Dos ilusiones se irán a volar [Yve]

Las tres de la madrugada ¡Já! ¿Quién ríe ahora? Yo no, obvio. ¿De qué me voy a reír? Estoy acá, en ese bar de mala muerte, que tantas veces me vio y tantas veces me refugió. Dah, digan lo que digan, ese bar era genial. Mil anécdotas tenía ahí. Y podía hacer cosas como la que estaba haciendo ahora. Miércoles. Mañana clase todo el día y ¡fuck yeah! Yo tomando tequila con el ebrio del pueblo.

Me caía bien ese señor. Y Aberforth, que siempre me hacia la vista gorda. O ni sabía que era alumno del colegio. Bleh, con tal de que le pagara, el viejo no ponía resistencia a que me embriagara tranquilo en su taberna. La chica que me quiso acompañar se había marchado hace un rato. Tal vez tendría que haberla acompañado... nah, puede llegar sola al castillo. Y si no puede... bue, alguien la va a encontrar.

Yo voy a seguir con lo mío. Tomé el pequeño vaso y lo llené. Puse sal en mi mano derecha y dejé el gajo de limón listo. ¡Fondo! Ahhh... que asco que es. Pero no importa. Una vez que te tomas uno... tenés que llegar al séptimo, como yo ahora. Soy todo un ejemplo para las futuras generaciones.

Ahora que lo pienso... a esto le falta música.

Las calles de Hogsmeade que normalmente se encontraban abarrotadas de alumnos ahora estaban solitarias y la oscuridad de la noche le daba al lugar un aspecto tétrico. ¡Y pensar que en el día todo esta alegre y radiante! Aún así, seguí el camino que llevaba hacía el pub, Cabeza de Puerco. Era sorprendente verme caminar hacía ahí. Nunca en mi vida me habría imaginado plantar pie en ese lugar sucio y de mala muerte. Tampoco me explicaba que hacía dirigiéndome ahí. Era solo... por instinto. Tenía curiosidad y hoy no me había dado mucho sueño que digamos.

Con unos jeans y un suerte color verde caqui atravesé la puerta del local. Suspiré hondo y sentí un hedor a alcohol. No me desgradó del todo, pero se me hacía muy excesivo a estas horas de la noche. Me acerqué a la barra y empecé a pensar en mi pedido. ¿De verdad pediría una bebida fuerte a estas horas? Este lugar parecía de aquellos que las servían a todas horas, pues los que estaban al lado de mi parecían ebrios.

Rodé los ojos y suspiré. Aclaré mi garganta un poco para hacerme notar al cantinero. Volví a hacerlo después de unos segundos ser ignorada. Me acomodé mi cabello detrás de mi oreja y apreté mis labios al verlo acercarse. Lo miré a los ojos y de pronto me sentí nerviosa. No sabía si me diría algo si notaba que era alumna de Hogwarts.

- ¿Podría darme... algo ligero para beber? -pregunté con mi mirada en alto, tratando de ocultar mi nerviosismo.

Estúpido ebrio. Se tropieza y se le escapa el vaso de Vodka, que, como no podía ser de otra forma, termina derramado en mi campera. Debería cruciarlo por eso. Tuve que ir al baño, sacarme la campera y lavarla un poco. El baño de ese lugar no era tan repugnante como cualquiera se lo debe imaginar, aunque, obvio, prefería el del colegio, o el de mi habitación. Ah... amaba ese baño. O el baño de prefectos. Era genial. Ya lo había estrenado... con alguien.

Y con esa sonrisa pícara en los labios, volví a la barra. Sentándome junto a una chica que acababa llegar, porque no la había visto antes, y la escuché pedir algo ligero. Mi sonrisa se acentuó, recordándome la época en la que yo también pedía algo ligero. El viaje al baño me despabiló un poco y pude reconocer esa voz.

-Vaya, vaya.... Yveline Rosier... no puedo creer lo que veo -estaba el tono de burla en mi voz, pero aún así, me sorprendió ver a la prefecta de Sly en ese lugar. A esa hora. Un miércoles. Nos conocíamos de algunas veces que nos habíamos encontrado y por algunos amigos en común, aunque no mucho más.

Una voz me hizo sobresaltar un poco y rápidamente me volví hacía ella. Teo Grobersky se encontraba al lado de mi, burlándose de mi. Lo observé con atención y después enarqué una ceja.

- ¿Cuál es la sorpresa, Grobersky? -pregunté inocente al agarrar el vaso con la bebida que el cantinero me había dado. Aunque no podía estar más de acuerdo con él-. La sorpresa serías tu. No me esperaba verte aquí, tu... un Ravenclaw -agregué y tomé un sorbo.

Deje el vaso en la mesa y le cuestioné al cantinero sobre ella. Esto definitivamente no era una bebida ligera. Quería empezar con algo ligero para no sentir el gran golpe así de pronto. Al parecer no iba a ser posible.

- Es lo más ligero que tenemos -se encogió de hombros.

- Claro, gracias... -bostecé un poco y volví a ver al prefecto de Ravenclaw. Un chico que... al verlo aquí, en un lugar como este, no parecía muy Ravenclaw.

-Vamos Rosier, ya sabes que nadie entiende como quedé en la casa de los sabelotodo -dije, bostezando y estirándome sobre la barra para alcanzar una botella que estaba en un estante tras ella. Ya era así como me manejaba dentro del bar, estaba acostumbrado a sacara, beber y pagar. Observé a la rubia y ahogué una risa cuando vi su reacción. No podías pedirle eso a Abe, te daría lo primero que encontrase.

-Debes probar esto... -le dije, sonriendo y volví a estirarme sobre la barra para tomar otra botella, de color verde y redonda. Lo mezclé ne mi vaso con la bebida que ya había sacado y se lo tendí -. Serpiente rusa. Es lo más cercano a un trago decente que encontrarás por acá -murmuré, aunque sabía que al dueño no le molestaban esos comentarios. De última, estaba en su bar, ¿no? Era eso lo que contaba.

-Enserio es una sorpresa verte por aquí, Yveline -esa fantochada de llamar a los demás por el apellido no me agradaba -. ¿Problemas para conciliar el sueño? -pregunté sonriendo, en broma, obvio, pero sin burlarme.

Enarqué una ceja al verlo moverse tan libre por la barra. Agarrando como si le perteneciera. De seguro era un cliente frecuente y sabía sobre bebidas alcohólicas. Pude notar como ahogó una risa al ver mi reacción así que volví a verlo y lo fulmine con la mirada. Rodé los ojos de nuevo y tome un sorbo de mi bebida.

Empezó a hablar y lo escuché atenta, aunque con la mirada fija en el vaso donde mezclaba lo que había sacado de la barra. Al terminar, me lo tendió y no pude evitar mirarlo con extrañeza y desconfianza. Iba a hablar cuando el sonido de mi nombre me interrumpió.

- No, no... -sacudí mi cabeza y fruncí mi ceño-. Yveline no, Grobersky. Si no te gusta llamar a las personas por su apellido pues bien, pero a mi no me llames Yveline. Si tanto te incomoda, entonces llámame Yve o Line, más no Yveline -aclaré exasperada y volví a sacudir mi cabeza. Ya mas calmada le respondí su pregunta-. Ninguno, Grobersky, absolutamente ninguno. Es solo mera curiosidad -me encogí de hombros y pasé mi vista por el local hasta llegar a una ventana.

Esta se veía vieja y tenía polvo que nublaba la vista, aún así... observé como el viento movía los letreros de los locales de enfrente. Una leve sonrisa, a penas visible, se apareció en mi rostro.

- Parece ser que lloverá... -comenté-, será difícil regresar al castillo si eso pasa... No quería ensuciar mis zapatos de lodo... Supongo que tu también tenías problemas, ¿no? O tal vez... solo querías librarte de frustraciones de la escuela u otras cosas. El alcohol no es bueno para estas cosas, créeme -mi vista ahora estaba en la bebida que el Ravenclaw me había dado y lo bebí, riéndome en mi mente por lo que había dicho. Que ironía...

Le sonreí cuando me miró de esa forma, tratando de intimidarme o algo parecido, de seguro. No era algo que se lograra fácilmente, y menos de esa manera. Yveline no era de esas chicas que te metían miedo. Bah, en realidad, sí, sí lo era. Pero si no la conocías. Daba esa imagen de prefecta dura y arrogante. O al menos entra la mayoría de los alumnos de los cursos inferiores. Pero sólo bastaba conocerla un poco para saber que no era así. Yo no la conocía tanto como para saberlo... pero no me dejaría intimidar por ella. No sería yo si cediera ante la presión. Además, lo que no sabía sobre su actitud lo intuía. Lo que no podía ni intuir, era el motivo por el cual estaba allí esa noche.

-Bueno, bueno... te llamaré Yve, me suena mejor -comenté, sonriendo y mirando atento sus ojos, buscando tal vez algún indicio que me esclarezca el porqué de sus acciones -. ¿Puedo preguntar por qué no puedo llamarte por tu nombre?

-Créeme... -repetí su palabra, pasando de su comentario sobre la lluvia, no era algo que me preocupara ahora -, si tengo que serte sincero, no pareces tener la experiencia como para sermonearme sobre para qué es bueno el alcohol y para qué no -dije, apoyándome en la barra y mirando sus ojos, con una sonrisa traviesa dibujada en mi rostro.

Me irrité un poco al ver que no se veía para nada intimidado por mi, pero la irritación se fue al ver que me llamaría Yve en vez de Yveline.

- No me gusta que me llamen Yveline porque... -alargué la palabra para hacerme tiempo de buscar una buena excusa, no le diría la verdad a un chico al que a penas conozco- simplemente no me gusta mucho -me encogí de hombros y bebí un poco más del vaso.

Me reprendí por la patética excusa. Vamos, pude haber inventado una mejor. De seguro Grobersky notaría algo raro, no había duda. No es un Ravenclaw muy aplicado, pero fue seleccionado en esa casa por algo, ¿no? Aún así, esperaba que no lo notará y que no hiciera ninguna pregunta al respecto.

Sonreí un poco de lado al pensar en lo que había dicho, tenía la razón. Yveline Rosier se encontraba en Cabeza de Puerco en la madrugada bebiendo alcohol y decía que este no era bueno para ciertas cosas. ¿Quién me creería el sermón si la viera ahora?

- En efecto, tienes razón, pero ¿quién le cuestiona cosas a uno si es prefecto? -sonreí arrogante.

-Es la razón más valida de todas, pequeña -le dije, volteándome un segundo para sacarle el vaso al borracho que estaba sentado junto a mí en la barra. El hombre contaba una anécdota de cuando fue a Brasil e inventó los plátanos. Creo que no se daría cuenta por un buen tiempo -. Y supondré que no quieres que te pregunte anda más, así que lo haré cuando estés demasiado ebria como para acordarte cómo te llamas siquiera -bromee, dando un largo trago a la amarga bebida que le había sacado al pobre hombre. Cerré los ojos con fuerza cuando pasó por mi garganta.

-Bleh, no es tan bueno el puesto. ¿Tú por qué lo aceptaste? -le pregunté, con curiosidad. ¿Sería yo el único que le restaba importancia a esa placa?

Fruncí mi ceño al escuchar como me llamaba, causando que su broma no me hiciera gracia alguna.

- ¿Pequeña? No me llames así o te haré un crucio, Grobersky -agarré mi varita y la giré entre mis dedos, sonriendo con malicia. Era una broma y amenaza que hacía de vez en cuando.

Me divertía hacerlo y ver como las personas se asustaban sin si quiera saber que nunca en mi vida había practicado la maldición imperdonable. Y cuando lo hacía por amenaza también, podría decirse que me tranquilizaba un poco si en verdad estaba enojada. En el caso de Grobersky, no estaba enojada, sino irritada y dudaba que el se asustará o intimidará.

- No creo que llegue a emborracharme hasta esa altura -repliqué al estar más tranquila.

Puse mis ojos en blanco al ver como agarraba el vaso del mago junto a él y le daba un sorbo. Su cara se arrugó al beberlo, de seguro por el sabor amargo.

- Acepte el puesto porque me gusta, es una ambición mía -me encogí de hombros-. ¿Y tu porqué lo aceptaste si no te gusta? -enarqué una ceja y luego volví a sonreí de lado- Mejor esto... ¿porqué te escogieron a ti como prefecto de Ravenclaw?

-Interesante... -fue lo que respondí a su amenaza. Y como si lo hubiese pedido, un bostezo salió de mi boca. Quedó armado el perfecto gesto de aburrimiento que buscaba dar con ese interesante que había pronunciado de forma desganada. La verdad es que la actitud de Yve me agradaba, tenía su encanto de chica mala. Aunque también esperaba conocer a la Yve detrás de esa máscara. ¿Sería una máscara? Bah, ya había tomado demasiado como para ponerme a penar en eso ahora -. ¿Por qué no? Es tierno. ¿O prefieres que te diga niña? -continué, bromeando y con aire divertido.

-Ambición... típico. Aún me pregunto porque me lo ofrecieron. Y... em... digamos que lo veo como una especie de desafío. Tanto para conmigo como para con los otros. Quiero ver hasta dónde puedo llegar, y ver cómo se me da tener responsabilidades por primera vez en mi vida.

-Mejor que no te emborraches mucho, sino, ¿quién me cargará hasta el castillo? -bromee, sabiendo que podría llegar caminando por mi cuenta... además, no tenía planeado beber mucho más.

Rodé mi ojos y suspiré.

- Dime Yve, no me gustan los apodos de ese tipo -sacudí mi cabeza un poco y después sonreí un poco-. ¿Responsabilidades por primera vez? La vida es una responsabilidad, no puedes decir que no tienes responsabilidades... -comenté incrédula.

Era en verdad absurdo que una pensara eso. El colegio, mantener las calificaciones en una buena nota... Eran raras esas palabras y más que vinieran de un Ravenclaw. Y Grobersky no era un Ravenclaw normal. Aún así me sorprendía un poco.

- Deberías de preocuparte un poco más por la escuela -hice una leva mueca y volví a tomar un poco de la bebida-. No quiero meterme en asuntos de la escuela y menos cuando tenemos clases en unas cuantas horas, pero... ¿has decidido siquiera que vas a estudiar?

No tenía porqué preguntar, pero en verdad me intrigaba. Sentía... como si no tuviera ambiciones para su futuro... Metas... ese tipo de cosas. Otra vez, era sorprendente. Uno pensaría que los Ravenclaw eran alumnos que tenían todo decidido y planeado y más para su futuro.

Empecé a reírme un poco al captar su broma y volví a tomar un poco.

- ¿Cargarte? Disculpa, pero no. Si acaso te cayeras ebrio en el bar, yo te dejaría -esbocé una leve sonrisa y me encogí de hombros.