Encuentro en el campo de Quidditch (Yveline)

Comencé a hablar con Yveline cuando la hicieron prefecta. De eso ya iba algún tiempo y la verdad es que cuando me dijo de pasada que me esperaría en el campo de Quidditch a esa hora y que tenía que ir, no me sorprendió. Me pregunté mientras caminaba que sería lo que quería. Alomejor era algún plan para hacer una fiesta en la sala común de Slytherine, que no sería mala idea, pero.... ¿porque el campo de Quidditch? Yo sabía que a ella le gustaba jugar pero de verdad esperaba con todo mi ser de que no quisiera jugar conmigo. Siempre he sido pesima para los deportes y no creo que sea algo que cambie, mi contextura es delgada y algo frágil, lo mio siempre ha sido el encerrarse en las mazmorras, siempre es mucho más comodo.
Por fin llegué al campo de Quidditch y la vi esperandome.

-Hola Yveline.-dije con un tono amable como siempre.-¿Para que querias que vinera? ¿Para hablar de algo? Sabes que podriamos haberlo hecho perfectamente dentro del castillo....

Leticia Herondale era la otra prefecta de Slytherin. Había tratado muy poco con ella y era por es que la había citado en el campo de Quidditch para conocerla un poco. Si llegaba a agradarme entonces podríamos ser amigas.

De mi baúl agarré mi escoba, una Saeta de Fuego, y me dirigí hacía el campo de Quidditch. Hoy jugaría con Herondale y esperaba que ella fuera buena jugando. Me ajuste la túnica con una mano y seguí mi camino hasta quedar en frente del campo de Quidditch. La vi a la mitad del campo y me acerqué hacía ella algo extrañada porque no tenía una escoba en la mano.

- Creo que llegue tarde -comenté mientras le extendía mi mano para saludarla.

Debía admitirlo, esta algo emocionada pues esta sería la primera vez que jugaba Quidditch con alguien que no fuera de mi familia. Como era obvio, no lo demostraría. La emoción se fue al escuchar sus palabras.

- Así que por eso no veo una escoba... ¡No la trajiste! -comenté sorprendida y luego sonreí de lado con malicia-. Vamos, Herondale, ¿que más creías que haríamos en el campo de Quidditch ? Pues para jugar Quidditch -rodé los ojos y me reí por lo bajo, realmente divertida.

Esperé unos segundos para controlarme y luego respiré. Mi vista se fijo en los vestuarios de los jugadores de Quidditch y luego en el armario de las escobas. Agarré a Leticia de la manda de su túnica y la jale hacía el armario. Íbamos a jugar Quidditch, yo con mi Saeta de Fuego y ella con una escoba de la escuela.

Puse cara de claro horror en el momento en que mencionó el jugar Quidditch.

-Oh vamos, ¡apesto en todo lo que es deportivo!-protesté con susto en la voz mientras ella me arrastraba hacia las escobas y los implementos de Quidditch-Me caí de la escoba en primero, apenas puedo cargar todos los libros que ocupo....

Me puse pálida, y aún más cuando vi su Seta de Fuego y como miraba las escoba del colegio. Todos sabían que la Saeta de Fuego era la mejor escoba del mundo, incluída una ignorante como yo.

-¿De verdad no tienes nadie más con quien jugar?-dije con voz casi suplicante. Estaba segura que de ahí saldría con un hueso roto si es que no algo peor.

No la escuchaba del todo, pero sabía que no era una chica atlética. Y era mi deber, hacerla una fanática del Quidditch. Sentía que era mi deber. ¿Y que mejor manera de plantar una amistad que jugando Quidditch?

- Vamos, Herondale, que el Quidditch es la mejor cosa que hay aquí en Hogwarts, además de la Biblioteca. ¿Que acaso no te gusta sentir la brisa chocar contra tu rostro y revolver tu cabello? -pregunté alegre y cerré lo ojos mientras caminaba más animada, aún con el fuerte agarre en su manga.

Seguimos caminando y por fin llegamos al armario de las escobas. Hice una mueca al verlas. No eran de buena marca, pero de algo serviría para jugar de mientras. Luego me encargaría de ir de compras con Leticia.

- Tienes que intentarlo. Te gustará, créeme. Aún si has pasado malas experiencias con la escoba -agarré una escoba y se la tendí-. Si tengo a alguien con quien jugar, aquí estas tu, ¿no es así? -sonreí de lado y me giré para ver si habían pelotas que usar.

Pronto encontré el baúl y me encaminé hacía ellas con paso decidido y con mi escoba encima de mi hombro. Lo abrí y cogí una Quaffle. No eramos muchas como para jugar con las demás pelotas, eramos solo dos.

- Jugaremos con la Quaffle -lancé la pelota al aire y luego la atrapé- y cada quién tratará de meter esta pelota al aro del contrincante. Para que esto funcione nos turnaremos, ¿entendido? -cerré el baúl y levanté un poco la comisura de mis labios. Eran pocas las veces en las que me comportaba así de energética con alguien a quién a penas conocía. El Quidditch en verdad me hacía cambiar.

Suspiré resignada, pero puse mi mejor cara, ¿que era lo peor que podia suceder? ¿Matarme? Reí un poco y le dije con alegria:

-Esta bien, juguemos, pero tu tendras que arrastrarme a la enfermeria cuando este agonizante... Y bueno, la verdad nunca realmente lo he intentado, asi que tendrás que enseñarme un poco, pero suena divertido-reí algo nerviosa.

Vi como se emocionaba hablando de Quidditch, realmente debía gustarle mucho, así que podía hacer el esfuerzo de tratar de congeniar con ella.

-¿Entonces será quitarnos la pelota y tratar de anotar?-me acerqué a los uniformes y busqué uno de mi talla-¿Te gustaria ser cazadora entonces? Siempre vengo a ver los partidos de Quidditch, pero ahora que lo pienso debe ser muy emocionante jugar. Además del trabajo en equipo y todo eso.

Entré en uno de los camerinos y comencé a cambiar, no pensaba jugar con túnica.

-Solo no seas muy tuda conmigo, ¿si?-rei un poco