La daga maldita
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La daga maldita
No escribo esto con la esperanza de ser exonerado del crimen por el que sere castigado mañana, para serles sincero, aun cuando fui un actor principal en los sucesos que estoy a puntos de narrarles, no termino de creer en mis propias palabras. Me encuentro en Azkaban, mañana recibiré un destino peor que la muerte, seré besado por un dementor, mi alma sera arrancada y mi cuerpo existirá vació por el resto de mis miserables días, podrían preguntarse entonces, ¿Que terrible atrocidad pude cometer para merecer semejante castigo?, Pues les diré, lectores mio, cometí la peor de todas.
Comenzare mi historia contándoles algo más de mi, desde pequeño, fui conocido por mi carácter afable y mi gran facilidad para hacer amigos, para la mitad de mi primer año en Hogwarts, ya tenia de amigo a casi la mitad del colegio, siempre fui una persona de risa fácil, y carácter amable, tenia pocos hobbies, el único de ellos que persevero en mi adultes, fue mi amor por coleccionar parte de la historia, reliquias, viejos objetos, como, por ejemplo, el primer sombrero de Merlin, uno de mis tesoros, o al menos lo era.
Me case joven, con la que fue mi compañera durante mis años de estudio, a los 19 ya teniamos nuestro primer hijo, y nos fuimos a vivir a una casa en el valle Godric, no muy grande, pero acogedora y cálida.
Mi carisma me había conseguido un lugar entre las eminencias de Slughorn, y gracias a eso, logre un puesto en el ministerio, en el departamento de preservacion y cudiado de objetos magicos, un lugar perfecto para mi, considerando mis gustos.
Mi hijo contaba con 5 años cuando ocurrieron los sucesos que cambiaron mi vida, en mi trabajo en el ministerio, de vez en cuando, cai en mis manos algun objeto que, por alguna razon, se consideraba poco apreciado, aquella daga fue uno de ellos. Llego a mis manos traida por uno de mis compañeros, dijo haberla encontrado, y le parecio una buena idea llevarla con nosotros. Mi interes se desperto en cuanto la vi, tanto su empuñadura como su hoja eran de plata, curvas, y el mango tenia un diseño de un dragon serpiente, simbolo de una de las familias de hechizeros más antigua y oscura de europa del este, la familia Raputin. Una revicion rapida confirmo mi teoria, la daga habia pertenecido a Grigori rasputin, el oscuro hechizero ruso, el procedimiento a seguir era devolver la daga al gobierno magico de rusia, pero su repsuesta fue clara, la daga no pertenecia al gobierno, sino a su decendencia viva, y el gobierno no queria saber nada con objetos de aquella oscura familia.
La daga, entonces, quedo danzando en el limbo, sin dueño que a reclamara, y decidi llevarla conmigo, sera una preciosa adquisicion para mi coleccion.
Cuando llege a casa, la daga se sentia pesada en mi mano, y descubri que estaba siempre tibia al tacto, más alla de eso, no le di más importancia que la que tenia por su valor historico.
Habian pasado dos días desde que traje la daga de rasputin a mi hogar, y cada vez más pasara tiempo admirandola, tenia un extraño poder de atraccion, algo adictiva, como si cada instante que la sostenia fuese un momento de incalculable valor, era domingo, y mi día libre, yo estaba en mi estudio, junto cn todos mis tesoros, admirando la daga desenvainada en mis manos, mi esposa llamo a la puerta, avisandome que la comida estaba servida, pero yo ignore su llamado, la daga parecía más importante que comer. No fue hasta el tecero de su llamado cuando la puerta se abrio, mi señora entro por ella, funciendo el ceño por mi insistencia en ignorarla. Su intromicion desperto una chispa de furia en mi, algo nuevo, un lado de mi que no conocia, y la expulse de mi estudio con fuertes gritos que hicieron llorar a mi hijo, nada de aquello me importo. Esa noche, la culpa callo sobre mi como un pesado ladrillo, jamas habia gritado antes a mi mujer, creo que jamas habia gritado antes a nadie, pense en disculparme, pero algo en mi interior se resistio a aquella idea, finalmente me acoste sin decir palabra.
Aquella noche tuve un extraño sueño, despertaba durante la noche, y caminaba hasta mi estudio, donde sacama mi daga de su vaina, caminaba de regreso a mi cama, y alzaba mi daga contra mi mujer, a la que cortaba e repetidas ocaciones, salpicando todo con su sangre, durante todo el preceso, un par de ojos de color carmesi me observaban desde las sombras, desperte agitado, con un nudo en la garganta, la daga estaba en mi mesa de noche, sin su vaina, reflejando un brillo rojiso por la luna, mi esposa dormia placida a mi lado.
Los días que le siguieron, mi humor empeoro a cada momento, me sentia molesto todo el día, y respondia de forma grosera a todo aquel que me preguntaba el porque, pensaba en la daga a cada instante, imaginando como se sentiria cortar a alguien con ella, aquellos pensamientos me asustaban, pero me traian una inexplicable sensacion de placer a la vez, pense que enloquesia.
El quinto día desde que la daga habia llegado a mi hogar, ocurrio algo que jamas pense que podria ocurrir, estaba yo sentado en la mesa, cenando con mi mujer y mi hijo, pero mis pensamientos estaban en mi estudio, deseando volver alli a sujetar la daga en mis manos, mi hijo estaba golpeando los servicios con su plato, haciendo un ruido que no hacia otra cosa que molestar a mi ultimamente sensible mal genio, finalmente explote, lanzando mi plato por los aires, mientras le vociferaba a todo pulmon al niño que se detuviera, mi mujer intervino, y, como si yo saliera de mi cuerpo, dejandoselo al más bestial de los villanos, la golpee, perdi el control de mis actos y la golpee de forma repetida, descargando toda mi furia sobre ella. Mi hijo lloraba, y para cuando volvi en mi, y mire lo que habia hecho, corri a encerrarme en mi estudio, temeroso de mis propios actos, nuevamente, algo oscuro en mi habia disfrutado de aquello, y la culpa parecía menos pesada de lo que hubiese parecido en otro momento.
Permaneci varias horas solo, en la oscuridad de mi estudio, intentando entender que es lo que había pasado, todo había comenzando con la llegada de la monstruosa daga de rasputin, y senti el impulso de destruirla, la puse sobre la mesa, y la apunte con mi varita, pero no importa cuando hechizos le lance, no logre hacer ninguna mella en el objeto, entonces fue cuando decidi desaserme de ella de alguna otra forma.
No demore mucho en llegar al muelle, dispuesto a lanzar el arma a las profundidades del mar, pero cuando lo alce sobre mi cabeza, con intencion de desacerme de el, mi mano temblo, no podia, simplemente no era capas, y senti una voz en lo profundo de mi cabeza, susurrando, "conosco tus deseos más oscuros, es hora de que dejes de negartelos".
Cuando regrese a mi casa, las maletas de mi mujer estaban en la sala, junto a la puerta de salida, mi mujer y mi hijo vestidos, listos para irse.
Me dijo que iria con su madre, que no queria estar cerca de mi mientras no volviera a ser el que fui antes, una furia asesina se apodero de mi, y antes de darme cuenta, la sangre de mi mujer cubria mis manos, habia dado una puñadala en su estomago, mire con terror y admiracion su sangre fuir, más oscuro de lo que pude haber imagniado, y con una mescla de horror y placer, di una tercera, una cuarta, y una quinta puñalada... Perdi la cuenta despues de eso, solo los gritos desesperados de mi hijo me sacaron de mi trance, no entiendo muy bien los actos de a continuacion, senti nuevamente los ojos carmesi sobre mi, observandome, esperando, mate a mi hijo con igual facilidad que lo hice con mi mujer, rebanando su cuello de lado a lado.
Llore, llore y rei por igual manera, enrrollado en el piso, la brutalidad de mis actos no encajaba con mis actos, ni menos aquellos oscuros sentimientos que se despertaron al hacerlo, si a puerta se abrio, no la oi, pero cuando alce la vista, estaba de pie un joven frente a mi, jamas lo habia visto antes, pero le reconoci enseguida, como un viejo amigo que no veia hace mucho. Sus ojos, de color carmesi, brillaron de felicidad al ver mi actos, paso su lengua por sus labios, y extendio su mano hacia mi.
- Devuelveme mi daga - dijo en voz suave - Tienes una parte de mi alma contigo - yo le obedeci, algo me decia que era lo correcto, no supe nada más de mi entorno hasta que llegaron los aurors a mi casa, a buscarme por mi crimenes, yo solo pude gritar que no era mi culpa, que era culpa del chicos de los ojos carmesi, por supuesto, nadie creyo mi historia.
Comenzare mi historia contándoles algo más de mi, desde pequeño, fui conocido por mi carácter afable y mi gran facilidad para hacer amigos, para la mitad de mi primer año en Hogwarts, ya tenia de amigo a casi la mitad del colegio, siempre fui una persona de risa fácil, y carácter amable, tenia pocos hobbies, el único de ellos que persevero en mi adultes, fue mi amor por coleccionar parte de la historia, reliquias, viejos objetos, como, por ejemplo, el primer sombrero de Merlin, uno de mis tesoros, o al menos lo era.
Me case joven, con la que fue mi compañera durante mis años de estudio, a los 19 ya teniamos nuestro primer hijo, y nos fuimos a vivir a una casa en el valle Godric, no muy grande, pero acogedora y cálida.
Mi carisma me había conseguido un lugar entre las eminencias de Slughorn, y gracias a eso, logre un puesto en el ministerio, en el departamento de preservacion y cudiado de objetos magicos, un lugar perfecto para mi, considerando mis gustos.
Mi hijo contaba con 5 años cuando ocurrieron los sucesos que cambiaron mi vida, en mi trabajo en el ministerio, de vez en cuando, cai en mis manos algun objeto que, por alguna razon, se consideraba poco apreciado, aquella daga fue uno de ellos. Llego a mis manos traida por uno de mis compañeros, dijo haberla encontrado, y le parecio una buena idea llevarla con nosotros. Mi interes se desperto en cuanto la vi, tanto su empuñadura como su hoja eran de plata, curvas, y el mango tenia un diseño de un dragon serpiente, simbolo de una de las familias de hechizeros más antigua y oscura de europa del este, la familia Raputin. Una revicion rapida confirmo mi teoria, la daga habia pertenecido a Grigori rasputin, el oscuro hechizero ruso, el procedimiento a seguir era devolver la daga al gobierno magico de rusia, pero su repsuesta fue clara, la daga no pertenecia al gobierno, sino a su decendencia viva, y el gobierno no queria saber nada con objetos de aquella oscura familia.
La daga, entonces, quedo danzando en el limbo, sin dueño que a reclamara, y decidi llevarla conmigo, sera una preciosa adquisicion para mi coleccion.
Cuando llege a casa, la daga se sentia pesada en mi mano, y descubri que estaba siempre tibia al tacto, más alla de eso, no le di más importancia que la que tenia por su valor historico.
Habian pasado dos días desde que traje la daga de rasputin a mi hogar, y cada vez más pasara tiempo admirandola, tenia un extraño poder de atraccion, algo adictiva, como si cada instante que la sostenia fuese un momento de incalculable valor, era domingo, y mi día libre, yo estaba en mi estudio, junto cn todos mis tesoros, admirando la daga desenvainada en mis manos, mi esposa llamo a la puerta, avisandome que la comida estaba servida, pero yo ignore su llamado, la daga parecía más importante que comer. No fue hasta el tecero de su llamado cuando la puerta se abrio, mi señora entro por ella, funciendo el ceño por mi insistencia en ignorarla. Su intromicion desperto una chispa de furia en mi, algo nuevo, un lado de mi que no conocia, y la expulse de mi estudio con fuertes gritos que hicieron llorar a mi hijo, nada de aquello me importo. Esa noche, la culpa callo sobre mi como un pesado ladrillo, jamas habia gritado antes a mi mujer, creo que jamas habia gritado antes a nadie, pense en disculparme, pero algo en mi interior se resistio a aquella idea, finalmente me acoste sin decir palabra.
Aquella noche tuve un extraño sueño, despertaba durante la noche, y caminaba hasta mi estudio, donde sacama mi daga de su vaina, caminaba de regreso a mi cama, y alzaba mi daga contra mi mujer, a la que cortaba e repetidas ocaciones, salpicando todo con su sangre, durante todo el preceso, un par de ojos de color carmesi me observaban desde las sombras, desperte agitado, con un nudo en la garganta, la daga estaba en mi mesa de noche, sin su vaina, reflejando un brillo rojiso por la luna, mi esposa dormia placida a mi lado.
Los días que le siguieron, mi humor empeoro a cada momento, me sentia molesto todo el día, y respondia de forma grosera a todo aquel que me preguntaba el porque, pensaba en la daga a cada instante, imaginando como se sentiria cortar a alguien con ella, aquellos pensamientos me asustaban, pero me traian una inexplicable sensacion de placer a la vez, pense que enloquesia.
El quinto día desde que la daga habia llegado a mi hogar, ocurrio algo que jamas pense que podria ocurrir, estaba yo sentado en la mesa, cenando con mi mujer y mi hijo, pero mis pensamientos estaban en mi estudio, deseando volver alli a sujetar la daga en mis manos, mi hijo estaba golpeando los servicios con su plato, haciendo un ruido que no hacia otra cosa que molestar a mi ultimamente sensible mal genio, finalmente explote, lanzando mi plato por los aires, mientras le vociferaba a todo pulmon al niño que se detuviera, mi mujer intervino, y, como si yo saliera de mi cuerpo, dejandoselo al más bestial de los villanos, la golpee, perdi el control de mis actos y la golpee de forma repetida, descargando toda mi furia sobre ella. Mi hijo lloraba, y para cuando volvi en mi, y mire lo que habia hecho, corri a encerrarme en mi estudio, temeroso de mis propios actos, nuevamente, algo oscuro en mi habia disfrutado de aquello, y la culpa parecía menos pesada de lo que hubiese parecido en otro momento.
Permaneci varias horas solo, en la oscuridad de mi estudio, intentando entender que es lo que había pasado, todo había comenzando con la llegada de la monstruosa daga de rasputin, y senti el impulso de destruirla, la puse sobre la mesa, y la apunte con mi varita, pero no importa cuando hechizos le lance, no logre hacer ninguna mella en el objeto, entonces fue cuando decidi desaserme de ella de alguna otra forma.
No demore mucho en llegar al muelle, dispuesto a lanzar el arma a las profundidades del mar, pero cuando lo alce sobre mi cabeza, con intencion de desacerme de el, mi mano temblo, no podia, simplemente no era capas, y senti una voz en lo profundo de mi cabeza, susurrando, "conosco tus deseos más oscuros, es hora de que dejes de negartelos".
Cuando regrese a mi casa, las maletas de mi mujer estaban en la sala, junto a la puerta de salida, mi mujer y mi hijo vestidos, listos para irse.
Me dijo que iria con su madre, que no queria estar cerca de mi mientras no volviera a ser el que fui antes, una furia asesina se apodero de mi, y antes de darme cuenta, la sangre de mi mujer cubria mis manos, habia dado una puñadala en su estomago, mire con terror y admiracion su sangre fuir, más oscuro de lo que pude haber imagniado, y con una mescla de horror y placer, di una tercera, una cuarta, y una quinta puñalada... Perdi la cuenta despues de eso, solo los gritos desesperados de mi hijo me sacaron de mi trance, no entiendo muy bien los actos de a continuacion, senti nuevamente los ojos carmesi sobre mi, observandome, esperando, mate a mi hijo con igual facilidad que lo hice con mi mujer, rebanando su cuello de lado a lado.
Llore, llore y rei por igual manera, enrrollado en el piso, la brutalidad de mis actos no encajaba con mis actos, ni menos aquellos oscuros sentimientos que se despertaron al hacerlo, si a puerta se abrio, no la oi, pero cuando alce la vista, estaba de pie un joven frente a mi, jamas lo habia visto antes, pero le reconoci enseguida, como un viejo amigo que no veia hace mucho. Sus ojos, de color carmesi, brillaron de felicidad al ver mi actos, paso su lengua por sus labios, y extendio su mano hacia mi.
- Devuelveme mi daga - dijo en voz suave - Tienes una parte de mi alma contigo - yo le obedeci, algo me decia que era lo correcto, no supe nada más de mi entorno hasta que llegaron los aurors a mi casa, a buscarme por mi crimenes, yo solo pude gritar que no era mi culpa, que era culpa del chicos de los ojos carmesi, por supuesto, nadie creyo mi historia.
Última edición por Alexander Zalachenko el Vie Ago 12, 2011 6:03 pm, editado 2 veces
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