mi estado, tenía que tranquilizarme. Cuidadosamente me deslizé de mi cama y me cambié de ropa. Salí de mi habitación sin hacer ruido alguno, casi como un fantasma. Atravesé mi Sala Común y llegué a los pasillos ¿A dónde me dirigía? Tenía que ser un lugar en donde nadie me encontrara. Es decir que dirían si me veian así, a mí, a una ''valiente'' Gryffindor. Mi estado era deplorable, necesitaba relajarme y urgente. No supe muy bien por qué, pero solamente se me ocurrió un lugar al que ir. ¿Y qué si era peligroso? Sinceramente, en este momento justo eso no me importaba.

Llegué al borde del bosque, me senté apoyando la espalda en un árbol y entrelazé mis manos sobre mis rodillas mientras tomaba discontinuas bocanadas de aire. Las pesadillas cada vez era más continuas y peores, ninguna poción que tomara me ayudaba con ellas. Volví a pasar mi mano por mi rostro para quitar mis lágrimas.

El bosque prohibido no poseía para el la misma atracción que parecía tener en todos los otros alumnos de Hogwarts. No solía ir hacia allí aun cuando muchos erróneamente creyeran que era miedo. Bufo suavemente y eso le dio a su rostro una expresión sardónica.
Llevaba puesto una capa negra que lo ocultaba en las oscuras superficies de las paredes de su querido colegio. Desde el principio tomo la costumbre de vagar por todos los lugares que para los antiguos alumnos no tenían interés. Muchas veces, no llegaba a ir a la cama pues encontraba entretenido descubrir pasillos que, al menos para el, eran secretos.
Camino hacia la ventana, recostó un lado de su rostro en la pared y por unos momentos no se movió de su posición, distraído por sus pensamientos. Se sobresalto cuando en los jardines una criatura se movía rápidamente hacia el bosque, concentrando la mirada noto que era una chica.
No tuvo tiempo de dudar si era o no correcto acercarse, mientras caminaba por los pasillos secretos que descubría se decía que podrían haber miles de razones para no ir ¿Qué si se estuviese encontrando con su novio? ¿Y si en realidad simplemente era un fantasma? ¿Si deseaba estar sola? Aun cuando se trataba de poner excusas o retraso su paso fuerte, no entendía porque las jóvenes inglesas se arriesgaban tanto.
Llego al bosque y agradecía poder encontrarla rápidamente sentada en una rosa, su voz se volvió excesivamente fría al decir: “Es inadecuado que una joven este en este lugar.” Apoyo su cuerpo en el árbol, introdujo sus manos en sus bolsillos y cerro los ojos. Ni su cuerpo ni su rostro reflejo lo fastidiado que se encontraba con las mujeres de aquí, ellas decían ser iguales y hasta mejores que los hombres olvidando que el poder de la mujer era el de la sutilidad y que su mayor don no era el de correr hacia el peligro si no su docilidad.

Me quedé así durante unos minutos. Ya había comenzado a calmarme, aunque sentía aquella horrible sensación oprimiendo mi pecho. Como sea, por lo menos ya no lloraba. En serio, esto tenía que parar como fuera, no podía ser todas las noches lo mismo. Ya no sabía que hacer, suerte que estábamos en vacaciones y no había demasiada gente. Mi mirada se posó en un punto fijo por unos instantes, hasta que lo oí. Mi mano fue directamente hacia mi varita. Me sorprendí por no haberme dado cuenta de que tenía compañía, debería haber estado más atenta en ese sentido. Observé a mi alrededor y encontré el origen de aquella voz, él estaba apoyado sobre un árbol, con los ojos cerrados. ¿En qué momento había llegado? Parecía no ser peligroso, aunque aquella capa negra me resultó curiosa, hacía bastante calor como para encima usar eso. Me relajé un poco mas no perdí del todo mi estado de alerta.

Lo miré frunciendo ligeramente el seño, no me daba miedo ¿Desde cuándo él, un completo extraño, podía decirme lo que era correcto y lo que no para mí? No obedecía ni a mi padre y pensaba que le haría caso a él, que para colmo salió de la nada.

- ¿Y supongo que sí es adecuado que alguien como tú se encuentre aqui? - inquirí con una sonrisa de lado. Odiaba que los hombres fueran machistas, las mujeres eramos tan capaces de defendernos por nosotras mismas como ellos.