¿De qué color es la imaginación? {Yveline}

Otro aburrido día en mi habitación, solo y nada con lo que entretenerme, mi búho estaba en la lechucería, por lo que no sería buena idea ir a molestarlo, no, mejor no. Además no me apetecía ir a aquel lugar, apestaba y me molestaba que al entrar todas las aves producían estridentes ruidos. Sería mejor pasar el día en... Sí... Allí sería mejor.
Salté de la cama y me calcé las botas, até mi varita al antebrazo como solía hacerlo, ya estaba preparado para bajar, aun que tenía en mente que necesitaba algo más...¿Pero qué? No le di importancia, si de verdad lo necesitase no tendría esa sensación.
Bajé las escaleras casi a saltos sintiéndome cada vez mejor, no podía soportar estar encerrado, y muchísimo menos solo.
Sentí una brisa veraniega cuando llegué al Lago, era uno de mis lugares favoritos, después del bosque, me encantaba perderme en el bosque, siempre parecía distinto, y me sentía mucho mejor y más libre que sentado en mi cama viendo pasar el verano.
Pero ese día tenía ganas de divertirme, pues una sonrisa amenazaba en mis labios, me acerqué a la orilla del lago tentando en tirarme, tenía ganas de dejar a un lado lo que se pasaba por mi mente y averiguar si en verdad allí dentro habían seres inteligentes, como se rumoreaba.
Saqué la varita y apunté al agua.

- Glacius- Dije apuntando a la superficie y caminando a la par que creaba un puente de hielo, hacia el centro, me agaché con la varita en mano mirando a través de la negra masa.

Muy en el fondo sabía que hoy sería un día aburrido. Cuanta razón tenía, pues no encontraba nada con que pasar el tiempo y era en verdad frustrante no hacer nada. Había decidido ir a la Biblioteca a leer un buen libro o a los jardines a dar un paseo. Pero ambas cosas... me daban pereza hacerlo.

Con un suspiro de frustración me paré del sillón de la Sala Común y me dirigí al Lago. Hacía ya una buen rato en que no lo visitaba. Me desarrugué la túnica y cogí mi varita de la mesita, la puse en el bolsillo derecho de esta y me encaminé hacía la puerta.

El trayecto no fue muy largo y por fin llegue a una zona apartada del Lago. Quería contemplar las ondas que se hacían en la orilla, me relajaba. Me senté en la orilla, abrazando mis rodillas cuando las ondas se hicieron más grandes. Abrí mis ojos y busqué el origen del alboroto.

Un chico estaba haciendo algún tipo de conjuro en el agua. Pronto, un puente de hielo se formo sobre el lago. Me quedé sorprendida. ¿Cómo había logrado eso?

Dudé apenas unos segundos, pero quería hacerlo, el puente solo duraría unos segundos más, pues era un hechizo sencillo, solo había congelado parte de la superficie, pero... ¡Bah! Tenía que hacerlo, la vida estaba hecha para eso, me quité las botas y metí dentro los calcetines, me desabroché la camisa y enrollé con ella las botas, la orilla no estaba lejos, por lo que lancé el improvisado paquete, que cayó a pocos metros, perfecto, no se había mojado, no podía esconder mi sonrisa, me lancé al agua poco antes de que el puente se deshiciera.
Buceé hasta llegar a ver el fondo, pero no pude aguantar más y subí a toda velocidad, ya en la superficie jadeando, me mentalicé... ¿Qué había visto ahí dentro?... Algas... Bueno, a parte... Eran como... Como algo parecido a... No, las sirenas no podían existir... ¿Qué eran esas cosas?
Salí a tierra a nado con la intriga de qué sería... Lo investigaría en algún momento. Me sorprendió más otra cosa... Bueno, otra persona en este caso, no reconocía su olor, me puse de nuevo la camisa y me acerqué a ella, pues era un chica, calzándome las botas.

- Hola- La saludé con una sonrisa amistosa.- Soy Dave.

Seguí observando al chico. Tenía demasiado curiosidad. Este parecía estar indeciso, observaba el lago, como si buscara algo. Fue entonces que me di cuenta que es lo que planeaba hacer. Sus botas, calcetines y camisa cayeron a pocos metros de mi y después de que se lanzara al lago, el puente que había construido se cayó.

Tardo un poco de tiempo ahí, pero no para que fuera alarmante. Yo solo me quedaba donde estaba, intrigada por lo que hacía. Salió al poco rato y se puso nuevamente la camisa. Con una sonrisa amigable se dirigió a mi, aún calzándose las botas.

- Hola. Soy Dave -se presentó sin quitar la sonrisa.

Yo solo asentí y le tendí la mano.

- Yveline Rosier, Slytherin, quinto curso. ¿Que estabas haciendo? -no pude evitar que la pregunta se saliera de mis labios, pero no la retire y lo quedé observando, esperando la respuesta.

Esperé un momento en silencio, genial... No había reconocido mi nombre, eso significaba que tampoco conocía mi... Secreto, era una suerte, pues mi camiseta tapaba la cicatriz de la mordedura. Estreché mi mano sin que se desvaneciera mi sonrisa.

- Slytherin...- Repetí para mi mismo.- Yo pertenezco a Ravenclaw, de sexto curso. Exactamente... Curioseando.- Dije volviendo la mirada al lago.- ¿Nunca te preguntaste que había ahí dentro?

Me senté junto a ella atándome las botas, conteniéndome una sonrisa de satisfacción.

- Si no has buceado nunca los suficiente hondo, no tienes ni idea de lo que te pierdes... Ahí abajo hay como una especia de civilización acuática.- Dije una vez tuve bien puestas las botas.

- Así que curioseando, eh... Interesante -volví mi vista al lago a la vez que me preguntaba sobre la existencia de algo ahí en la densa oscuridad de este-. En realidad... no. Nunca me han interesado mucho las criaturas acuáticas -musité y seguí escuchándolo.

Estaba demasiado emocionado con eso... Entonces debía de ser interesante, ¿no?

- Entonces es una sorpresa que no hayan habido clases sobre esas criaturas. Es una lastima, pues estoy segura de que hay más personas que estén tan interesadas en esas criaturas como tu -razoné y observé el lago con más atención, con la tonta ilusión de que vería algo.

Solo una obscuridad que al verla sentía la sensación de que me tragaría viva y las leves ondas que el Calamar Gigante hacía cada que sacaba uno de sus tentáculos a la superficie.

- En especial... -continué- cuando se lanzan desde un puente de hielo creado por su persona para comprobar la existencia de estos seres -levanté la comisura de mis labios solo un poco que estaba segura de que a penas era visible-. ¿No crees?

Me abracé a mis rodillas sonriendo, era una chica un tanto... Rara... ¿De verdad nunca había visto a alguien hacer un puente de hielo y tirarse desde este al lago?... Vale, igual el raro era yo, pero... ¿Y qué? Ser raro mola, no tiene nada de malo... Salvo que la gente quiera ser como tú, entonces es un peñazo, por que todos dicen quue son originales cuando han copiado una idea.

- ¿Te gusta el Quidditch, Yveline?- Pregunté echándome hacia atrás, hasta tumbarme en el césped.

El cielo estaba bastante despejado, añoraba la luna llena, quería transformarme de una vez, ¿Cuánto faltaría? Debería echarle un vistazo al calendario, si me pillaba por sorpresa estaría bastante... Bueno yo no, pero los que se topasen conmigo estarían en grave peligro, sería mejor pasar la siguiente luna llena en mi cuarto, solo por protección, si me encerraba allí con la poción matalobos, podría dormir como un cachorro, aun que temía asustar a Rayth, debería dejarlo con algún amigo... Pero si no tienes amigos... Solo conoces a mucha gente, pero nadie que se pueda llamar "amigo". Volví la mirada hacia la chica rubia, esperando su respuesta.

Empecé a reírme por lo bajo y lo voltee a ver incrédula.

- Vamos, ¿a quién no le va a gustar el Quidditch? Es el mejor deporte mágico que hay -exclamé emocionada-. ¿Y a ti, Dave? -retorné con una amplia sonrisa que después de unos segundos se esfumó y comencé a negar con mi cabeza-. No, no me llames Yveline por favor. Dime Yve o Line... como gustes, pero menos Yveline -mi reacción había sido inesperada. Abrí un poco los ojos y después me volví, desviando la mirada. Cerré mis ojos y esperé unos cuantos segundos para calmarme.

Era aún difícil escuchar mi nombre completo. Los recuerdos aún estaban presentes, sin embargo no iba a mostrar debilidad alguna. Lo que pasó ahora estaba en el pasado y nunca volverá. Tenía que tenerlo en mente y así olvidar lo sucedido. Tome una gran porción de aire y me volví a verlo con una expresión serena.

- El Quidditch es fabuloso -sentencié, solo que ahora con menos entusiasmo-. Mi posición favorita es la del cazador... siento que es el que más se mueve. Es más interesante -me encogí de hombros y apreté mis labios.

Sonreí ampliamente cuando dijo lo del Quidditch, al parecer lo adoraba, su posivción favorita era mi enemiga en el juego, por lo que seguramente nos veríamos las caras si jugábamos en los equipos.

- Por supuesto, adoro el Quidditch y volar, sobre todo me encantan las carreras de escobas voladoras, y una vez... Probé algo parecido al Quidditch pero con hipogrifos, cerca de Tracia. Fue muy extraño, pero divertido, el juego era de tres personas, dos montados y uno en el suelo, se utiliza una pelota y los cuatro, dos y dos, que vuelan, deben hacerse con ella y colarla en un aro que hay tras el guardián en el suelo.

Miré hacia el cielo las nubes se expandían, se separaban y se juntaban... Era genial adoraba las nubes, aun que me sentía mucho más seguro en tierra, donde el suelo era firme.

- Mi lugar favorito es guardián, y espero conseguir ese puesto en cuanto se abran las listas... Aun que debería ahorrar para mi escoba...- Dije riendo.