¿Felinos peligrosos?

Harto de un búho perezoso, y decidido a tener un animal un poco más activo de compañero, me dirigí al Callejón Diagon, seguro que habría alguna tienda de animales... Vi un letrero el nombre de la tienda estaba algo borroso, y parecía que había algo parecido a un grifo grabado en la madera. Decidí entrar, por dentro, la tienda parecía bastante decente, varias jaulas en las paredes, los animales parecían tranquilos, los cachorros movían sus colas y los gatos dormitaban apiñados en un cojín. Las campanillas produjeron un leve tintineo al entrar.
- ¿Hola?
Me acerqué hasta el mostrador... Quizás el dueño había salido un rato. No. Ya llegó, un hombre de unos 30 años aproximadamente se presentó, vestía una túnica marrón, y una barba cepillada, sus ojos claros expresaban tranquilidad y amabilidad.
- Buenas, quería saber si... Si vende animales como...- Me quedé a medias, había una tabla con los animales que habían detrás de él, la miré, sonreí divertido, habían tigres.- Quisiera ver los tigres.

Vi que un joven entraba en la tienda, lo veía desde la trastienda aun antes de haberme llamado.
- Hola bienvenido...- Saludé sonriendo.- Sí, tengo tigres... De tres tipos, actualmente, tigres blancos, tigres siberianos... Y tigres dientes de sable. ¿Cual prefiere ver?
Me comunicó que prefería los tigres siberianos, aun que los otros tampoco le harían ningún mal. Lo llevé por la trastienda hasta donde estaban los felinos, en una jaula de cristal sin techo, cuatro exáctamente, nos miraban moviendo sus peludas colas.
- Elige el que quieras.- Dije dando un paso atrás.

Miré detenidamente los animales, como era cada uno, todos estaban de pie sobre sus cuartos traseros moviendo sus colas, para llamar mi atención, pero uno de ellos, uno estaba sentado, mirándome fijamente, tenía una mirada severa y seria, pero se veía en él su nerviosismo, estaba decidido, quería ese. Lo tome con la mano, esquivando a los otros tres y lo saqué. Había acertado, en el fondo era un bipolar, como yo, ahora no paraba de lanzar zarpazos al aire, había hecho una buena elección.
- Me llevo este... Por cierto.- Rebusqué en los bolsillos de mi opa hasta dar con un pergamino.- Me llegó este bono hace menos de una semana... ¿Todavía se puede utilizar?
No tenía por qué usarlo, pero me hacía ilusión hacerle saber, que había sido atraído gracias a ello. El dependiente asintió, según me dijo, con esto, la compra se reducía a 125 sickles... Me pareció demasiado barato, creí que habría sido mejor no presentar el bono, pero ya no había nada que hacer, aun que la verdad, al tener a la venta tantos animales extraños, debía estar bastante adinerado. Me preguntó que si le pondría nombre, lo pondría "sus primeras palabras" lo primero que dijo cuando lo cogí.
- Se llamará Rayth.- Dije mirándolo.
Saqué de mi túnica unas cuantas monedas y se las di, a parte, el vendedor me dio algo, una especie de... Ratón de peluche, pero algo más grande, parecía más bien un escarbato. Contento con mi compra, me dirigí hacia la salida, llevando a Rayth correteando torpemente junto a mi, tendría que arreglármelas para meterlo en Hogwarts.